Por Guillermo Romero Salamanca

La pelea musical entre los conocedores de los grandes boleros y bambucos permaneció durante más de 30 años. ¿Cuál era la versión más hermosa de “Espumas” del maestro Jorge Villamil? Unos decían que era la de Javier Solís, unos más que la de Olimpo Cárdenas y Julio Jaramillo, había quienes manifestaban que la de Antonio Aguilar, pero otros aseguraban que tal vez la de Lola Beltrán, había también seguidores de Isadora, unos más de Silva y Villalba y, desde luego de la de Garzón y Collazos.

Difícil la contienda porque son más de 500 versiones las que ha tenido “Espumas” del inolvidable maestro Jorge Villamil Cordobez.

Amores que se fueron, amores peregrinos/ Amores que se fueron, dejando en tú alma negros torbellinos/ Igual que a las espumas, que lleva el ancho río/ Se van tus ilusiones, siendo destrozadas por el remolino.

Espumas que se van, bellas rosas viajeras/ Se alejan en danzantes y en
Pequeños copos ornando el paisaje/ Ya nunca volverán, las espumas viajeras/
Como las ilusiones que te depararon dichas pasajeras.

Así dicen las primeras dos estrofas de la composición del maestro Jorge Villamil Cordobés, un compositor y médico traumatólogo que nació en Neiva el 6 de junio de 1929 y falleció el 28 de febrero de 2010.

Ya pasaron doce años sin el compositor que hizo del bambuco una protesta y un sentimiento permanente.

Nació en la «Hacienda del Cedral» en Neiva. Estudió en la población de Garzón y en Bogotá en el Colegio Antonio Nariño, donde concluyó el bachillerato. Se graduó como médico ortopedista y traumatólogo en la Pontificia Universidad Javeriana en 1958. Inició su carrera de compositor, mientras trabajó para el Instituto Colombiano de Seguros Sociales hasta 1976, durante la cual escribió más de 200 canciones, que en su mayoría fueron resultado de su devoción y gratitud hacia el departamento del Huila, así como a los paisajes naturales y románticos.

«Uno de los grandes poetas de la música fue Jorge Augusto Villamil. Solo él vio llorar los Guaduales, o la luna roja ardiendo entre pajonales. Indiscutiblemente, Jorge Villamil fue uno de los pioneros en la música de despecho. La mayoría de sus cantos están inspirados en el desamor, la nostalgia, las falsas promesas y la levedad del amor. Pero también, aparte de sus temas tristes, Villamil enriqueció grandemente el pentagrama folclórico de Colombia. Su obras más emblemáticas, «Espumas» y «El barcino», fueron concebidas dentro de esquemas folclóricos de la música andina», recuerda Óscar Javier Ferreira.

¿Quién no ha cantado «Me llevarás en ti», «Llamarada», «Oropel», «Si pasas por San Gil» o «Luna Roja»?

El maestro Villamil y Óscar Javier.

“Su pasillo ‘Espumas’, fue grabado por el dueto Los Tolimenses en 1962 sin mucha trascendencia y posteriormente con los arreglos y voces de Garzón y Collazos, se convirtió en la canción más importante de ese año. El maestro fue presidente de Sayco donde desempeñó una labor envidiable dándole impulso al talento nacional. Recibió múltiples reconocimientos como discos de oro por sus ventas, condecoraciones entregadas por los gobiernos de Chile, México, Puerto Rico y la Unión Soviética.

También fue uno de los más interpretados por cantantes y orquestas del mundo. Sus temas fueron grabados por artistas como Helenita Vargas, Garzón y Collazos, Silva y Villalba, Los Tolimenses, Isadora, Javier Solís, Flor Silvestre, Alejandro Fernández, Pedro Fernández, Vicente Fernández, Luis Miguel, Cristian Castro, Arnulfo Briceño, Valeriano Lanchas, Juan Carlos Coronel, Alci Acosta, Claudia de Colombia, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Manolo Muñoz, Lola Beltrán, Antonio Aguilar, Chavela Vargas, Olimpo Cárdenas, Soraya, Paul Mauriat, Frank Pourcel, Felipe Pirela, entre otros”, recuerda ahora Óscar Javier Ferreira, uno de sus mejores amigos y su pintor de cabecera.

El maestro Jorge Villamil Cordovez

“Durante su presidencia en la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco, hizo un trabajo de relaciones públicas y luchó por el beneficio de sus colegas. Sacó del anonimato a la entidad y siempre fue reconocido por esa labor”, complementa Óscar Javier.

Una de sus obras más polémicas fue “El barcino” que algunos consideran como un homenaje a los subversivos que crecían por las tierras del sur del Huila, pero el maestro mostraba también su voz de protesta por hechos acaecidos en la época de la violencia de Colombia.

Sus seguidores decían que otra de sus obras que pasarían a la memoria musical de Colombia era el inmortal Oropel: “Si apuestas al amor, cuantas traiciones, cuantas tristezas, cuantos desengaños, te quejas, cuando el amor se aleja, como en las noches negras sin luna y si estrellas”.

Para la periodista Rosario Fernández Aljure hablar de Jorge Villamil es un tema apasionante, no es más que escuchar y releer sus letras en bambucos y rajaleñas. Me fascina el tema “Vieja hacienda del Cedral” –“Viejo y amplio caserón, de recuerdos tan queridos, donde los cercos de piedra y añosos troncos de sauce duermen en silente olvido”–, Al sur, La Mortaja –que lo canta maravillosamente Helenita Vargas–, “Me llevarás en ti”, “El Barcino”, “Garza Morena”, “José Dolores” y narra todos los problemas de la violencia. Maravilloso Jorge Villamil. Cada vez que puedo escucho sus rajaleñas.

El 28 de febrero del 2010, presagiando su final, el maestro le pidió a su hijo, el periodista Jorge Villamil Ospina, que su cuerpo no fuera llevado al Capitolio Nacional y que su funeral se hiciera con discreción, sin ninguna clase de boato oficial u oportunismo político. Falleció a las 10 de la noche en su residencia de la ciudad de Bogotá.

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