Por Guillermo Romero Salamanca

¡Qué sorpresa encontrar a un amigo cerriteño en la Cámara de Comercio de Bogotá!, le dije como saludo a Fernando Andrade.

Eran las 7 y 30 de la mañana y el sol caía inclemente en la calle 26. Él venía a un encuentro de gobernadores y alcaldes, iría a la Superintendencia de Subsidio Familiar y estaría en la tarde con unos empresarios.

Hacía años que no le veía. Lo había conocido cuando yo dirigía 99.1 desde El Cerrito, Valle del Cauca y era un invitado especial en el programa “Recordar es vivir” que hacíamos con César Machado Cárdenas, que en paz descanse.

Fernando en esa época era concejal liberal y luego había querido ser alcalde. Unos 200 votos le faltaron para cumplir su sueño. Después lo intentó de nuevo, pero no obtuvo el querer de los habitantes de la tierra de Jorge Isaac, el escritor romántico de “La María”. No se amilanó y siguió con sus estudios de Derecho.

Nos invitamos a un desayuno con sándwich y cafecito para ponernos al día. Debíamos recordar decenas de anécdotas en esa región del país que nos dio tantas alegrías. El Cerrito es una hermosa región de Colombia con el páramo de Los Domínguez, con la hacienda El Paraíso, con su olor a caña, con el mejor dulce de mamey, con el vino del señor Rayo, con los desamargados de la familia Melo, con los sancochos de gallina y atollados de pato donde los Orosco Trujillo.

El Cerrito es un pedazo de cielo en el Valle del Cauca. ¡Qué paisajes!, pero, sobre todo, qué calidad de personas las que lo habitan. Es la tierra de las oportunidades.

A Fernando lo he conocido como un líder, le siguen muchas personas, le encanta ayudarles, los escucha, les da consejos y se conoce los datos del municipio.

–¿Qué pasa ahora en El Cerrito, le pregunté?

–Mire, El Cerrito es un gran municipio del Valle. Después de Buga puede ser el lugar más visitado por decenas de turistas que van a la hacienda El Paraíso para escuchar la historia de la novela La María. Tiene todos los climas, desde el páramo hasta el calor a la orilla del Cauca. Es la tierra por excelencia del manjar blanco, los desamargados, el dulce de mamey y los cuaresmeros. Sus jóvenes tienen el genotipo para ser grandes deportistas y de hecho se demostró con Jefferson Lerma en la Selección Colombia. Muchos han sido llamados para equipos de todo el país, pero lo más bonito es su gente, cordial, amable, trabajadora.

–¿Qué ha pasado con los alcaldes?

–Que no hemos mirado con seriedad al municipio y no se elige al más capacitado. La gente siempre dice, “hay que hacer el cambio” y votan por un inexperto. El liderazgo se ejerce con gestión. Esto hay que venir a Bogotá, dialogar en el Congreso, hablar en los Ministerios, en los Institutos, en las Universidades, hacer cursos en la Cámara de Comercio, dialogar con la gente del Invima, con empresarios. El Cerrito merece respeto. Quizá no nos hemos dado cuenta de todas sus ventajas y de lo que se podría hacer.

–¿Qué ha hecho falta entonces, Fernando?

–Yo creo que unir voluntades. La administración no lo puede hacer todo. Hace falta la unión con empresarios, con instituciones del gobierno departamental y nacional, pero sobre todo con la gente. Mire, hay un ejemplo. Cada año, un grupo de familias, organiza los desfiles de Semana Santa. Eso requiere del trabajo de decenas de personas: cargadores, carpinteros, sastres, costureros, albañiles, diseñadores. Llevan más de 20 años ofreciendo un programa que lo ven en muchas partes. Lo interesante sería apoyarlos más, internacionalizar el certamen para que vayan más turistas, por ejemplo.

–¿Qué hacer con los jóvenes?

–Hay que crear la universidad del deporte. El Cerrito debe ser Territorio Paraíso. Tenemos que darles oportunidades para sus futuros. Hay talento en patinaje, fútbol, levantamiento de pesas y atletismo. Es aprovechar esas capacidades y ayudarlas a sobresalir. En El Cerrito hay varios eventos que se conocen en toda la región como El Festival de la Uva, El Encuentro de blancos y negros de El Placer, la Semana Santa, Las Ferias y Fiestas y todo eso se puede potencializar con Encuentros Empresariales y con un marketing acertado para que pueda crecer el municipio con trabajo.

–¿Cuál es el anhelo de la mujer cerriteña ahora?

–Llevo más de 30 años conociendo y estudiando el municipio, la primera vez que fui concejal no sabía redactar ni una petición y María Fernanda Melo era nuestra secretaria, nos colaboraba a los concejales, escribiendo y poniendo orden al Concejo. Ella nos ponía en cintura y nos regañaba a cada rato y eso se lo agradecemos ahora. La mujer cerriteña es emprendedora, ambiciosa en sus proyectos, se les ve trabajar en sus casas, sacar adelante sus hogares, luchar y esos sueños y capacidades no los podemos dejar a un lado, tenemos que velar por ellas.

–¿Y siguen bailando?

–Claro. Si en algo se caracterizan los cerriteños es en el baile, pero ¿se imagina organizar una escuela de danzas o de salsa con 5 mil niños y jóvenes? Eso lo mostraríamos a nivel mundial.

–¿Qué le mostraría mostrar en Bogotá de El Cerrito?

–Muchas cosas: el vino casero, los cuaresmeros, los trabajos en cuero, los dulces, los cuadros de los pintores, las poesías que escriben y leen los jóvenes, los cantantes, las bailarinas de El Placer, los jugos de uva, fotografías con paisajes y atardeceres de El Castillo y el aire de El Pomo. Hay un extenso catálogo para mostrar.

–¿Algún día será alcalde?

–Yo espero que los cerriteños me escuchen un día de estos mis propuestas, que me den esa oportunidad de dialogar y de mostrar lo que he recopilado como necesidades del municipio y darles soluciones. Anhelo con tener esa confianza, que vean mi experiencia profesional y luchemos entre todos por darle el puesto que merece este municipio que tanto queremos.

 

 

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