por Alberto González

Las autoridades de Bogotá dicen que la ciudad tiene unos 8.5 millones de habitantes, pero no señalan que se movilizan también por la capital quienes viven en Soacha y más de 30 municipios circunvecinos.

Hay municipios dormitorios, agricultores, ganaderos, turísticos, educativos, pero Bogotá lo reúne todo y es una ciudad donde se vive para trabajar.

Si bien Transmilenio moviliza a 2 millones de habitantes cada día, hay más de 400 rutas del Sistema Integrado de Transporte Público, 50 mil taxis –con sus picos y placas–, camionetas y busetas informales y un sin número de mototaxis, las personas buscan movilizarse a como dé lugar.

Desde hace tres años, en la ciudad surgió Uber, una plataforma con la cual las personas encuentran en vehículos particulares, otra posibilidad para sus movilizaciones.

Cuando llueve, con hay diligencias de último momento y no aparecen los taxis, el sistema de Uber es una rápida solución. La desventaja, no contar con un buen celular para tener la aplicación y la ventaja: de una vez le informa cuánto cuesta el servicio.

Los taxistas protestaron por la llegada del sistema, pero poco a poco se han dado cuenta que hay que modernizarse, entrar en plataformas, mejorar el servicio y comprendieron que la ciudad necesita más de 50 mil vehículos para transportar a los usuarios.

TransMilenio colapsa en las horas pico. El sistema cuenta cada vez con menos vehículos que ya pasan a ser chatarrizados porque cumplieron con sus años de servicio y porque el mantenimiento no ha sido el más adecuado. Movilizar más de 2 millones de personas a diario ofrece complicaciones como seguridad, recorridos y sobre cupos.

El servicio de taxi continuará, de eso no cabe dura, los conductores deben comprender que el tiempo ha cambiado. Ya en casi todas las ciudades del mundo, los turistas usan el sistema por la prontitud, seguridad y porque sabe a ciencia cierta, cuándo les costará su movilización.

Los taxistas alegan que el servicio no es legal y que el Ministerio de Transporte no ha logrado dar con un método para poner en las mismas condiciones. Es necesario comprender que el Estado es paquidérmico, le importa que lleguen más impuestos y que le hacen el favor a los bancos que están dichosos con los préstamos que les hacen a los nuevos transportadores de usuarios.

Uber, en definitiva, es un mal necesario.

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