Han relacionado los comportamientos anti-sociales con un menor nivel de sincronización entre dos regiones cerebrales

Los neurocientíficos están muy interesados en comprender las bases biológicas de la generosidad y del egoísmo. ¿Ocurre algo concreto en el cerebro cuando se toma unas decisiones y no otras? ¿Hay alguna predisposición genética a inclinarse por algunas? ¿Hay algún trastorno, como el autismo o la psicopatía, relacionado con este tipo de fenómenos?

Hasta el momento, se ha observado que hay muchas regiones cerebrales implicadas en este tipo de decisiones, tanto en humanos como en el resto de los primates, en los que el comportamiento social es fundamental. Pero ahora, un estudio que se ha publicado en « Nature Neuroscience» ha podido demostrar, por primera vez, que la actividad del cerebro cambia notablemente cuando se está cometiendo un acto egoísta o uno altruista. En concreto, los investigadores lo han observado en unos experimentos en los que unos monos se enfrentaban a la disyuntiva de compartir, o no, un zumo de frutas.

«Nuestros resultados demuestran que dos regiones cerebrales –la amígdala y el corteza prefrontal– usan canales de frecuencia especializados para interaccionar entre sí», ha explicado Steve Chang, investigador de la Universidad de Yale (EE.UU.) y director del estudio. «Y que el grado de interacción entre ambos está asociado con el hecho de que se tomen decisiones prosociales o antisociales». Es decir, la forma como ambas regiones se comunican indica qué tipo de comportamiento está adoptando el animal.

Ya había indicios de que la interacción de la amígdala y la corteza prefrontal tiene efectos sobre la cognición social. Pero en este caso, los científicos, dirigidos por Chang, quisieron averiguar qué ocurre al nivel de las neuronas.

Compartir o no compartir, esa es la cuestión

Llevaron a cabo varios experimentos en los que unos monos tenían que decidir entre darle un zumo a un compañero o tirarlo, en un caso, mientras que en otro caso podían bebérselo solos o bien compartirlo.

Los resultados indican que los monos prefieren beber solos, pero que, si la alternativa es tirar los zumos, sí que acceden a compartirlos.

Sincronización cuando se es «generoso»

Pero lo interesante es que ambos comportamientos resultaron estar asociados con una actividad cerebral muy diferente: cuando los monos eran «generosos», las interacciones entre las dos regiones, la amígdala y la corteza prefrontal, estaban altamente sincronizadas. Pero cuando los animales eran antisociales, esta sincronización estaba considerablemente suprimida.

De hecho, averiguaron que, con solo mirar los patrones de actividad de las neuronas, podían saber qué comportamiento estaba adoptando un mono. «Descubrimos una huella única de sincronización neural que refleja si se toma una decisión prosocial o antisocial», ha dicho Chang.

De hecho, las interacciones entre las neuronas se transmiten con una frecuencia u otra en cada caso, y además parece ser que todo esto depende de en qué región cerebral se encuentren las neuronas que se disparan.

Relación con el autismo o la psicopatía

En opinión de este investigador, puede que este tipo de interacciones entre la amígdala y la corteza estén relacionados con comportamientos prosociales o patrones alterados en personas. «Podría ser que una sincronización inferior en ciertas personas desalentara los comportamientos prosociales», ha propuesto el investigador. También podría ser que «un estado sostenido de baja sincronización estuviera asociado con interacciones sociales atípicas, como el autismo o comportamientos antisociales hacia los demás, como la psicopatía».

Los investigadores observaron que un mismo mono podía tomar decisiones altruistas o egoístas, en función de las circunstancias. Y no saben si existe una predisposición genética hacia cada tipo de comportamiento: «En este momento es difícil saber si ciertas predisposiciones genéticas promoverían una mayor o menor sincronía entre la amígdala y la corteza prefrontal, pero es probable que encontremos este tipo de circuitos y dinámicas en el futuro», ha asegurado el científico.

De momento, Steve Chang ha explicado que el próximo paso será tratar de manipular las decisiones de los monos promoviendo la sincronía entre las dos regiones cerebrales.

Textos y fotos: elmundoalinstante.com

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