Aclamados en su momento, la expresión artística de estos pintores estuvo marcada por sucesos de índole mental.

Conoce sus historias:

Vincent Van Gogh

Sufrió durante parte de su vida una enfermedad maníaco-depresiva. Este trastorno estaba acompañado de alucinaciones: escuchaba voces y tenía visiones, además de sufrir epilepsia psicomotora caracterizada por un estado de confusión y amnesia.

Fue en el periodo de interrupción de la psicosis, que su capacidad creadora se desarrolló en gran medida. La esquizofrenia puede repercutir en los pintores aficionados o profesionales, de dos formas: anulando o estimulando la expresión artística, en el caso de Vincent esto sucedió de la segunda manera.

Algunos de sus cuadros más famosos los pintó cuando estaba en una fase aguda de la enfermedad, momento en el que estuvo internado en el manicomio de Saint-Rémy.

Séraphine Louis

También conocida como Séraphine de Senlis, se quedó huérfana a los 7 años. Su personalidad estaba marcada por una insistente timidez y discreción; no hablaba con las personas.

Se dedicó a servir a la iglesia, tanto en casas de la burguesía como en un convento de monjas. Empezó a pintar a los 42 años, a pesar de no tener alguna formación académica, su obra es comparada con la de Vicent Van Gogh, pero no parece que haya recibido alguna influencia de otros pintores, por lo qué es reconocida como única en su género.

El coleccionista alemán Wilhelm Uhde (descubridor de Picasso, Braque y Rosseau), puso atención en Séraphine durante su estancia en Senlis.

Séraphine se convirtió en la artista naïf del momento, sus obras se dieron a conocer en la capital francesa y en los círculos vanguardistas. Pero esto acabó cuando Uhde fue perseguido por la Gestapo y, debido a la Gran Depresión, dejó de comprar sus pinturas. Entonces Séraphine cayó en la miseria y en el olvido.

En 1932 la invadió la locura, y pasó los últimos diez años de su vida en un hospital psiquiátrico de Francia por psicosis. En 1942 murió de hambre en el psiquiátrico de Clermont, en la zona ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Fue enterrada entre los anónimos, en una fosa común.

Adolfo Wölfli

Pintor, escritor, poeta y compositor suizo, es considerado como uno de los máximos exponentes del «arte marginal» o «art brut», corriente artística en la que las obras están realizadas por enfermos mentales ingresados en hospitales psiquiátricos.

Wölfli fue víctima de abusos sexuales y a los diez años se quedó huérfano. Pasó un año en la cárcel por estar acusado de abusar de menores.

Tras su liberación, la psicosis y sus alucinaciones hicieron que fuera internado en un psiquiátrico hasta su muerte. Durante su estancia en el centro, empezó a pintar numerosos cuadros.

Josef Förster

Una única obra (1916) bastó para ser reconocido a nivel mundial. Josef Förster, un enfermo mental nacido en 1878 que vivió en un centro psiquiátrico en Ratisbona, obtuvo este aliciente.

La pintura está compuesta de una figura masculina suspendida en el aire mientras sujeta con las manos unos largos zancos con el rostro cubierto. Representa a un hombre que ha perdido su propio peso y su comunicación con el mundo debido a la enfermedad, y, por ello, tiene que proveerse de gravedad artificial.

En la parte derecha de la imagen, Förster explica su obra: «Esto debe representar que, cuando uno no tiene ningún peso corporal que tenga que cargar, puede ir, entonces, a gran velocidad por el aire».

Louis Wain

El artista obsesionado con la figura del gato, al que retrató de múltiples formas a lo largo de su vida, tuvo una formación artística envidiable a diferencia de otros artistas, que también pasaron a la historia por su trabajo. Sin embrago, a los 57 años de edad, los médicos le diagnosticaron esquizofrenia y autismo. A partir de entonces, la mayoría de gatos que retrataba comenzaban a tener una apariencia más sombría y deformada que los anteriores.

Martín Ramírez

Pintor mexicano que estuvo los últimos 30 años de su vida recluido en un centro psiquiátrico. Cuándo se le diagnosticó esquizofrenia y depresión, comenzó a pintar de manera habitual. En su obra se puede observar cómo mezcla la cultura mexicana con la búsqueda espiritual del artista.

Yayoi Kusama

La artista fue diagnosticada con un desorden obsesivo compulsivo desde la infancia, ya que desde muy pequeña, sufría alucinaciones. También conocida como «La princesa de los lunares» , encontró una forma de plasmar sus trastornos en el arte. Esto le llevó a ser una revolucionaria que innovó el «Pop art» .

Su trabajo es internacionalmente reconocido y valorado. Sus instalaciones consisten en la colocación de espejos sobre las cuatro paredes de una habitación, se apagan las luces y miles de focos y luces llenan el espacio, al puro estilo de la artista.

Yayoi Kusama vivió y desarrolló gran parte de su carrera en la ciudad de Nueva York. La técnica artística, antes utilizada como método para paliar su trastorno, actualmente es una invocación, un hito para todos aquellos que buscan lo reformador y la extravagancia como «La princesa de los lunares».

Desde 1977, se internó por voluntad propia en una clínica psiquiátrica, donde reside desde entonces, y donde continúa produciendo su obra, a los 85 años.

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