Los que proponen el consumo de alimentos bajos en carbohidratos y altos en grasas aseguran que las recomendaciones oficiales están equivocadas.

Muchas guías de alimentación y de estudios científicos recomiendan reducir el consumo de grasas saturadas por su relación con enfermedades cardíacas. Pero ¿por qué algunas dietas y científicos contradicen esta idea?

“Varios factores contribuyen al aumento del colesterol en la sangre, pero una dieta alta en grasas saturadas es definitivamente uno de ellos, y esto se ha confirmado en estudios que se remontan a la década de 1950”, dice Garton.

“Además, a pesar de algunas declaraciones contrarias, la gran cantidad de evidencia científica indica que el colesterol total y el colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad), a menudo denominado ‘colesterol malo’, contribuyen a las enfermedades cardíacas de manera comprobada”.

Garton agrega que algunas personas podrían beneficiarse al comer incluso menos grasas saturadas que la recomendación estándar, específicamente aquellas que tienen otros factores de riesgo de enfermedades cardíacas.

No son el villano de la película

Dicho esto, las grasas saturadas no son tan definitivamente malas como se pensaba.

Esto se debe a que es solo uno de los varios factores dietéticos que contribuyen al riesgo de enfermedades del corazón, todos los cuales están relacionados entre sí.

Sin mencionar que si eliminas un poco de grasa saturada de tu dieta, probablemente estarás reemplazando esas calorías con otra cosa.

“Algunos estudios han cuestionado un vínculo directo entre grasas saturadas y enfermedad cardíaca, pero generalmente no han considerado qué sustituye a la grasa saturada cuando se reduce en la dieta, un punto que es crucial”, dice Garton.

Investigaciones científicas respaldan esta idea.

Según un estudio, cuando el 5% de las calorías de las grasas saturadas fueron reemplazadas por un número igual de calorías de grasas poliinsaturadas (como el salmón, el aceite de girasol, las nueces y las semillas) o las grasas monoinsaturadas (como las de los aceites de oliva y canola), el riesgo de muerte por cualquier causa se redujo en un 19% y 11%, respectivamente.

Ambos tipos de sustitución de grasas “buenas” redujeron los ataques al corazón. Al igual que el reemplazo de las grasas saturadas con carbohidratos integrales como el arroz integral y el pan integral.

Sin embargo, cuando el azúcar y los almidones refinados (como la harina blanca) reemplazaron a las grasas saturadas, en realidad el riesgo de sufrir un ataque cardíaco aumentó.

“La mayoría de las pautas nacionales de nutrición, incluso en Reino Unido, Australia y EE.UU., ya reconocen que intercambiar algunas de las grasas saturadas en nuestra dieta por grasas insaturadas es saludable para el corazón”, dice Peter Clifton, coautor de este estudio y profesor adjunto de nutrición en la Universidad del Sur de Australia.

“A esto se le puede agregar que probablemente también esté bien reemplazar algunos alimentos ricos en grasas saturadas con granos integrales, pero definitivamente no está bien cambiarlos por azúcar o carbohidratos refinados. Esto podría ser peor que no reducir las grasas saturadas”.

“Desafortunadamente, cuando la industria alimentaria comenzó a crear versiones bajas en grasas de alimentos como comidas preparadas, postres y yogures, el porcentaje de azúcar a menudo aumentó, lo que probablemente no habría reducido el riesgo de enfermedades cardíacas”, agrega.

También está el dato de que algunos tipos de ácidos grasos saturados -que forman grasas saturadas- son menos dañinos que otros.

Por ejemplo, el ácido esteárico, que constituye aproximadamente la mitad de las grasas saturadas en el chocolate negro, no aumenta el colesterol en la sangre.

Sin embargo, el otro ácido graso saturado -el ácido palmítico- lo hace, así que es mejor no comerse toda la barra.

La “matriz alimentaria”

Otra investigación indica que la “matriz alimentaria” es importante.

En el queso y el yogur, por ejemplo, el calcio (un mineral que puede mantener la presión arterial normal) podría ser la razón por la cual estos alimentos tienen menos impacto en el aumento del colesterol LDL que, por ejemplo, el tocino.

También podría ayudar a explicar el hecho de que el consumo de lácteos (incluidos los lácteos con toda la grasa) no parece estar asociado con enfermedades coronarias.

Sin embargo, es importante analizar estudios como estos de manera escéptica, ya que al igual que muchos estudios nutricionales, muestran correlación y no causalidad.

En otras palabras, las personas que comen más lácteos podrían tener estilos de vida más saludables en general. También es importante tener en cuenta que los estudios que se centraron en los lácteos tienden a mirar la leche y el yogur, pero no tanto la mantequilla o la crema.

Por supuesto, la buena suerte y los buenos genes también pueden hacernos llegar muy lejos. “Todos conocemos a alguien cuya abuela vivió hasta los 103 años comiendo mucha mantequilla, crema y grasas”, dice Garton.

“Pero a nivel de la población, toda la evidencia sugiere que la dieta más saludable es una con muchas frutas, verduras, granos integrales y fuentes ricas en grasas no saturadas como las nueces y el pescado aceitoso”.

“En lugar de centrarnos en los nutrientes individuales, deberíamos considerar la dieta general e incluir muchos de estos alimentos saludables para el corazón”, agrega.

En resumen, es más aconsejable comer una dieta saludable al estilo mediterráneo y evitar los cafés con mantequilla, las hamburguesas y el tocino.

Textos y fotos: El mundo al instante.com

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