Se dice que “la caridad empieza por casa” y algo similar debe suceder con la Navidad. En esta época en la que somos llamados a vivir el amor, la paz y la fraternidad, debemos comenzar por dónde debe ser, por la familia.

La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, que debe ser al mismo tiempo, un renacer en nuestra propia vida, un cambio que evidencie fe y coherencia. Por eso la Navidad es un momento de reconciliación, de paz interior, de amor. Y la primera esfera de acción debe ser la familia.

¿Qué le puedes regalar a tu familia?

Nos llenamos de satisfacción dar obsequios de navidad a los más necesitados, ¿pero cómo está nuestro propio círculo familiar? Tal vez podría estar igual o más necesitado: relaciones fracturadas, rencores entre familiares, problemas conyugales, falta de tiempo para los padres, abuelos o hijos, entre otros.  

Y es que en realidad no existe la familia perfecta como lo dice el Papa Francisco, quien asegura además que no hay que temerle a la imperfección, a la fragilidad, ni a los conflictos: «hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón» asegura el Papa.

Así que esta época es la oportunidad para reflexionar sobre ese papel que cada quien tiene dentro del núcleo familiar y el lugar que le damos a nuestras realidades familiares, pues sin darnos cuenta, utilizamos mucho tiempo para otros asuntos y muy poco para aquellos con quienes compartimos nuestra vida y son los que le dan sentido a nuestra existencia.

El Padre Oscar Pezzarini en uno de sus artículos, escribía algunas preguntas que vale la pena destacarlas:

– ¿Cuántas veces nos dedicamos a salvar al mundo, en nuestras charlas, en nuestra imaginación, en nuestras discusiones, y lo que nos “sobra”, se lo dedicamos a la familia?

– ¿Cuántas horas invertidas en salvar nuestras tareas, nuestro negocio, nuestras amistades, nuestras diversiones, y es muy poco el tiempo que le damos a la familia?

– ¿Cuánto tiempo solemos tener para hablar con los demás, con los vecinos y amigos, pero para hablar de y en la familia, con nuestros padres o con nuestros hijos, siempre nos falta tiempo?

– ¿Cuánto tiempo utilizamos en compartir con los amigos y compañeros, pero muy pocas para estar con nuestros hermanos, para disfrutar de nuestra familia, para escuchar a nuestros padres, o siendo padres para interesarnos por lo que les pasa a nuestros hijos…?

Finalmente cabe anotar que nada hacemos con regalar juguetes y alimentos cuando en realidad somos distantes u ofensivos con los seres que nos rodean… La Navidad empieza por casa.

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