Textos y fotos: Víctor Hugo Lucero-Primiciadiario.com

La COVID-19 es la gota que ha colmado el vaso para millones de personas que ya tenían que hacer frente a los efectos de los conflictos, el cambio climático y la desigualdad, y a un sistema alimentario disfuncional que ha empobrecido a millones de productores y productoras de alimentos, y de trabajadores y trabajadoras de ese sector.

Los ricos siguen obteniendo beneficios: ocho de las mayores empresas de alimentación y bebidas han pagado a sus accionistas dividendos por un valor de más de 18 000 millones de dólares desde enero de este año, a pesar de que la pandemia ya se estaba extendiendo por todo el mundo. Esta cifra es diez veces superior a la cuantía que las Naciones Unidas ha solicitado para evitar que la gente siga pasando hambre.

En Bogotá millones de personas ya alcanzan la miseria como consecuencia de haber perdido sus fuentes de empleo, la educación, la salud y hasta una inalcanzable pensión.

La gente en las calles busca a través del rebusque calmar el hambre de sus familias, sin embargo son perseguidos por la policía.

Por ahora, no hay una política gubernamental clara que pueda contener el hecatombe social que aproxima aceleradamente.

Aglomeraciones por doquier.
Sin distancia social.
El «septimazo» congestionado.
El rebusque capitalino.
Ejercicio con o sin tapabocas en el Parque Santander
Filas para comprar y de espaldas al árbol que quiere crecer.
La familia entera sin tapabocas.
Sectas y expresiones culturales sin control de bioseguridad.
Monserrate y la vista de peatones sin control.
Ventas por doquier, al lado de la Torre Colpatria.

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