Por Claudio Ochoa

Horacio Gómez Aristizábal, nacido en Córdoba (5.000 habitantes), Quindío, en las “goteras” de Armenia, municipio conocido ampliamente por su bambú, tan especial como su ilustre hijo, quien entre muchos honores tiene el de haber sido el primer abogado nocturno de nuestra Universidad La Gran Colombia, centro educativo que en sus inicios favorecía a trabajadores y obreros.

Estamos hablando de los límites entre años cincuenta y sesenta. Desde entonces ha logrado varias marcas, ser uno de los colombianos con más condecoraciones y diplomas, de gobiernos europeos, americanos y asiáticos. Más de quince años conjuez de la Corte Suprema de Justicia y abogado penalista en cientos de renombrados casos. Artífice en el nacimiento de Quindío como Departamento, y en su natal Córdoba con “Casa de la Cultura Horacio Gómez”. Orador por naturaleza. Creador y auspiciador de academias, entre ellas la Hispanoamericana de Ciencias y Letras. Ya hasta perdió la cuenta del número de libros que ha escrito, como que van unos setenta.

Su más reciente obra, que está presentando durante estos días es “Confesiones de un penalista”, volumen segundo. Un tratado, extenso, de todo un poco, vivencias de aquí, saberes de ayer, humor político, humor negro, humor sobre sí mismo, sátira, anécdotas, recuerdos de sus exitosas defensas, ciencia política, muchos escritos que ha dedicado a sus amigos, que son miles. Decenas de temas.

Lecturas para abrir la mente, calmar la pena que desde los extremos políticos tanto daño está causando a Colombia. Es un testimonio de intensa vida, de un jurista que proclama: “la misión del abogado es iluminar y no defraudar, defender el derecho y no el delito”

H.G.A. habla en serio y con acierto. En serio narra que sus antepasados más remotos fueron unos “DON NADIES”. En su juventud fue tratado por su paisano, el brujo Satanás, con una toma para aliviarle el  dolor de espalda, y cuenta la lección que le quedó: “Siempre hay que conversar con uno mismo. ¡Y esto sí que ayuda! Yo creo en la brujería, en los brujos, en la magia. Creo en los rezos, en las cartas, en la mala suerte. Creo en la línea de mi mano, en los bebedizos, en las unturas, creo en los caminos secretos y subterráneos de la premonición y de los sueños”

Su obra contiene valiosas anécdotas sobre Laureano Gómez y chispazos políticos de Gilberto Alzate Avendaño, estadistas como ellos ya no se ven. Variedad de escritos sobre Jorge Eliécer Gaitán. Colombianos que dieron honra a la política y a los debates en el Congreso Nacional. Desafortunadamente el común del Congreso es de mediopelo. Dedica varios textos al hambre, la desnutrición, los abusos con la infancia. Otros a sus paisanos destacados nacionalmente.

En burlas, el doctor Gómez Aristizábal tiene un rosario de contenidos. Le pone humor a su profesión. Definitivamente, dice, “si uno no se mete con el derecho, el derecho se mete con uno”. “Cuénteme su problema, claro que de enredarlo me encargo yo”. “Si un médico te quita los males, el abogado te quita los bienes”. Mucho, mucho espacio al humor, como cuando amonestó a un colega, y le dijo: “lo primero que se necesita para ser un buen penalista es ser un caballero. Se indignó y rugió: ¡NO TOLERO IRRESPETOS Y EXIJO RETIRO SUS PALABRAS! Con mucho gusto las retiro, pero mantengo el concepto… Mejor tener a la mano esta magnífica obra, para satisfacer el gusto…

Horacio Gómez Aristizábal y Domingo Cárdenas Plata

EL CHUCUREÑO DOTADO DE HIPERTIMESIA

Este es Domingo Cárdenas Plata, nacido en San Vicente de Chucurí, paisano y cuasi colega del conocido “Majuja”, quien durante muchos años nos hizo reír vía “Sábados Felices”, obra del otro paisano santandereano Alfonso Lizarazo. Cárdenas Plata, abogado de la Universidad Libre, ha dedicado buena parte de su vida a la burocracia, en la Fiscalía, en las contralorías y hasta director administrativo del Senado fue, pero allí no duró mucho, pues no estaba calificado para las mañas repartidoras las del 10 y el 20 %. Litigante hábil en sus defensas, pero de pocas agallas para cobrar.

Recientemente entregó su obra “El humor en los tiempos del cólera”, humor muy adecuado para los tiempos de esta actual pandemia, bálsamo para esta etapa de protestas y paros, que ojalá alivien pronto. Libro fruto de su hipertimesia, exceso de recordación que desde su primera juventud le ha caracterizado. Lo tengo presente pronunciando, de una, la Oración por la Paz de Gaitán, dirigida al presidente Ospina Pérez, y con su misma entonación.  El Sueño de las Escalinatas, de Jorge Zalamea. Los poemas de Guillermo Valencia y de Julio Flórez. Los discursos de López Michelsen.

Su hipertimesia, pero también su espíritu mamagallista y la dedicación que la tarea implicaba le permitieron recuperar cantidades de anecdotarios, piezas de la picaresca judicial, chispazos de personajes nacionales, parodias de algunos sonetos y poemas, literatura jocosa, las frases coleccionadas por Gustavo Gómez Córdoba (nuestro hábil colega de Caracol), el humor como cosa seria y las frases célebres de hombres chéveres.

Advierte Domingo, a manera de prólogo, que “los dineros recolectados por la venta del presente libro serán destinados para los niños pobres: es decir, mis hijos”.

Con dedicatoria “a los locutores que se entran a la casa a gritar sin ser la señora de uno”, “a los ricos que no son sino unos pobres con plata”, “a los ebanistas que algún día nos harán el cajón”, “a los ajedrecistas expertos en la trata de blancas”, “a los meseros, es decir a los que trabajan por meses”, “a los políticos que les sacan la plata a los ricos y votos a los pobres para defenderlos a los unos de los otros”, etc., etc.

Su prólogo es de Mario Vargas Llosa Pérez, quien observa “cómo Domingo Cárdenas encuentra el humor en los consultorios médicos, en los escenarios del poder, en los despachos judiciales, en las páginas de la historia universal y en los más encopetados personajes nacionales…”

De su anecdotario médico tomamos: “Fue a donde el doctor Suárez un viejito y le dijo: doctor vengo a ver qué me manda, porque todos los amigos de la edad mía me cuentan lo mismo. El boticario me cuenta que tiene relaciones con la señora 2 veces por semana, el estanquero me cuenta que también, el de la tienda que 3 veces por semana, y yo nada, no puedo, ¿qué hago?

–Pues contá lo mismo, le respondió Suárez”

Y para el cierre, unos colmos que cita Cárdenas Plata en su obra de 400 páginas de humor: ¿Cuál es el colmo de la esposa de un gordotototote?, ¡que por una mugre longanicita tenga que dormir con todo el cerdo! Otro: ¿cuál es el colmo de un fotógrafo?, ¡que su esposa se le rebele y le dé puras negativas en el cuarto oscuro!

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