Por Guillermo Romero Salamanca

El viejo dicho lo dice: “abril, aguas mil”. Por estos días, los colombianos escucharán los reportes del Ideam, Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales,  con expresiones como “Durante las primeras horas del día se esperan condiciones de cielo entre parcial y mayormente nublado con lluvias, precipitaciones de menor intensidad, cielo mayormente nublado y se estiman lluvias, entre moderadas y fuertes”.

Según la definición oficial de la Organización Meterológica Mundial, la lluvia es la precipitación de partículas líquidas de gua, de diámetro mayor de 0,5 mm o de gotas menores, pero muy dispersas. Si no alcanza la superficie terrestre no sería lluvia, sino virga y, si el diámetro es menor, sería llovizna.​ La lluvia se mide en milímetros.

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La lluvia depende de tres factores: la presión atmosférica, la temperatura y, especialmente, de la humedad atmosférica.

Las emisoras se dan un banquete con canciones como “Gotas de Lluvia” del Grupo Niche, “La gata bajo la lluvia” de Rocío Durcal, “No ha parado de llover” de Maná, “Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra, “Esta tarde vi llover” de Armando Manzanero, “Mil horas” de Los abuelos de la Nada, “Y llovía y llovía” de Leonardo Favio, “Lluvia” de Luis Ángel y “Llueve que llueve” de Sergio Rivero.

Algunos les gusta la lluvia para descansar, dormir o simplemente, ver televisión. Pero son buenas cuando son simples lluvias, porque cuando son aguaceros, las cosas cambian y se presagian pésimas situaciones para miles de compatriotas.

Las lluvias son buenas, pero en sus justas medidas.

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