La salud es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. En el marco del Mes Mundial de la Salud, Nature’s Heart te comparte seis recomendaciones para cuidar tu salud física y mental.

  1. Llevar una dieta equilibrada: la alimentación debe ser completa, con todos los grupos de alimentos: frutas, verduras, lácteos, proteínas (vegetales y animales), grasas saludables (como las nueces, las semillas y el aceite de oliva) y carbohidratos (como los cereales integrales y la quinua). Debe ser equilibrada, con las cantidades adecuadas en cada porción y también debe ser variada, donde se varíen los alimentos dentro de cada grupo.

“Los alimentos son la información vital que nosotros le damos a nuestro cuerpo. Con una buena alimentación tenemos la capacidad de moldear la expresión de nuestros genes, y si, por ejemplo, en nuestras familias hay enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, el cáncer, la hipertensión, que se pasan de forma genética, con una buena alimentación nosotros podemos protegernos de esas enfermedades. No obstante, una alimentación adecuada representa beneficios físicos como mejora de la resistencia, la fuerza muscular, la regulación del peso y el mantenimiento de la densidad ósea; en cuanto a los beneficios psicológicos, los alimentos adecuados generan hormonas como las endorfinas, la serotonina, dopamina, y se reducen niveles de angustia”, explicó Lina Noriega, nutricionista Dietista, MSc, coach Nutricional, coach de plant based nutrition y embajadora de Nature’s Heart.

Lina Noriega, nutricionista Dietista, MSc, coach Nutricional.
  • Mantenerse activo a diario: además de comer de manera balanceada, es importante estar activo y realizar ejercicio para llevar una vida saludable. La OMS recomienda que los niños y jóvenes, de 5 a 17 años, deben invertir como mínimo 60 minutos diarios en actividades físicas, y los adultos como mínimo 150 minutos a la semana. Dentro de los beneficios que tiene la actividad física para la salud está la mejora de la salud ósea y de las funciones cardiorrespiratorias y musculares; la reducción de contraer enfermedades no transmisibles y la depresión.
  • Regular el estrés: el estrés es parte de la vida y en un nivel adecuado puede brindar la motivación para rendir al máximo. Pero cuando es prolongado y no controlado, puede causar problemas en la salud como dolor en los músculos, aumento de la frecuencia cardíaca, aparición de afecciones del corazón y del pulmón, así como el debilitamiento del sistema inmunológico. También, puede provocar síntomas de depresión y reducir entusiasmo por las actividades que normalmente se disfrutan. Por eso, lo mejor es evitar ser consumido por las preocupaciones y tomar una pausa en la rutina diaria.
  • Ejercitar la mente: así como ejercitas tu cuerpo, debes hacerlo con la mente. Para lograr bienestar mental, de acuerdo con la Escuela de Salud Pública de la  Universidad de Harvard, es recomendable practicar la atención plena o ‘mindfulness’ que consiste en ser consciente de todo lo que sucede en nuestra mente y a nuestro alrededor sin reaccionar explícitamente a nada. Asimismo, sugiere meditar pues puede promover la relajación, disminuir las emociones negativas, desarrollar habilidades para manejar el estrés y aumentar la tolerancia.
  • Reducir el tiempo de pantallas: la coyuntura actual que implica la virtualidad ha llevado a que las personas estén hiperconectadas digitalmente. Pasar tanto tiempo frente a una pantalla puede repercutir de manera negativa en la salud, de acuerdo con la revista RRHH Digital, la adicción digital es una enfermedad que afecta la salud mental y psicológica, que puede causar daños oculares o auditivos, obesidad, entre otros. Por eso, reducir el tiempo de conexión puede ser beneficioso para el cerebro y el cuerpo, pues permite descansar y mantener la mente ocupada en otras actividades del mundo real.
  • Dormir bien: La OMS considera como epidemia de salud pública los problemas de sueño, que pueden derivar en trastornos neurológicos (como ictus, párkinson, o alzhéimer) y trastornos cardiovasculares. Los niños y adolescentes deberían dormir entre nueve y 10 horas, los adultos, entre siete u ocho. Para conseguir un sueño de calidad, se recomienda establecer un horario regular de sueño; no ingerir cafeína, té, chocolate o bebidas energizantes al menos seis horas antes de dormir; y hacer ejercicio regularmente pero no inmediatamente antes de acostarse. 

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