Por Guillermo Romero Salamanca

Al economista norteamericano Edwin Walter Kemmerer, gestor entre otras obras de la Contraloría General de la República y del Banco de la República, lo llamaban como “doctor dinero”.

Nació en Scranton, una pequeña ciudad del noreste de Pensilvania, Estados Unidos, en el condado de Lackawanna.

En este municipio también nacieron dos personalidades: Joe Biden, vicepresidente de Barack Obama y Hugh Rodman, padre de Hillary Clinton, primera dama de la nación como esposa de Bill Clinton y candidata a la presidencia por el Partido Demócrata contra el republicano Donald Trump.

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Doctor Edwin Walter Kemmerer, foto Wikipedia.org

Desde muy pequeño Edwin fue un estudioso de los números, pero sobre todo en temas financieros y se especializó en políticas monetarias, inflación, cómo hacer fuertes las monedas nacionales y buscar unos justos presupuestos de los países.

Sus ideas fueron bien recibidas por los países que pensaban organizar sus cuentas y cuando tenía 28 años fue invitado a Filipinas donde realizó una buena gestión que le permitió ser aceptado como profesor de la Universidad de Princeton donde organizó la cátedra de Finanzas internacionales.

Su trabajo en Filipinas fue bien destacado y entonces México lo invitó como asesor y luego pasó a Guatemala donde formuló su primera creación de un banco central para los países.

En Colombia, en 1923, ejercía como presidente de la República el bogotano conservador Pedro Nel Ignacio Tomás de Villanueva Ospina Vásquez. Como ese nombre tan largo y tan difícil para recodarlo, se le conoció como Pedro Nel Ospina. Era hijo del también mandatario Mariano Ospina Rodríguez y tío de Mariano Ospina Pérez.

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El presidente Pedro Nel Ospina. Foto Wikipedia.org

El país tenía una oficina conocida como Corte de Cuentas en la cual se hacían las correcciones pertinentes a las finanzas nacionales y se revisaban los pesados libros escritos con tinta y pluma y se escribía con letra Palmer.

La misión que acompañó al doctor Kemmerer llegó a principios de 1923 encontró un desorden en las finanzas públicas, producto de las diferentes guerras como la de Los Mil días –que en realidad duró 1130 días—la separación de Panamá, el asesinato de Rafael Uribe Uribe y seguían los ataques en muchas partes del país.

El presidente nombró a Esteban Jaramillo –su ministro de Hacienda– para que asesorara a la misión.

“Durante su primera visita, resumen los historiadores Eugenia Gozzi y Ricardo Tappatá, los consejeros financieros le presentaron al Gobierno diez proyectos de ley, de los cuales ocho terminaron convirtiéndose en leyes:

1) Ley 20, orgánica del Impuesto de papel sellado y timbre nacional;

2) Ley 25, orgánica del Banco de la República;

3) Ley 31, por la que se fijaron el número y nomenclaturas de los ministerios; 4) Ley 34, que trató de la formación y fuerza restrictiva del presupuesto nacional;

5) Ley 36, que estableció pautas para la administración y recaudación de las rentas nacionales;

6) Ley 42, que legisló en materia de la reorganización de la contabilidad oficial y de la creación del Departamento de Contraloría;

7) Ley 45, que reglamentó y otorgó ciertas autorizaciones a los establecimientos bancarios, y que asimismo creó la Superintendencia Bancaria;

8) Ley 46, cuyo aspecto central fueron los instrumentos negociables”.

El proyecto sobre la Contraloría fue presentado al Congreso y fue aprobado. Con la rúbrica del presidente de la República, Pedro Nel Ospina; de su ministro del Tesoro, Gabriel Posada, y de los presidentes del Senado, Luis de Greiff, y de la Cámara, Ignacio Moreno, el Gobierno Nacional expidió el 19 de julio de 1923, la Ley 42 sobre «Organización de la contabilidad oficial y creación del Departamento de Contraloría».

La nueva oficina comenzó a funcionar el 1° de septiembre de 1923, año en que entró en vigencia la Ley 42. El presidente Ospina nombró como primer Contralor General de la República a Eugenio Andrade, quien la ejerció hasta 1925.

En 1931 volvió al país para puntualizar sus recomendaciones con el Banco de la República.

“El doctor dinero” asesoró con las mismas indicaciones de formación de Contralorías y bancos centrales a Ecuador, Bolivia, Perú y en Chile, sugirió además la creación de la Superintendencia de Bancos.

Después se dedicó a dictar clases y contar sus paseos por los países latinos. El 16 de diciembre de 1945, falleció a la edad de 70 años, en Princeton, una municipalidad del condado de Mercer, Nueva Jersey, Estados Unidos y donde estaba la universidad que le abrió sus puertas para sus conferencias.

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