Por Guillermo Romero Salamanca

Existen frases que encierran una sabiduría popular muy especial. Aquella que dice: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, cobra vigencia con la denuncia que hizo la Asamblea Nacional de Venezuela a finales de enero del 2019 cuando les llegaron informaciones sobre la presencia en Caracas de un avión Boeing 777 de la aerolínea rusa Nordwind.

El diputado José Guerra manifestó en redes sociales: “Tenemos información de funcionarios del BCV: llegó un avión desde Moscú, en el cual se pretende extraer al menos 20 toneladas de oro. Exigimos al BCV detalles de lo que está pasando. Ese oro no es de Calixto Ortega, es del pueblo venezolano».

A la memoria de historiadores vinieron los hechos ocurridos en medio de la Guerra Civil Española los dirigentes de la banca ordenaron el traslado de 510 toneladas de oro en monedas, correspondientes al 72.6 por ciento de las reservas de oro del Banco de España. La idea, en principio y así la dieron a conocer a sus españoles, era protegerlos de los ataques militares y, además, evitar que se perdieran.

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Oósef Stalin, gestor del traslado del oro a Rusia. Foto Wikipedia.

En el puerto de Cartagena, en España se empacó el tesoro español en 7.800 cajas y en los cargueros rusos Kine, Kurs, Neva y Volgoles se lo llevaron con destino a Rusia del famoso Iósif Stalin.

Era, en 1936, la cuarta reserva de oro en el mundo. España tenía ese tesoro gracias a su imparcialidad en la Primera Guerra Mundial.

Los soviéticos, en 1938 dijeron que ese oro se había devuelto en armas, supuestamente para apoyar a los socialistas rebeldes. En la época de Francisco Franco no se supo qué sucedió en realidad y en 1957 varias investigaciones llegaron hasta una carta rusa: “se cierra esa investigación”.

España, imperio que se había llevado buena parte del oro y planta de América, veía como poco tiempo después lo que quedaba en sus arcas desaparecía en París y su investigación posterior se conoció como el Oro de París.

En el 2010 se calculaba que las monedas enviadas a la extinta URSS tendrían un valor de 12.200 millones de euros y el valor numismático superaba los 20 mil millones de euros.

El investigador Juan E. Pflüger es quizá quien más ha estudiado el caso y lo ha considerado como “el mayor robo de la historia”.

El 24 de octubre del 2016, en “Gaceta.es” reseñaba la historia de cómo se llevó a cabo ese delito.

“La madrugada del 13 al 14 de septiembre de 1936, apenas dos meses después del inicio de la Guerra Civil, unidades de carabineros, milicianos socialistas y anarquistas y medio centenar de cerrajeros y trabajadores metalúrgicos irrumpieron en la cámara acorazada de Banco de España, S.A. Una sociedad bancaria privada que almacenaba y custodiaba las reservas de oro españolas en sus cámaras acorazadas de la Plaza de Cibeles, junto a miles de cajas de seguridad contratadas por particulares para mantener a seguro sus ahorros y pertenencias más preciadas. Las instalaciones eran nuevas, consideradas las más seguras de Europa, habían sido construidas a principios de 1936 para almacenar las terceras reservas más importantes del mundo de metales preciosos”, dice.

“Mostraban un decreto firmado unas horas antes por el recién nombrado ministro de Hacienda, Juan Negrín, y por el presidente de la República, Manuel Azaña, que autorizaba “el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España”, continuó.

El oro español desapareció.

Ahora, con esa llegada a Venezuela de ese avión por 20 toneladas, en momentos en los cuales existe una incertidumbre, el misterio recaerá de nuevo en los manejos oscuros de estos gobiernos como el Nicolás Maduro.

Españoles cargan los barcos soviéticos. Foto Lagaceta.es

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