Por Guillermo Romero Salamanca

Fotos Twitter, You Tube y http://psicologoalcorcon.com

Cuando ocurre un accidente aéreo, quienes sufrimos de aerofobia preferimos mirar otro tipo de noticias o, simplemente, apagamos el televisor.

Por cuestiones periodísticas viajé con dos personas que le tenían pavor a volar en avión. Rosa Helena Jiménez Ochoa de Chavarriaga y Esperanza Acevedo. Dos grandes mujeres colombianas, con miles y miles de seguidores, con dos estilos diferentes, pero que a veces se encontraban, se abrazaban y soltaban sus carcajadas. Tenían dos pasiones en tierra: una contar chistes y la otra, cantar.

Vuelo Cali-Bogotá. Nos dieron la primera fila y Rosa Helena Jiménez, conocida como La Nena Jiménez se sentó en la silla de la mitad, me confesó que les tenía pánico a los aviones y que se dedicaría a rezar el Santo Rosario. Yo, la miré y le dije que mi remedio era más terrenal: un par doble de whiskys antes de entrar en ese mueble de aluminio.

Sin embargo, me parecía increíble que la mujer que más madrazos lanzaba, que hablaba del mirriñaque y de todo tipo de expresiones vulgares que hacían reír a miles de personas no sólo en sus presentaciones sino en los casetes que se vendían hasta “piratas” en las calles, rezara tan bien un Rosario.

Cuando cerraron la pesada puerta, la Nena Jiménez comenzó: “En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén. El presente rosario lo rezamos para pedirle al Señor que este viaje sea normal, no tengamos ningún inconveniente, le pido por mis hijos, mis nietos, mis sobrinos, mis ahijados, mis presentaciones y que no me falte la salud ni el bienestar”.

Estaba en la mitad del primer misterio cuando el avión comenzó a carretear por la pista a toda velocidad y entonces la reina del humor picante, la cuenta chistes verdes más solicitada por la colonia colombiana en Nueva York, Miami, Canadá, República Dominicana, España, Venezuela y Ecuador, cerró los ojos, se quedó en silencio y al subir el tren de aterrizaje, simplemente dijo fuertemente después de terminar el Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo: “Ay juemadre, esta mierda se fue”.

Ese Rosario iba entre rezos y madrazos y cuando había los llamados vacíos, las expresiones iban subiendo de color. No sabía si reír o llorar. Traté de tranquilizarla al decirle que el 29 por ciento de los viajeros, sufrían de pánico por el vuelo, pero que era más fácil morirse de gripa que de un accidente aéreo y traté de hacerle una entrevista, pero no coordinaba nada. Le pregunté sobre su capacidad para memorizar tantas historias y la entretuve un buen rato.

Fue un vuelo inolvidable. Pasaron unos 20 años y el 19 de octubre del 2011, cuando se conoció la noticia de su muerte en Chía, se vino a mi mente aquel vuelo. Ella falleció por complicaciones derivadas de un mal de Alzheimer a los 82 años.

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Vicky, foto Twitter.

Vuelo Bucaramanga-Bogotá. Nos tocó en la parte de atrás con Esperanza Acevedo que veníamos de un espectáculo que había organizado “El Minuto de Dios”. La popular Vicky traía los pies levantados porque decía que eso les restaba movimientos a los vacíos aéreos. Le contesté que yo no lo veía posible porque eso les daba más posibilidad de sentirlos. “Llevo toda una vida haciendo eso”, me reveló la cantante de “Llorando estoy”, “Amigo caminante”, “Lloraré” y el súper éxito “Pobre gorrión”.

La gran estrella de la balada, la compositora número uno de la canción romántica, la fumadora y la gran jugadora de cartas le tenía terror a viajar por avión.

–¿De qué te da miedo?, le pregunté.

–Hermanito, a todo. A estar encerrada, a las alturas, a ver nubes, a no saber por dónde voy, a estar encima del mar, a las turbulencias, al ruido…

–Yo tengo un remedio, le dije.

–¿Cuál es?, me preguntó de inmediato.

–Un par de tragos antes de abordar. Acá traigo media de whisky. ¿Quiere?

El resto del viaje fue feliz, cantó, contó de sus historias cuando buscaba que una disquera le grabara sus canciones y revelaba que tenía más de 200 canciones sin grabar.

Aterrizamos en Bogotá, unos tris entonados y nos despedimos con un fuerte abrazo. Se fue al cielo de los cantantes el 15 de marzo del 2017, víctima de un cáncer de pulmón, pero ahora, desde las alturas, ya no le da miedo volar.



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