Por Guillermo Romero Salamanca

En la variedad está el placer. Una de las bendiciones que posee Colombia es su diversidad en frutas.

Para los foráneos, encontrar papayas, banano dominico, melón, duraznos sabaneros, pitahayas, carambolas, patillas, feijoa, curuba de monte, piña perolera, granadillas, ciruelas serranas, mora de castilla, guanábana, lulo, mango criollo, tamarindo, maracuyá, níspero, mandarinas clementinas, uvas de jugo, guamas, pomarrosas, borojó, chontaduro, mangostino, mamey, tomate de árbol, uchuvas, peras, zapotes, guamas, guayabas y una extensa lista de manjares, es una verdadera delicia.

Jugos con agua, leche o mezclados con otras frutas. Granizados y de diferentes tamaños se convidan por doquier.  

En Cartagena es necesario degustar la limonada de coco; en Soledad, Atlántico, el helado de aguacate; en Valledupar las grosellas con sal y en Santiago de Cali son famosas las luladas, el champús y los cholados, manjar con variedad de frutas, sabores y dulces.

En Medellín infinidad de cremas –así les dicen a los helados– multicolores y de sabores se ofrecen por doquier.

En todo el país se brinda el café o tinto y la aguapanela –fría o caliente, con queso o almojábana—y en algunos municipios de Valle del Cauca venden también el guarapo de caña.

En Bogotá convidan al canelazo –no apto para diabéticos—que contiene aguapanela, aguardiente y canela. En algunos sectores les venden a los turistas chicha de maíz y los consabidos helados de agua. Son famosos los sorbetes de curuba y los de guanábana para acompañar a los ajiacos.

En los asaderos ponen a disposición de los comensales el célebre refajo que lleva cerveza, gaseosa, aguardiente y bastante hielo.

En los Llanos Orientales se puede refrescar el gollete con el carato –panela de papelón, con clavos, guayaba  y harina—limón de panela y vino de uvas silvestres.

En Boyacá, además de los jugos y el guarapo de miel, se presenta la chicha de los siete granos, un fermento que además de adocenar a los bebedores les alivia los gaznates.

El masato –elaborado con maíz o con arroz– es común en Cundinamarca, Tolima y el Huila.

Por los lados del Eje Cafetero el sirope es la bebida tradicional y refresca a los visitantes. Panela, clavos, canela y bastante limón para los sedientos.

En la Unión, Valle del Cauca toman el famoso “Trabuco” que contiene leche, yemas de huevo, fécula de maíz, canela, clavos de olor, esencia de vainilla, azúcar y una copita de aguardiente o de ron.

En Yotoco, camino de Buga a Santiago de Cali, sirven un exquisito jugo de uva.

Por los lados del Cauca el turista pide aloja –una bebida producto de la fermentación de las vainas del algarrobo–, kumis o una gaseosa Reina.

En Buenaventura las bebidas más apetecidas son El jugo del Amor Prohibido, el Tumba Catres, Chucha ciega, Caigamos juntos, Quema patas y un sinnúmero más de néctares afrodisíacas hechos a base de borojó, kola granulada, pene de tortuga, especias y secretos de quien lo prepare.

En El Cerrito, Valle del Cauca, eran famosos los vinos del señor Roberto Salcedo, abuelo del arquero Jorge Rayo, que eran fermentados en el techo de su casa y elaborados con tomate de árbol, guayaba y como ingrediente principal le añadía huevos de gallo.

La leyenda dice que muchos embarazos se debieron a esos elíxires que preparaba don Roberto.

Colombia es, en definitiva, país de jugos y bebidas exóticas.

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