Mauricio Salgado Castilla msalgado@xmaseducacion.com

Aumenté la velocidad del limpiabrisas, pues la lluvia se había convertido en un aguacero. De pronto, apareció un ciclista, de la nada, que rozó el espejo izquierdo del vehículo, me pasó y se perdió en el callejón que formaban dos inmensos buses azules adelante. Cambié a luces altas y pude apreciar que iba completamente vestido de negro, con un morral del mismo color y sin casco, de modo que, con la lluvia de la noche, difícilmente se veía. Pensé que esa persona no valora los riesgos de manera asertiva y pensé que ojalá no fuera corredor de bolsa o que la vida de alguien no dependiera de él.

Minutos después, llegué al centro médico al que me dirigía y el ciclista de negro estaba asegurando su bicicleta. En cuestión de segundos hizo magia, desapareciendo el overol y vistiéndose con un uniforme de médico. “Muy eficiente”, pensé, pues desapareció muy rápido, aun antes de que yo pudiera alcanzar la puerta.

Una hora después salí y lo volví a encontrar. Ahora salían coronas perfectas de sus labios, qué eficiente era fumando, también. No aguanté la tentación, me acerqué y le dije, simplemente, “qué buen estado físico tiene, doctor. Esta mañana me pasó raudo en su bicicleta negra y, en medio del humo, ahora tampoco lo veo claro”. No esperé a que me contestará, podía sentir sus ojos proyectando rayos, como un robot japonés de baterías, y nuevamente pensé “ojalá no sea quién leerá mis exámenes, porque creo que tenemos definiciones diferentes de salud y riesgo”.

¿Dónde está el Tesoro?

Generación tras generación los seres humanos hemos considerado la juventud como el más valioso tesoro, pues en esta etapa las personas se enferman menos, pueden trabajar sin descanso, asistir a fiestas hasta muy tarde, jugar una partida de futbol, vivir en el estado del arte gracias a la educación, viajar y tener sexo como si funcionaran con baterías Energizer. Como consecuencia, un gran porcentaje de personas con su cabeza llena de hebras de plata se dedica a recordar y añorar su juventud. Muchos dicen que quieren hacer lo que no pudieron en esa época: viajar, ir a fiestas, emborracharse con los amigos o comprar el auto soñado, así su reconstrucción sea más onerosa que el último modelo.

La juventud, como todas las épocas de la vida, es maravillosa, pero no lo es más que la niñez, la adultez o cuando se vive lleno de canas.

Entonces, la juventud no es la mejor época de la vida. De hecho, el 60 % de los jóvenes del mundo sufren algún tipo de acoso o maltrato, por parte de compañeros o familiares. Además, las competencias que adquieren, incluso aquellos que tienen la fortuna de asistir a una universidad, no son garantía de una buena vida, ni a nivel personal ni laboral.

Pensamientos motivadores

En virtud de los hallazgos de los neurocientíficos, sabemos que el área prefrontal del cerebro es la última región en conectarse, en funcionar, y es la dedicada a la empatía, la formación de criterio y la toma de decisiones asertivas, lo cual solo sucede, para muchas personas, cuando se es mayor de 25 años, y solo si la educación impartida propicia las conexiones necesarias, lo cual no es lo usual en la actualidad.

En este sentido, no importa la vida que se tenga, pues en todas las edades es posible vivirla satisfactoriamente. En cada etapa se pueden construir vidas que valgan la pena vivirlas, explorando la dicha de aprender a montar en bicicleta o nadar, el primer beso, entregar el primer trabajo, crear un emprendimiento, descubrir cómo se es realmente y aquello en lo que se destaca, encontrar soluciones a problemas complejos, el gozo de ayudar, tomarse un café con alguien especial, hablar de todo y descubrir que se puede aprender y lograr mucho aún, gracias al trabajo con otros. 

Los neurocientíficos han ratificado, también, que el cerebro sigue haciendo nuevas conexiones neuronales ante los aprendizajes y la búsqueda de soluciones en todas las edades. Es decir que todos los momentos de la vida son una gran oportunidad para aprender, crear y producir, de modo que no importa la edad, pues, aun cuando la persona ya no corra en tiempo récord una maratón, puede descubrir nuevas formas de respirar; de tener pensamientos que la motiven; de cultivar su capacidad para aprender, comprender y analizar; de construir una posición crítica y tomar decisiones asertivas día a día, para sí mismo y lo más importante para mejorar la vida de otros.

Mineros de su propia plata

Muchos, sin saberlo, tienen una colección de bienes, una verdadera fortuna que no es de oro u ónix como el cabello negro, es plata, pero no esa que han buscado por siglos los gambusinos, como en las películas, con una mula que sabe a dónde ir así nunca haya ido. Su fortuna son esas canas, grises, plata, blancas o, incluso, ya sin nada, que indican que se han enriquecido, que contemplan el mundo de formas nunca antes vistas. Estas personas comprenden, analizan y toman posiciones, lo que les permite aportar mucho, ayudar, solucionar problemas, aprender y producir.

La cuestión radica en convertirse en un minero de su propia plata, pues se pueden tener 90 años y no saber quién se es, podría creerse a esa edad que se era ingeniero y considerar que su vida carece de valor, debido a la ausencia de trabajo. Entonces, las canas no serán ya de plata y la persona se perderá en los recuerdos de la juventud, de cuando iba a la oficina y era reconocido como ingeniero, médico o abogado. Personas así son quienes consideran que “todo tiempo pasado fue mejor”, pero ¡no es así! Pueden creer que ahora solo son “viejos” y su valor está dado por ser abuelos, de modo que sin nietos no tienen sentido sus canas, pero ¡NO!

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A emprender

De hecho, más allá de las cuestiones económicas y la ausencia de trabajo ante la jubilación, el retiro genera miedo porque se pierde quien se es, pues el ser se ha limitado a la profesión o al cargo que se ocupa en el trabajo.

Así, para conocer a un niño se le pregunta su nombre, edad, colegio y curso. En el caso de una persona adulta, se le pregunta en qué empresa trabaja, y si es una gran multinacional se dice que ha triunfado, mientras que si se trata de un emprendimiento se le cuestionó si no sería mejor trabajar en una empresa estable.

Rara vez se pregunta qué le apasiona, qué le hace sonreír, qué le gusta hacer, qué quisiera aprender, qué quiere descubrir, a quién quisiera ayudar, qué le gustaría enseñarle a otro o qué huellas quisiera dejar en el mundo.

No importa la edad que se tenga, es importante intentar responder a todas las preguntas y gozar el momento. No se trata de actuar como los niños o los jóvenes, sino de ser quien se es, de descubrirlo. Cada año de vida genera nuevas riquezas; las canas y las arrugas son una forma de saberlo explícitamente. Entonces, el tiempo que se dedica a parecer más joven podría invertirse en saber quién es, descubrir aquello en lo que se destaca y lo que le gustaría hacer por el resto de su vida. Como esto no es fácil, en la Corporación de la Microempresa le acompañamos en estos pasos, y, una vez lo conozcas, descubrirás que la plata vale más que el oro.

¿Tienes el gen plata? #genplata, agrupa a las personas de diferentes generaciones, cuya actitud los lleva a valorar y trabajar con otros, no es cuestión de edad, puede ser de la generación Z, un Millennial o un “baby boomer”,   reconocen tanto la experiencia cómo el conocimiento de punta en los desarrollos tecnológicos, buscan compartir lo que saben y su deseo de aprender, de generar ideas innovadoras para crear condiciones positivas de vida para los otros como para sí mismos, ayudando a propiciar una conducta empresarial responsable, en emprendimientos, en servicios profesionales y en las empresas, luchando contra las discriminación, la pobreza y las injusticias.

¿Quieres conectarte con otros #genplata? Usa este hatchdag en todas tus comunicaciones.

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