Por Hernán Alejandro Olano García

Don Aquileo Parra fue quien celebró con la compañía francesa del Barón don Ferdinand de Lesseps, el contrato para construir el canal de Panamá, aunque en su administración se desencadenaría una nueva guerra en 1876, que se transformó en sangrientas contiendas y en el alzamiento de los conservadores contra el gobierno de Parra, quien le había ganado las elecciones a Rafael Núñez.

Según William Ospina, los Estados Unidos, empeñados en construir el canal interoceánico, alentaron la insurrección en el istmo, y en una maniobra –muy típica de su política intervencionista– al día siguiente reconocieron al gobierno recién proclamado, dejando claro que no permitirían la intervención del Ejército Nacional para impedir la secesión del territorio.

Después de la Guerra de los Mil Días, al lograrse una incipiente tranquilidad, vino la separación definitiva de Panamá, departamento que había hecho parte de Colombia desde 1.821, cuando el virrey don Benito Pérez retiró de allí su residencia.

El gobierno de los Estados Unidos adquirió los derechos de la compañía francesa del canal y el 22 de enero de 1903 se celebró el tratado Herrán-Hay, entre el ministro Tomás Herrán y el secretario de Estado de EE. UU., John Hay, por el cual se autorizaba el traspaso de las acciones y se concede una franja de cinco kilómetros a través del istmo para construir el canal, que Estados Unidos explotaría por 99 años, pagando a Colombia 10 millones de pesos de contado y 250.000 pesos por cada año de privilegio hasta la finalización de la obra, lo cual se calculaba en veinte años.

Este tratado fue negado en el Senado de Colombia, por obra de Miguel Antonio Caro, iniciándose así un movimiento separatista en Panamá, apoyado por los gringos y encabezado por Manuel Amador Guerrero y el coronel Esteban Huertas, quienes apresaron a los jefes colombianos Juan B. Tovar y Ramón Amaya.

Así, el 3 de noviembre de 1903, se proclamó la Independencia de Panamá y su reconocimiento inmediato por parte de Teodoro (Teddy) Roosevelt (al popular presidente no le gustaba el apodo de Teddy, con el que era llamado ya en su infancia. En su honor, los fabricantes de juguetes pusieron este nombre a los ositos de peluche, ya que se difundió la historia de que Roosevelt, que tenía una gran afición por la caza, en una ocasión se había negado a dispararle a un osezno), presidente estadounidense, premio Nobel de la Paz, quien no vaciló en decir al mundo “I took Panama” (yo tomé a Panamá). Mientras que la frase de Marroquín fue: “Puedo decir lo que muy pocos estadistas: recibí un país y le devolví al mundo dos”.

Según Teresa Morales de Gómez, “la cuestión de declarar la guerra, aunque estuvo en las mentes delirantes de algunos colombianos, era naturalmente imposible. De manera que Colombia no tuvo más remedio que reclamarle al gobierno estadounidense y pedir que el conflicto se resolviera en la Corte de La Haya”.

Obreros en la construcción del Canal de Panamá.

La República de Panamá, como Estado soberano, fue reconocida internacionalmente por los Estados Unidos apenas tres días después de proclamada su independencia, es decir, el 6 de noviembre de 1903.

Estados Unidos comenzó de nuevo las obras del canal que se inauguró en 1914. Con ocasión de estos hechos, las relaciones entre Colombia y el país del Tío Sam se suspendieron hasta 1921 cuando el Senado de esa nación adoptó el Tratado Urrutia Olano-Thompson, firmado en 1914 y se pagaron a Colombia los 25 millones de dólares por los perjuicios económicos sufridos con la separación de Panamá, y, en especial, por la pérdida de sus intereses en la Nueva Compañía del Canal y en el ferrocarril transístmico. Eduardo Galeano dice: “Era el precio de un país, nacido para que los Estados Unidos dispusieran de una vía de comunicación entre ambos océanos”.

En 1975 vendría el Acta de Contadora del 24 de marzo y el 2 de agosto de 1979 se firmaría el tratado de Montería, conocido también como el Uribe Vargas-Ozores Typaldos, que reprodujo los beneficios que otorgaba a Colombia el Acta de Contadora y el mismo Urrutia Olano–Thompson, excepto aquellos cuya viabilidad se hacía imposible como la excepción arancelaria en la zona del canal, lo cual no se aplica desde la medianoche del 31 de diciembre de 1999.

El embajador colombiano en los Estados Unidos, José Vicente Concha, defendió a capa y espada los derechos del país sobre el canal de Panamá, considerando indigna de Colombia la propuesta de los gringos, reconocimiento que aún la historia no le ha hecho.

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