La música nos inspira, nos motiva y nos acompaña a lo largo de nuestra vida. La música es movimiento, tiene la capacidad de trasladarnos de un estado mental a otro, influyendo en nuestro ánimo e incluso en las funciones cognitivas. Es un recurso de gran valor; se ha empleado en la musicoterapia en niños, en procesos quirúrgicos y en neurorrehabilitación. Hoy en concreto, hablaremos del jazz.

Son numerosos los estudios que reportan los beneficios de la música para nuestra salud. De manera concreta, el jazz, se ha estudiado en neurociencia por tener la capacidad de influir en nuestros circuitos neuronales. Además, se ha demostrado que guarda una relación con la creatividad. Los músicos de este estilo musical desarrollan una actividad cerebral específica cuando improvisan o tocan jazz.

Los beneficios del jazz

Desde la neurociencia, se ha demostrado los efectos positivos que tiene el jazz en el cerebro, tanto para quien toca este tipo de música como para quien la escucha.

En líneas generales, se puede decir que el jazz agudiza la capacidad de concentración, aumenta la creatividad y fortalece rasgos como el liderazgo, la innovación, la valentía, así como la capacidad de adaptación a situaciones nuevas.

En relación con el sueño, escuchar jazz suave permite el enlentecimiento de la producción de noradrenalina, neurotransmisor que se desencadena en situaciones de estrés; lo que conduce a un sueño placentero. Así mismo, en un estudio se reveló que los pacientes que escuchan jazz tranquilo después de una operación necesitan menos medicamentos que aporten tranquilidad al paciente.

Por otra parte, el jazz tiene la capacidad de disminuir el estrés, bajando los niveles de la hormona cortisol. Al igual que escuchar música en general, escuchar jazz aumenta los niveles de oxitocina -neurohormona relacionada con los vínculos y el amor- así como los niveles de dopamina, el neurotransmisor de las sensaciones placenteras.

Otros estudios demostraron que escuchar jazz durante 30 minutos aumenta los niveles de inmunoglobulina. Por otra parte, tocar jazz durante esa misma cantidad de tiempo, aumenta los niveles de inmunoglobulina A, permaneciendo altos otra media hora después de tocar.

El jazz y la actividad cerebral

Uno de los hallazgos más relevantes encontrados por el doctor Limb y su equipo, es que las áreas cerebrales que se activaban mientras los músicos tocaban jazz son áreas propias de la comunicación. Específicamente se activaron áreas del cerebro implicadas en la sintaxis, como el giro frontal inferior y el giro temporal superior. Por otra parte, se desactivaban estructuras cerebrales relacionadas con el procesamiento semántico, llamadas giro angular y giro supramarginal.

A nivel emocional, se ha demostrado que las personas que escucharon una hora de jazz al día durante una semana disminuyeron un 36 % síntomas depresivos. También disminuyó un 26 % de síntomas de dolor en aquellas personas que padecían dolor crónico, aumentando un 2 % el dolor aquéllas que no escucharon jazz.

Así mismo, se ha demostrado que escuchar jazz puede disminuir la duración y la gravedad de una migraña, así como el dolor en general. También se ha demostrado que la musicoterapia es eficaz para los dolores del parto, como escuchar jazz después de un accidente cerebral tiene efectos positivos en la neurorrehabilitación como en la memoria verbal y el estado de ánimo.

Además, se ha demostrado el efecto analgésico de escuchar jazz. La música influye en el organismo, generando dopamina, neurotransmisor que ayuda a disminuir la intensidad del dolor, así como endorfinas.

La improvisación y la creatividad

El estudio llevado a cabo en la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos consistió en realizar un seguimiento de la actividad cerebral de pianistas de jazz mientras improvisaban. Los resultados demostraron que las zonas cerebrales que promueven la creatividad se activaron intensamente cuando se producían los cambios musicales propios de este género.

Además, otros estudios revelaron que los músicos que tocan jazz tienen activadas zonas cerebrales que permite la expresión y se apagan zonas que la limitan. Cuando los músicos improvisaban -una habilidad estrechamente relacionada con la creatividad- se activaba la corteza prefrontal medial, un área del cerebro que permite que los seres humanos nos expresemos.

Por otra parte, la corteza prefrontal dorsolateral -el área cerebral responsable de la inhibición, el autocontrol y la autocrítica- se desactivó. Por esto, estos estudios demostraron que los músicos de jazz poseen un acceso veloz a la zona cerebral responsable del flujo creativo y, por tanto, suelen tener muy desarrollada la creatividad.

Es más, cuando los músicos improvisaban se comprobó que activa las zonas del cerebro relacionadas con la aventura y el peligro, suponiendo siempre un reto para los músicos. Por esto, estos estudios demostraron que los músicos de jazz tienen un acceso veloz a la zona cerebral responsable del flujo creativo. Cuando los músicos improvisaban, se activaban zonas del cerebro relacionadas con la aventura y el peligro, suponiendo siempre un reto para los músicos.

Así mismo, se ha demostrado que el jazz influye en la salud y en la actividad física. Varios estudios demostraron que los deportistas que escucharon jazz durante el entrenamiento tenían mejores resultados que quienes escucharon otros géneros musicales.

En definitiva, la música y en concreto el jazz aportan numerosos beneficios tanto a nivel de salud física como mental. Los circuitos neuronales del jazz demuestran que este tipo de música es una forma de comunicación, tanto a nivel musical como emocional. Por ello, independientemente de los gustos musicales, podemos decir que resulta beneficioso escuchar este tipo de música e integrarlo en nuestra vida.

Por: Cristina Barreiro – Psicóloga – www.elmundoalinstante.com

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