Por Inés San Martín -www.angelusenespañol.com *

El 2021 es clave en el mapa político de América Latina, con un trío de elecciones presidenciales el 11 de abril, pero con otras varias citas electorales que podrían tener un importante impacto en las relaciones entre Iglesia y estado, en una región que, siendo hogar del 40 por ciento de los católicos del mundo, es también escenario de una rápida secularización.

Este fin de semana, Chile elegirá una asamblea constituyente que estará a cargo de reescribir la constitución del país, después de que cientos de miles de manifestantes tomaran la calle en los últimos meses del 2019 clamando por un cambio en la estructura del gobierno, empezando por la Carta Magna, escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet.

A pesar de la creciente curva de contagios de COVID-19, Perú tendrá elecciones presidenciales, con una primera vuelta que determinará quiénes serán los dos candidatos en junio. El país no es ajeno a los cambios de presidente: ha tenido cinco desde 2016, y dos fueron derrocados en cuestión de días en 2020.

Por último, Ecuador elegirá un nuevo presidente el domingo, una cita que se da también después de violentas protestas a finales del 2019 y comienzos del 2020, interrumpidas, según los expertos, más a causa del coronavirus que respuestas satisfactorias por parte de la clase política.

Pero eso no es todo: el continente verá 15 elecciones este 2021: cinco presidenciales y legislativas (en Ecuador, Perú, Chile, Nicaragua y Honduras); tres elecciones exclusivamente legislativas (en El Salvador, Argentina y México); elecciones a la asamblea constitucional en Chile; y varias elecciones locales o regionales en seis países (El Salvador, Bolivia, Chile, México, Paraguay y Venezuela).

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Esta intensa y decisiva agenda electoral se desarrollará en un complejo contexto regional caracterizado por la pandemia, que continúa azotando a la mayoría de los países de la región, con algunos anunciando en estos días nuevas restricciones en la circulación ante el aumento de casos y la falta de vacunas. Por otro lado, América Latina es testigo de una brutal contracción económica, con una caída del PBI regional que promedia el 8 por ciento. Por otro lado, hay 40 millones de nuevos pobres, el desempleo y la informalidad aumentan, y la ciudadanía esta irritada, cansada y temerosa, pero lista para salir a la calle para reclamar medidas efectivas de protección frente a la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales.

Las elecciones en Chile podrían ser un punto de inflexión para el país y la región en su conjunto. El país de casi 19 millones de habitantes elegirá a 150 personas para reescribir la constitución de 1980. En octubre pasado, casi el 80% de los votantes aprobaron la necesidad de una nueva constitución.

De cara a la cita, la Conferencia Episcopal chilena publicó el jueves un documento que recoge las principales enseñanzas del magisterio de la Iglesia católica en materia social, con la finalidad de ofrecer “elementos de discernimiento, tanto a quienes buscan representar al pueblo chileno en la elaboración de una nueva constitución, como a los ciudadanos que les elegirán y a todas las personas de buena voluntad.”

Se espera que, en el marco de la nueva constitución, Chile debata una series de propuestas ante las cuales la Iglesia ha expresado preocupación: eutanasia, aborto liberalizado y el matrimonio entre personas del mismo sexo, cuestiones que posiblemente resurjan durante las elecciones generales a fin de año. El país gobernado por Sebastián Piñera elegirá un nuevo presidente y Congreso en noviembre, y la reelección no es posible.

Aunque aún relevante en la composición del tejido social, y central en la ayuda a los chilenos de a pie a enfrentar lo peor de la pandemia, la Iglesia en Chile ya no tiene la voz profética que supo tener, en gran medida a causa de la cadena de errores cometidos en la lucha contra de los abusos sexuales por parte del clero.

Elecciones y COVID-19: lecciones de América Latina | IDEA

La primera ronda de las presidenciales en Perú será compleja, con 18 candidatos en la boleta, ninguno de los cuales alcanza 15 de preferencia del electorado. Es más, según las últimas encuestas son 6 los candidatos con posibilidades de pasar a la segunda rueda, y las opciones son variopintas: por un lado, el candidato con mayor apoyo es de extrema izquierda, Yonhy Lescano, que obtuvo el 11 por ciento de apoyo en las útimas encuestas, cuatro puntos menos que a mediados de marzo. Le sigue de cerca y creciendo a buen ritmo el candidato conservador Rafael López Aliaga, que representa una alianza “celeste,” es decir, a favor de la vida y la familia según los valores cristianos.

Miembro del Opus Dei, cuenta con el apoyo implícito de varios obispos pero genera problemas para la conferencia ya que quienes lo apoyan, lo ven como “el candidato de la Iglesia,” cuando no es así.

López Aliaga López Aliaga se diferencia de otros líderes de la derecha latinoamericana como Jair Bolsonaro por tener una postura menos extremista, por ejemplo con las parejas del mismo sexo, proponiendo una figura legal que los proteja, sin que sean reconocidos como matrimonio.

“Bolsonaro insulta a la comunidad gay, yo soy inclusivo, la comunidad debe ser acogida, como dice el Papa Francisco,” dijo en una oportunidad.

En una carta publicada a mediados de marzo, los obispos peruanos remarcaron que la elección se da en medio de una de las peores crisis que enfrentó el país en los últimos 200 años, con una economía devastada por la pandemia, y liderando a la región en el número de muertes per cápita a causa del coronavirus.

“Ante esta situación, el pueblo peruano corre el riesgo de perder la esperanza y caer en una depresión colectiva con respecto a la política, que sería gravísima”, escribieron los obispos.

A principios de esta semana, publicaron una segunda carta en la que, citando al Papa Francisco, destacan la necesidad de una «política con ética», los obispos peruanos recuerdan que «la buena política debe estar orientada al bien común», cuidando de las personas vulnerables, buscando el diálogo, la justicia, la reconciliación, el servicio a los demás, garantizando los derechos fundamentales de la persona.

Por ello, se pide a las autoridades que garanticen el proceso electoral “con imparcialidad, independencia y transparencia” y que den a conocer los resultados oficiales con rapidez y certeza, para evitar dudas y confusión, con el fin de mantener la estabilidad del país.

En Ecuador, los votantes en la segunda vuelta presidencial tienen la opción del izquierdista Andrés Arauz y el conservador Guillermo Lasso, un banquero católico. El actual presidente Lenín Moreno no puede postularse a la reelección en este país de 17,5 millones de habitantes.

Como en caso de Chile y Perú, los obispos de Ecuador evitaron alinearse a un candidato cuando, en febrero, publicaron una carta dirigida a la ciudadanía con motivo del proceso electoral.

«Es el momento de la paz – escriben los obispos -, de la reconciliación y de la fraternidad; de la mano extendida, del respeto y de la escucha con el corazón abierto. Es el momento de la firmeza de las convicciones, libre de violencia o exclusión. Es el momento de la certeza de que un Ecuador en el que se vive como hermanos es un país con futuro”. También recalcaron que quien gane “debe tener el valor de borrar de su lenguaje y de su corazón toda venganza o revancha. Y quien pierde debe tener la dignidad de reconocer su derrota y de poner sus ideas e inteligencia al servicio de la nación”.

Sólo el tiempo dirá quiénes resultaran vencedores y vencidos en el proceso electoral. Pero una cosa es clara: independientemente de los resultados, la región necesita que ganadores y perdedores trabajen juntos para poder dar vuelta la página en uno de los períodos más críticos de América Latina.

* Inés San Martín es periodista argentina y jefa de la oficina de Roma de Crux.

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