Por Guillermo Romero Salamanca

A pesar de su malestar, Bartolomé Maximiliano estaba feliz. Es como dicen las señoras, estaba recogiendo sus pasos. Por la mañana visitó las obras para la construcción de la casa para su mamá. Habló con sus amigos de su natal Santa Isabel de las Lajas, donde había nacido el 24 de agosto de 1919.

Le dijeron que cancelara la presentación en Palmira, pero él determinó asistir. Ese domingo 17, el salón repleto, los aplausos llegaban hasta donde se encontraba. Tenía 44 años de edad y ya era reconocido mundialmente. La voz de Benny Moré se desgarraba de dolor, pero él insistía. Le avisó a la orquesta que interpretara “Dolor y perdón”, un bolerazo al cual los asistentes salieron a la pista y al compás de la música, les cantaban al oído quedamente a sus parejas: “Te he pedido perdón con el pensamiento, te he pedido perdón, vida, sin saberlo tú y es tan grande la pena que llevo en mi existencia que no sé si es posible resistir el dolor. Dolor, dolor que me ocasiona mi bien, este cruel remordimiento”.

Después se vino con Maracaibo Oriental. Tremendo tema. La emoción de los bailarines era infinita y él, seguía al frente del micrófono:

Pa’ que tú lo baile, Pa’ que tú lo goce, Pa’ que tú lo baile, Maracaibo que tú lo goce, Maracaibo que tú lo baile” y la gente le respondía: “Mi son Maracaibo”.

Benny Moré-Foto Telesur (1)

Era frenética la actuación y el Benny seguía entonando sus mejores canciones y después tomó el micrófono, saludó a su gente y siguió: Castellano, qué rico baila usted, (Castellanos, qué bueno baila usted), Qué rico y qué bueno y qué sabroso, Castellanos bailaba usted, (Castellanos, qué bueno baila usted), bailando en la pista todo el mundo, Miraba pa’ los pies, (Castellanos, qué bueno baila”.

La gente estaba dichosa, terminó de cantar y se fue para su casa. Al día siguiente se sintió mal y el 18 fue internado en el Hospital de Urgencias de La Habana. “Me llevó la rueda”, le alcanzó a decir al médico.

El martes 19 de febrero de 1963, a las 9 y 15 de la noche el mundo se quedaba sin el Bárbaro del Ritmo. Una cirrosis hepática privaba a los seguidores de su voz.

Las radios sintieron el acontecimiento. Se hizo una infinidad de homenajes, con anécdotas, historias y leyendas sobre este magistral compositor.

Terminaba una era musical. Se despedía el cantante, el letrista, el hombre que cantó desde cuando tenía 4 años, con su voz ayudó a sostener a sus 17 hermanos, no le importó que su padre le diera el apellido Gutiérrez y se quedara con el de su madre, que se había convertido en todo un ídolo en México, cantando incluso hasta con Tin Tan, el más grande humorista de su tiempo, que le grabara “La múcura” a nuestro Crescencio Salcedo e inmortalizara el himno de los hinchas del Deportivo Cali, “Pachito e’ ché”.

Son muchas las interpretaciones de Benny Moré y para quienes han sido sentimentales en esta vida, se deben acordar hoy del tema de doña Ema Elena Valdelamar, “Mucho corazón”.

“Di si encontraste en mi pasado, una razón para quererme o para olvidarme. Pides cariño, pides olvido, si te conviene, no llames corazón lo que tú tienes. De mi pasado preguntas todo que cómo fue, si antes de amar debe tenerse fe. Dar por un querer, la vida misma sin morir, eso es cariño, no lo que hay en ti.

Yo para querer, no necesito una razón, me sobra mucho, pero mucho corazón”.

Y de pronto vendrá una lágrima por esos recuerdos.



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