Por Guillermo Romero Salamanca

El doctor Carlos E. Putnam murió sin saber que su trabajo sería el ejemplo para la creación de la Cruz Roja en Colombia.

En medio de la estupidez de una guerra producida por la siembra de odios entre liberales y conservadores, el doctor Carlos Putnam Grice se movilizó con 23 jóvenes médicos y unas cuántas enfermeras entre los disparos de fusil para socorrer a los heridos de ambos bandos, en las batallas de la Guerra de Los Mil días.

Oriundo de Cartagena donde nació en 1858, el doctor Putnam estudió en Bogotá Medicina y perfeccionó sus estudios en París. Fue el pionero de la Psiquiatría y la Medicina Legal de Colombia.

A su regreso al país pensó en una ayuda para los enfermos de lepra que estaban en Agua de Dios, Cundinamarca y fue hasta ese leprocomio a ensayar la seroterapia.

El doctor Putnam, médico cartagenero. Foto Cruz Roja.

El gobierno conservador quería mantenerse en el poder, pero los liberales, en armas, buscaban la forma de derrocarlo y con ayudas extranjeras, especialmente de Venezuela, comenzaron una guerra de guerrillas en una Guerra denominada como la de Los mil días, que en realidad fueron 1130, entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902.

El doctor Putman aterrado por lo que ocurría y con el fin de ayudar a cientos de heridos que caían en los campos de batalla, organizó un equipo médico y con la ayuda de unos carruajes improvisados –las primeras ambulancias en el país– se metió en las guerras de Peralonso, cerca de Ocaña y a la de Palonegro, pegado a Bucaramanga.

La descripción de la guerra la hace el escritor Germán Arciniegas, en su libro “Las mujeres y las horas”, de un relato que le hace el doctor Putman, sobre lo que eran aquellas horas aciagas: «A pocos metros de un rancherío humeante nos detuvimos. Una mujer de esas que con heroísmo incomparable acompañan al soldado, entran al combate, defienden a su hombre, le buscan refugio si cae herido, le consuelan y besan en las horas próximas a su muerte, yacía tendida entre un charco de sangre. A su lado vivía una criatura de pocos días. Sobre el cuerpo frío de la madre, cercado por los cuervos ávidos de esa carne frágil, con gesto torpe buscaba el niño el seno exhausto”.

Por fortuna salvan al pequeño y lo dejan bajo custodia en una casa cercana. Fueron 15 días con sus noches atendiendo heridos, protegiendo a víctimas inocentes y salvando a quienes huían y buscaban un refugio.

Voluntarios se preparan para una nueva emergencia. Foto Cruz Roja

Después de la guerra el doctor Putman se dedicó a la enseñanza y falleció en Bogotá en 1914. Durante su vida no recibió honores, pero su gesta originó que su creación de sus equipos de socorro en esas batallas, se creara la Cruz Roja en el país al año siguiente de su deceso.

“Impulsada la idea por los Doctores Adriano Perdomo e Hipólito Machado nació oficialmente el 30 de julio de 1915 en el Teatro Colón de Bogotá, bajo el postulado de que “todos somos seres humanos” y la afirmación de que en nuestra patria también es necesaria la existencia de una organización dedicada a “prevenir y aliviar los horrores de la guerra”, formada a imagen y semejanza de la institución de ayuda más extensa del mundo, partícipe de los mismos principios de humanidad, neutralidad e imparcialidad, nutricios de la originada en Suiza”, cuenta la historia de esta institución.

La Cruz Roja fue fundada en 1863 por el suizo Henry Dunant, un filántropo y Primer Premio Nobel de la Paz de la historia. Esta institución ha recibido esta máxima distinción en tres ocasiones: 1917, 1944 y 1963 por sus diferentes labores en las Guerras Mundiales y en otros hechos bélicos.

Los incendios de Manizales en 1925 y el conflicto de Colombia con Perú sirvieron para fomentar e impulsar esta institución que prestó también nobles trabajos, durante los hechos de violencia del 9 de abril, donde rescataron heridos, sepultaron muertos y contribuyeron a reunir familias dispersadas por los enfrentamientos.

Voluntarios de la Cruz Roja llevan agua a La Guajira. Foto Cruz Roja.

La Cruz Roja en el país ha servido de intermediario en decenas de situaciones como la toma del M-19 a la Embajada de la República Dominicana, el asalto de ese mismo grupo al Palacio de Justicia y las entregas de secuestrados por parte de las FARC y el ELN.

Han llevado miles de ayudas a familias damnificadas por los estragos de la naturaleza y su trabajo durante la catástrofe de Armero es digna de una mención especial.

Es un ángel en medio de esta fatídica guerra.

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