Por: Jorge Emilio sierra Montoya 
En nuestra juventud, muchos creíamos que Jorge Mario Eastman iba a ser, tarde o temprano, el primer pereirano en llegar a la presidencia de la república. 
Y claro que lo fue, pero como ministro delegatario, con funciones presidenciales, en el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982).
¿Cómo -cabe preguntar- se quedó a mitad de camino? La respuesta parece obvia: porque el turbayismo, al que representaba en grado superlativo, fue vencido en las elecciones donde salió triunfante, en 1982, Belisario Betancur, quien dejó tendidos en la lona al presidente Turbay y su candidato reeleccionista, Alfonso López Michelsen.

El exministro con su hijo Jorge, actual embajador de Colombia en la Santa Sede.

Desde entonces, Eastman fue desapareciendo de la escena política, para dedicarse de lleno a lo que siempre había sido: un intelectual, un hombre de letras, consagrado a los libros (entre los cuales nos legó su colección bibliográfica que lanzara y dirigiera como presidente de la Cámara de Representantes) y, por ende, un buen escritor y periodista, según dejó constancia en la dirección de la revista «Consigna» al lado del ex canciller Carlos Lemos Simmonds.
Así las cosas, creo que su carrera política, rumbo a la jefatura del Estado, se frustró ante todo por su vocación intelectual que, en un país como el nuestro durante las últimas décadas, es castigada en el plano electoral por la sencilla razón de que la cultura no da votos.

En dichas circunstancias, poco tiempo se tardará en olvidar su nombre tras la muerte que ayer le doblegó en Bogotá, como por desgracia sucede de tiempo atrás con las más preclaras inteligencias nacionales.
Apenas, a duras penas, acaso le recordaremos  sus amigos, colegas y paisanos, quienes alguna vez soñamos, en nuestra ya lejana juventud, con verlo ejercer la presidencia de la república.

También puede leer:

Así es el modelo de Creación de Valor

Please follow and like us:
Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial