Por Guillermo Romero Salamanca

El 9 de diciembre comenzó la movilización hacia la Basílica de Santa María de Guadalupe en el Distrito Federal de México. Ocho millones de fieles católicos llegaron felices, cantando, acompañados de mariachis y grupos norteños para estar presentes en la máxima festividad mariana del mundo.

Esta movilización de personas equivale al  total de visitantes de La Meca islámica durante todo el año.

Las autoridades mexicanas organizar un programa con seguridad, equipos de salud, puestos de hidratación y una permanente recolección de basuras. Es la fiesta nacional. Las oficinas del Estado, los bancos y gran parte del comercio cierra sus puertas este 12 de diciembre, día oficial que conmemora la aparición en 1531 de la Virgen María en el cerro de Tepeyac al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, ahora convertido en santo.

La devoción por la Virgen de Guadalupe se extiende a todos los sitios donde haya mexicanos y centroamericanos. En Nueva York, en la Iglesia de San Patricio, instalaron una imagen de ella, lo mismo sucedió en la catedral de Notre Dame en París.

Los más grandes artistas mexicanos se presentan cada año y le llevan su serenata donde cantan “La Guadalupana”: Desde el cielo una hermosa mañana, La Guadalupana, La Guadalupana bajó al Tepeyac. La Guadalupana, La Guadalupana bajó al Tepeyac. Su llegada llenó de alegría, De paz y armonía, De paz y armonía y de libertad. De paz y armonía. De paz y armonía y de libertad.

El papa Pío X la proclamó como “Patrona de toda la América Latina”, “Pío XII de “todas las Américas”, Pío XII la llamó la “Emperatriz de las Américas” y Juan XXII, el Papa bueno, la tildó como “la misionera Celeste del Nuevo Mundo” y “La Madre de las Américas”.

Esta festividad mueve también la economía local. En el 2016 se calculó un movimiento de 56 millones de dólares dejados por los visitantes a la Basílica, cifra que viene en aumento cada año.

Todo empezó en 1531 cuando el indio Juan Diego se encontró y charló en tres oportunidades con la Virgen María, quien le pedía que hablara para que en el cerro de Tepeyac le construyeran un templo. El joven iba a donde las autoridades eclesiásticas y no le creían. Le pidieron una prueba. Entonces en el último encuentro y al contarle lo sucedido, la Señora le ordenó que recogiera unas rosas que había en lo alto del cerro, las llevara en su tilma y se las mostrara. Frente al obispo desplegó su manta y cayeron las flores y quedó entonces reflejada la imagen de la Virgen en la ruana. No tuvieron más que creerle al indito y desde ese momento, han construido varios templos.

Representación de la aparición de la Virgen de Guadalupe. Foto Pixabay.

Pero no todo ha sido fiesta. En la década de los 30, miles de católicos fueron asesinados y perseguidos por gobiernos como el de Plutarco Elías Calles, un ateo, socialista y masón que pensaba que con el exterminio de sacerdotes, exilio de obispos, incendio de templos se dejaría a un lado las creencias y que la gente olvidaría a Dios.

De acuerdo con la investigación del padre Brian Van Hove, unos 40 sacerdotes fueron asesinados en México entre 1926 y 1934. Incluso en 1935, seis años después de la “tregua”, unos 2.500 sacerdotes se vieron obligados a esconderse y seis obispos vivieron en el exilio. En 1926, había 3.000 sacerdotes en México, y en 1934, quedaban solo 334.

En Jalisco las tropas de Calles llegaron a quemar iglesias y a perseguir sacerdotes, pero cuando los católicos vieron cómo se ultrajaban las imágenes de la Virgen de Guadalupe no se aguantaron y comenzaron una guerra que llevó a la muerte a unos 25 mil cristeros y a unos 65 mil soldados.

Los cristeros salieron en la defensa de la fe, de la iglesia católica y de la protección de su amor por la Virgen de Guadalupe. Antes de recibir los disparos cuando eran sentenciados a muerte y cuando gritaban, despidiéndose del mundo: “Viva Cristo Rey” y ¡Viva la Santísima Virgen de Guadalupe”, eran contestados con las blasfemias callistas: “¡Viva el Demonio! ¡Viva el Diablo Mayor! ¡Qué mueran Cristo y su Madre!”.

Fueron tres años de guerra, después las organizaciones de cristeros pelearon económica y militarmente contra Plutarco Elías Calles, quien debió retroceder a sus acciones y firmó un convenio con el fin de que los cristeros entregaran sus armas. Una vez lo hicieron, rompió los compromisos acordados, y durante los tres primeros meses después de la tregua, más de 500 líderes y 5.000 cristeros fueron ejecutados. “Murieron más líderes cristeros durante ese breve periodo de tiempo que durante tres años de guerra”, según investigaciones de Aleteia.

El martirio de los seguidores de la Guadalupana, por parte de Francisco Plutarco Elías Calles duró hasta el 19 de octubre de 1945, cuando falleció víctima de una hemorragia interna masiva, atribuida a una lesión de la arteria mesentérica.

Los principales diarios nacionales de la época relatan que ese día y justo a la hora de su muerte, se notó, sobrevolando la Ciudad de México, la más grande parvada de buitres («zopilotes») que se había visto en muchos años en la ciudad.

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