Enrique Córdoba Rocha, periodista, corresponsal extranjero, diplomático y autor.

Para celebrar sus primeros cincuenta años como cronista viajero acaba de emprender su quinta vuelta al mundo. Es un viajero permanente.

En este medio siglo se ha aventurado en infinidad de roles que le han permitido aliviar su sed de viajes y aventuras: desde contrabandista, hasta diplomático, desde divulgador de la cultura, hasta corresponsal de guerra, desde explorador de la parte más humana, curiosa y enigmática del planeta, hasta popular conductor de radio y televisión.

Decenas de miles de lectores y radioescuchas, se mantienen atentos a la publicación de sus crónicas de viajes -que aparecen de manera regular en El Nuevo Herald/Miami Herald– y de sus testimonios, desde los más exóticos lugares del mundo, que la emisora Caracol Miami transmite desde hace 26 años.

Las huellas de su impenitente trasegar por este mundo, y el testimonio de sus informes en vivo y en directo, desde 117 países, se evidencia en las 8.244 horas que se encuentran grabadas de su programa “Cita con Caracol”, que se emite desde Miami, y en sus libros de crónicas: “Cien voces de América”, “Mi pueblo, el mundo y yo” y “Te espero en la frontera”.

En su último libro, “El Marco Polo de Lorica” -que va para su tercera edición- Enrique Córdoba recrea lo que le sucedió aquella madrugada, cuando siendo un monaguillo de la iglesia de Lorica, percibió una extraña revelación que le despertó su vocación de trotamundo: estaba destinado a emular los viajes de Marco Polo. Lleno de fe en su destino, empleó la limosna recogida en la misa del domingo para lo que interpretó era una causa noble: viajar por el mundo. A sus 14 anos dejó todo… novia, familia, colegio y pueblo, para convertir en realidad sus sueños.

Para celebrar los primeros cincuenta años de este infatigable viaje -que aún no termina- Enrique Córdoba decidió plasmar en este libro lo que le dictó su memoria.

Para saltar de la teoría a la práctica, Enrique inició el 3 de febrero de 2015, su “nueva vuelta al mundo en 50 días”, –con esta nota en Hong Kong– esta vez explorando una nueva ruta, desde Australia -siempre al norte- con la misión de visitar exóticos destinos en Asia.

Juan Gossaín, periodista y amigo de infancia de Enrique Córdoba dice: “Este libro es el resultado de andar por medio mundo en los oficios más disparejos: diplomático, reportero, conferencista, viajero, andariego, aventurero y navegante”.

El intelectual cubano Carlos Alberto Montaner opina: “Excelente libro de crónicas, inquietante y deliciosas”.

Federico Andahazi, novelista argentino escribió: “Autobiografía asombrosa, en clave de viajes, deliciosamente escrita”.

Armando Caicedo, periodista, publicista y diseñador del libro, expresa en el prólogo: “Cuando este manuscrito cayó en mis manos, vine a descubrir que no todo lo real maravilloso en este mundo ostenta la “marca registrada” de Alejo Carpentier, porque esa misma prosa barroca también vibra en la desordenada biografía de un tal Enrique Córdoba, escrita por Enrique Córdoba.

Porque éste loriquero -que ostenta sobre sus cien pasaportes más timbres que El Judío Errante- es un fabulista empedernido, cuentero irreverente, no canta ni toca instrumento alguno, pero es un trovador de oficio”

El Enrique Córdoba que yo conozco posee el “don de la ubicuidad”. Si el lunes transmitió sus padecimientos desde una trinchera en el cercano Oriente y se lamentó por el inconveniente de estar encerrado entre tres fuegos cruzados, el miércoles aparece hablando –como si nada- con algún descendiente del conde Drácula en un castillo de Transilvania… y el fin de semana ¡Oh milagro! Lo veo en la televisión de Miami entrevistando a un escritor argentino  que se maravilla de la sabiduría que exhibe Córdoba, sobre “el salado previo y el punto justo de una tira de asado” ritual que supuestamente es patrimonio exclusivo de los gauchos de  caballo, lazo, rebenque y boleadoras.

A fuerza de cincuenta años de recorrer el mundo, Enrique es una especie de enciclopedia, menos parecida a la Británica y más cercana al Libro Gordo de Petete. Porque lo que relata son historias profundas y muy serias, pero con la  ingenuidad de la que hacen gala quienes escriben cuentos para niños.

Enrique Córdoba se le mide a las quijotadas más exóticas, como haberle apostado -hace 27 años- a promover la cultura en la radio Caracol de Miami. Para imponerse semejante misión tan excéntrica se requiere poseer, como él, una fe de iluminado, una disciplina de asceta y su vocación de faquir.

Cuando terminé de leer sus memorias y estas deliciosas crónicas, me percaté que Córdoba Rocha es un gitano que no necesita inventarse un Macondo, porque Lorica ya existía, inclusive antes del descubrimiento del hielo.”

La labor periodística y cultural de Enrique Córdoba le han hecho merecedor de importantes galardones internacionales, entre otros, la Condecoración del Rey de España en la Orden del Mérito Civil, el Premio Cervantes 2007, de la Universidad Nova de Fort Lauderdale, y su inclusión dentro del Grupo de los 100-latinos de Miami 2010.

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