Como sabemos, el plástico envenena y mata a innumerables criaturas marinas cada año.

Hemos visto imágenes de animales enredados en sedales de pesca, y playas llenas de peces muertos junto a botellas de agua. Con lo cual asumimos que los mares son los principales depósitos de microplásticos. Pero en realidad los almacenes de microplásticos más grandes de la naturaleza están dentro del ser humano, descomponiéndose en el estómago a expensas de nuestra salud.

Varios estudios paralelos publicados en la Environmental Science & Technology aseguran que el 40% de nuestra dieta está protagonizada por los microplásticos que se cuelan en los alimentos. Por tanto, los peces podrían no ser los únicos en peligro por el consumo excesivo de plásticos poco reciclables.

¿Qué alimentos contienen microplásticos?

Los investigadores han descubierto entre 70 y 50 partículas microplásticas por cada 100 gramos de mejillones, pescado, miel y sal marina. Incluso, en muestras de cerveza, han encontrado alrededor de 28 partículas diferentes de cinco milímetros de largo. Así que están bastante seguros que deben haber desechos plásticos en otros alimentos como carnes, verduras, granos o comidas envasadas, que constituyen la mayor parte de nuestra dieta.

Un hecho que si bien es preocupante, no debería sorprendernos del todo, pues vivimos en un mundo en donde el plástico es omnipresente. Debido a lo barato y fácil que es fabricarlo, nos hemos acostumbrado a convivir con él sin darnos cuenta de que es un químico. Lo usamos para almacenar y transportar alimentos, hacer nuestra ropa, cosméticos y electrodomésticos, e incluso para crear el hilo dental con el que nos limpiamos después de comer. Con lo cual sería un milagro que el plástico no llegara a nuestro estómago.

Lo curioso aquí es que se supone que se necesitan entre 20 y 500 años para descomponer una sola pieza de plástico. Por tanto, si consumimos el equivalente a una tarjeta de crédito cada semana, es probable que tengamos microplásticos viajando por nuestro sistema digestivo en estos momentos. Lo que no son buenas noticias, ya que los microplásticos son tóxicos para los humanos y pueden producir graves problemas de salud.

Comer tantos microplásticos es malo para la salud humana

Existen muchos estudios que demuestran que las partículas de plástico son tóxicas. Con lo cual representan un riesgo para los seres vivos que entran en contacto con ellas.

Por una parte, está el riesgo químico que suponen. Los plásticos y microplásticos contienen aditivos químicos como el nailon, el tereftalato de polietileno (PET), el polipropileno y el poliestireno que se pegan a los órganos para causar tumores.

Ejemplo de esto, es el estudio que se hizo al “pulmón del trabajador de flocado”. Una condición desarrollada por los empleados de una planta de Rhode Island que procesaba fibras de nailon para hacer tapicería, mantas y ropa. La fábrica casi no tenía ventilación, por lo que las partículas eran inhaladas por los trabajadores y depositadas en sus pulmones cada día. Como resultado, al cabo de un año la mayoría de los empleados desarrollaron cáncer de pulmón y tuvieron que retirarse.

“Esto fue a fines de la década de 1990, y fue el primer caso que mostró que los microplásticos causaban cáncer en humanos”.
Scott Coffin, científico investigador de California.

Aunque en la mayoría de los casos, el riesgo químico de los microplásticos en humanos no es mortal, solo inflamatorio o molesto para la salud. Por ejemplo, la alergia que crean las mascarillas N-95, principales aliados contra el Covid-19, no es por el polvo sino por el plástico. Un estudio reciente demostró que estas liberan entre 10 y 12 microplásticos al día que, al inhalarse, irritan las vías respiratorias.

Por tanto, el mayor riesgo de estos microplásticos es el biológico, y depende del tipo de reacción que desencadenen nuestros anticuerpos para eliminar la sustancia química desconocida. Esta respuesta puede ser estrés oxidativo, lo que afectaría la manera en la que nuestras células producen energía. O también una tormenta inflamatoria que le impediría a las células reparar el daño en los tejidos.

Incluso es posible que algunos microplásticos traigan bacterias externas a nuestra sangre, dependiendo del lugar del procedan.

¿De dónde vienen los microplásticos que se encuentran en los alimentos?

Quitando a nuestro estómago, los mares son la principal reserva de microplásticos en el mundo. Por tanto, la mayoría de las partículas plásticas proceden de ahí. Bien sea de materiales en descomposición que son absorbidos por los peces, y de allí, van a parar a nuestra mesa. O por el agua, como sustancias químicas imperceptibles que buscan nuevos huéspedes para enfermar.

Pero también podemos encontrar microplásticos fuera del agua. En los envases que utilizamos para guardar comidas o productos, y en la microfibra de la ropa que nos ponemos cada día. Solo que, en estos casos, las partículas son tan pequeñas que reciben el nombre de “nanoplásticos”.

Evitar a los microplásticos no es fácil pero no todo es malo

Actualmente, es posible que casi todos los alimentos y artículos tengan microplásticos adheridos. Es una realidad de la que no podremos escapar hasta que se limpien los océanos y se reduzca el uso del polipropileno. Por tanto, no existen dietas que puedan prevenir su consumo.

La buena noticia es que la mayoría de estas fibras acaban siendo expulsadas por el intestino tras la absorción de nutrientes. Solo el 0.3%, conformado por plásticos largos, son los que permanecen por años en nuestro organismo. Así que no existe un riesgo mortal de momento.

De hecho, actualmente es menos probable que los microplásticos que se desprenden de envases aptos para alimentos perjudiquen el cuerpo humano y su salud, debido a que están recubiertos para evitar que los aditivos se desprendan.

Sin embargo, las partículas plásticas dentro de los alimentos siguen siendo un problema. Y a medida que avanza la contaminación, también lo hace el tamaño de los microplásticos.

Los investigadores han encontrado partículas similares a una semilla de sésamo en los pulmones de muchos animales marinos. Así que, puede que en unos años estemos ante un problema serio de contaminación plástica. Similar o peor al que viven las criaturas del mar actualmente.

Por María del Pilar Fernández– www.elmundoalinstante.com

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