Por Guillermo Romero Salamanca

“Voy a traer al cantante Antonio Prieto”, soltó como noticia Armín Torres, quien acaba de hacer su debut como empresario artístico al presentar al inolvidable Leonardo Favio.

–¿A quién?, le preguntamos con desconocimiento total de la figura que proyectaba traer.

–Flaco, eso será estremecedor. Antonio es que el que canta “La novia”. ¿No sabes quién es Antonio Prieto?, me preguntó, mientras degustaba una cazuela de fríjoles en el restaurante “El Poblado”, localizado cerca de Caracol Radio en la calle 19 de Bogotá y al cual le fascinaba ir acompañado de Mery Ciro, su esposa.

-No sé quién es, le respondí con franqueza.

–El que canta…Blangca y radiagnte va la noooviaaaa. Le sigue atrsfás un novio amanthre y que al unirgs sus coragzones, hará morighs desilusgjuiones, entonó mientras comía fríjoles y mordía una inmensa tajada de plátano.

–Ni idea, Armín, ni idea.

–¡Ya veo que no tienes ni idea de quién es Antonio Prieto. Pero es mi ídolo. Es el más grande artista de Chile. Tiene decenas de éxitos!, decía con voz levantada y los otros 50 comensales del corrientazo lo miraban también extrañados.  

–¿Y si contrato a Paloma San Basilio?

–Ahhh, eso es otra cosa. Ella sí. Está en primeros lugares con la obra “Evita”.

–La voy a traer, comentó al terminar su primera cazuela.

Así eran los encuentros con el empresario en 1986. Después nos veíamos cuando se preparaba para traer a Raphael, José Luis Perales, Danny Daniel, José Luis Rodríguez, José José y a la gran Rocío Durcal, entre otros.

Armin concede entrevista en NY

Estaba en la Feria de Cali y luego en la de Manizales, en los Carnavales de Barranquilla, en la Feria de las Flores de Medellín. Iba y venía de Miami o de Madrid. Hablaba por teléfono horas y horas con empresarios de figuras del momento como Nelson Ned, Vicente Fernández, María Conchita Alonso, Julio Iglesias, Timbirichi, Menudo, Roberto Carlos, Sandro, Jerónimo…Todos querían venir a Colombia y que Armín Torres los contratara.

 

Cuando estaba en su momento cumbre del trabajo, atendía alcaldes, gobernadores, presidentes de la República, embajadores, industriales, ejecutivos de multinacionales, gerentes de medios de comunicación. Era la estrella del momento. Dominó el mundo del espectáculo por más de 20 años.

Armin celebrando el cumpleaños

Cada vez nuestros almuerzos en El Poblado se iban distanciando. Ya eran cenas con 16 cubiertos en embajadas o en hoteles de 6 estrellas. Armín estaba en las grandes ligas empresariales y cuando anunció la presentación de la banda de rock Guns N Roses, ya no volvió a pasar al teléfono.

De un momento a otro se perdió. Años después supimos que tenía un restaurante en Nueva York. Le puso Raymi –que se desprende de su nombre–atiende allí a ejecutivos de la bolsa, artistas de teatro y cine, a turistas y quienes deseen degustar los platos de sus hijos Jaime y Felipe. Ya no quiere saber de permisos para contratar artistas, ni de taquillas, ni de boletas, ni de canciones.

–Flaco, ¿cuándo vamos a comer frijolitos a El Poblado?

–Eso lo cerraron Armín.

–¡Qué buenos tiempos!, manifestó mientras suspiraba.

–¿Y qué pasó con Antonio Prieto?

–Se murió. Nunca pude llevarlo a Colombia. Era mi ídolo.

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