Por Eduardo Frontado Sánchez

“Tenía 37 años cuando quedé embarazada por tercera vez. Desde un comienzo, la noticia de la llegada de un nuevo miembro de la familia irrumpió con gran sorpresa y muchas expectativas, sobre todo en mis dos hijos mayores, quienes se peleaban por el sexo del bebé y hasta por la elección de su nombre. Sin embargo, por razones que aún no comprendo bien, di a luz con tan solo 26 semanas de embarazo, y ahí fue donde comenzó todo”.

Así comienza su relato Teresa Sánchez, una arquitecta y ama de casa, que desde hace 33 años también se desempeña como ‘cuidadora’ de su hijo Eduardo, quien nació con parálisis cerebral.  Un oficio por el cual no recibe ninguna compensación económica y para el que no se preparó profesionalmente, pero que realiza con todo el amor y la pasión del mundo para brindarle a su hijo la calidad de vida que merece, a pesar de vivir en una sociedad poco inclusiva.

“Debí reprogramar mi vida por completo, ya que como no podía darme el lujo de abandonar mis compromisos laborales, tuve que obligarme a realizar mi jornada laboral en tan solo mediodía, para regresar a casa y ayudar a mi pequeño con sus múltiples terapias. Así fue como me convertí en la ‘cuidadora’ de mi hijo menor, afortunadamente, acompañada por mis dos hijos grandes, quienes debieron compartir conmigo las largas jornadas de terapia motora, psicología, terapia ocupacional y lenguaje, sin contar con el oculista, el dentista y un sin número de especialistas más”.

Como Teresa, actualmente son miles las mujeres y madres en Colombia que se desempeñan como ‘cuidadoras’ informales de sus propios hijos o parientes cercanos con discapacidad, sin percibir ningún acompañamiento o respaldo tanto del Gobierno como de las entidades de salud, frente a la exigente labor que realizan. Una situación que las expone a vivir en condiciones de vulnerabilidad a nivel económico, emocional y psicológico.

Eduardo Frontano y su madre cuidadora.

Aumento de la brecha de género y las condiciones de pobreza:

Según el estudio ‘Caracterización y condiciones de los cuidadores de personas con discapacidad severa’ de la Universidad Nacional, el 37,7 por ciento de la población registrada con discapacidad en el país, depende permanentemente de un cuidador, que generalmente es del mismo hogar (83,7 por ciento de los casos). Adicionalmente, el estudio muestra que el 75 por ciento de las personas que realizan esta labor son mujeres, lo que evidencia que hay una brecha de género en cuanto a las labores que tienen relación con el apoyo y el cuidado de esta población.

“Puedo decir que en mis más de 30 años de experiencia asistiendo a diferentes centros de atención para estimulación de niños y jóvenes con habilidades distintas, aproximadamente el 90 % de los papás terminan desentendiéndose de la evolución y el tratamiento de sus propios hijos, ya sea por temor, irresponsabilidad o falta de afecto. Muchos de ellos, incluso, acaban divorciándose o abandonando su hogar”, asegura Teresa Sánchez.

Esta situación también expone a las mujeres y madres cuidadoras a vivir en condiciones de pobreza, ya que, en Colombia, donde más personas tienen a su cargo el cuidado de familiares con habilidades especiales – sin percibir ningún ingreso económico por ello – pertenecen justamente a los estratos socioeconómicos 1,2 y 3.

En la ciudad de Yopal, por ejemplo, estudios recientes demuestran que la mayoría de las ‘cuidadoras’ que se dedican tiempo completo a su labor se han empobrecido, ya que el 73% de ellas no percibe ingresos mayores a 500 mil pesos. “Es de suma importancia empoderar el rol del cuidador, fortalecer su aspecto económico a través de garantías laborales y establecer priorización de acciones encaminadas a la salud física y mental de esta población que día a día aboga por el bienestar de las personas a su cuidado a través de su noble labor”, afirma Yesica Avella, concejala de Yopal.

La cuidadora o cuidador de persona con discapacidad – de invisible a  invencible! |

Proyecto de Ley para ‘Cuidadores’:

Por esta razón, el Congreso de la República se encuentra discutiendo un proyecto de Ley que busca beneficiar a los más de 900 mil cuidadores familiares dependientes que hay actualmente en el país.

Recibir una compensación económica representada en un salario mínimo, derecho a una pensión, pago de sus aportes en salud, y programas de capacitación y formación, son algunos de los beneficios que plantea el proyecto, que fue aprobado en primer debate en marzo de este año, por la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes.

Además, se busca establecer el 24 de julio como el día nacional de solidaridad con los cuidadores de personas con discapacidad, como parte de las estrategias de visibilizarían y reivindicación de la labor del cuidador o asistente personal que plantea esta iniciativa.

“Con este proyecto de ley estamos garantizando el respeto a la dignidad de las personas con discapacidad, su autonomía personal y desarrollo de las libertades fundamentales, no es posible plantearse escenarios de protección y dignificación sin incluir al cuidador como figura central de la vida de la persona con discapacidad”, señaló la representante Ángela Sánchez, coautora e impulsora de este proyecto. “Adicionalmente, no hay que perder de vista que la gran mayoría de las personas que realizan estas actividades de apoyo no remuneradas son mujeres, lo que las expone a una situación de mayor vulnerabilidad”, agrega.

Brindar apoyo a una persona con habilidades distintas es una labor que demanda un enorme nivel de disciplina y disposición. Sin embargo, muchas veces las actividades de apoyo son entendidas, erróneamente, como tareas del hogar, lo cual genera dificultad para establecer límites claros entre acciones propias del apoyo, labores domésticas y actividades de la vida cotidiana. Generando en muchos casos graves y serias consecuencias en la calidad de vida del ‘cuidador’ como afectación psicológica, sobrecarga laboral, ansiedad, infelicidad o depresión.

“Mirando a profundidad la situación a la que se expone el familiar cercano, sin experiencia ni preparación, pero con un profundo amor por su hijo, hija o la persona a la que está cuidando, es una responsabilidad que sobrepasa a cualquiera y que nos enfrenta con nuestras limitaciones”, enfatiza Teresa. (GRS-Prensa).

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