Un llamado directo del Papa Francisco al presidente de Rusia, Vladimir Putin para que detenga la guerra y otro al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky para abrirse a propuestas de paz seria, un profundo dolor por la sangre derramada y una firme condena al riesgo de una escalada nuclear de consecuencias catastróficas.

¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino solo destrucción?, se preguntó el Pontífice este mediodía en Roma, antes del rezo del Ángelus.

“Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me duelen los miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin casa y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios”, manifestó el Papa este domingo 2 de octubre, que la iglesia consagra a los Ángeles Custodios.

EL MENSAJE COMPLETO

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El curso de la guerra en Ucrania se ha vuelto tan grave, devastador y amenazador que es motivo de gran preocupación. Por eso hoy quisiera dedicarle toda la reflexión antes del Ángelus. De hecho, esta terrible e inconcebible herida de la humanidad, en vez de cicatrizarse, sigue sangrando cada vez más, con el riesgo de agrandarse.

Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me duelen los miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin casa y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios. ¡Ciertas acciones no pueden ser justificadas nunca, nunca! Es angustiante que el mundo esté aprendiendo la geografía de Ucrania a través de nombres como Bucha, Irpín, Mariúpol, Izium, Zaporiyia y otras ciudades, que se han convertido en lugares de sufrimiento y miedo indescriptibles. ¿Y qué decir del hecho de que la humanidad se enfrenta una vez más a la amenaza atómica? Es absurdo.

¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino solo destrucción? En nombre de Dios y en nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables. Y serán tales si se fundan en el respeto del sacrosanto valor de la vida humana, así como de la soberanía e integridad territorial de cada país, como también de los derechos de las minorías y de sus legítimas preocupaciones.

Deploro vivamente la grave situación que se ha creado en los últimos días, con nuevas acciones contrarias a los principios del derecho internacional. De hecho, aumenta el riesgo de una escalada nuclear, hasta el punto que hacen temer consecuencias incontrolables y catastróficas a nivel mundial.

Mi llamamiento se dirige ante todo al Presidente de la Federación Rusa, suplicándole que detenga, también por amor a su pueblo, esta espiral de violencia y muerte. Por otro lado, entristecido por el inmenso sufrimiento de la población ucraniana tras la agresión sufrida, dirijo un llamamiento igualmente confiado al Presidente de Ucrania para que esté abierto a serias propuestas de paz. A todos los protagonistas de la vida internacional y a los líderes políticos de las naciones, les pido insistentemente que hagan todo lo que esté a su alcance para poner fin a la guerra en curso, sin dejarse arrastrar en escaladas peligrosas, y que promuevan y apoyen iniciativas de diálogo. ¡Por favor, hagamos posible que las jóvenes generaciones respiren el aire saludable de la paz, no el aire contaminado de la guerra, que es una locura!

Tras de siete meses de hostilidades, se recurra a todas las herramientas diplomáticas, incluso las que hasta ahora no se han utilizado, para poner fin a esta terrible tragedia. ¡La guerra en sí misma es un error y un horror!

Confiamos en la misericordia de Dios, que puede cambiar los corazones, y en la maternal intercesión de la Reina de la Paz, en el momento en que se eleva la Súplica a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, unidos espiritualmente a los fieles reunidos en su Santuario y en muchas partes del mundo.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Manifiesto mi cercanía a las poblaciones de Cuba y Florida, golpeados por un violento huracán. Que el Señor acoja a las víctimas, dé consuelo y esperanza a los que sufren y sostenga los esfuerzos de solidaridad.

Y también rezo por los que perdieron la vida y resultaron heridos en los enfrentamientos que estallaron después de un partido de fútbol en Malang, Indonesia.

Esta tarde tendrá lugar la proyección, en la fachada de la Basílica de San Pedro, de una obra audiovisual sobre la figura del apóstol Pedro. Las proyecciones se repetirán hasta el 16 de octubre, todas las tardes desde las 21 a las 23. Gracias a todos los que han trabajado en esta iniciativa, que inaugura un itinerario pastoral dedicado a san Pedro y a su misión.

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de varios países: familias, grupos parroquiales, asociaciones. Saludo en particular al grupo de la diócesis de Nanterre (Francia) y al de la Misión católica italiana de Karlsruhe (Alemania). Saludo a los fieles de Cordenons, Corbetta, Arcade Povegliano, Formia, Grumo Appula y Cagliari.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

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