Por Guillermo Romero Salamanca

Jaime “el flaco” Agudelo nació, vivió y trabajó con un solo objetivo: hacer reír al mayor número de personas. Cuando subía por la calle 19 en Bogotá, para grabar en los famosos Estudios Gravi, paraba en las esquinas para saludar al lustrabotas, a la señora de los dulces, al vendedor de camisas o al taxista que le pitaba. Reía con todo el mundo.

Por su forma de caminar también le decían “la pantera rosa”, fue también ayudante del Inspector Jota Jota que hacía el “mocho” Sánchez, pero también fue Jaimito, que, al estilo del Chavo del Ocho, dramatizaba a un pequeño e inquieto niño vestido de marinero. Era, además, un imparable contador de chistes, con una maravillosa memoria y con una capacidad histriónica única, por eso fue el humorista que duró 45 años en “Sábados Felices” y que en sólo dos oportunidades no pudo asistir a las grabaciones.

Estas inasistencias fueron obligatorias: por los dos infartos que sufrió en su vida.

“El flaquito”, como le decía Alfonso Lizarazo era amigo de sus compañeros, le divertía ir a trabajar, tomar tinto con cada uno de los integrantes del famoso programa de humor. Siempre llegó a los estudios con su vestido de saco y corbata.

Vivía en el occidente de Bogotá hasta cuatro meses antes de fallecer. En el barrio no era un vecino más, sino el principal habitante. Lo querían el panadero, el señor de la farmacia, el peluquero, el habitante de calle, el gerente del banco, el administrador del supermercado.

A este palmirano le fascinaba la música. Tocaba guitarra y tenía también un teclado con el cual cantaba y entonaba sus canciones y los boleros que le gustaban.

Nunca entendió del por qué el país estaba en guerra. No lo creía. Le parecía increíble que hubiera enfrentamientos entre soldados y guerrilleros colombianos. “El flaco” de por sí, no tuvo nunca enemigos, no peleó con nadie, siempre buscó el diálogo como solución y quería cada uno de los rincones en los cuales fue invitado a contar sus chistes. Conoció por su labor unos 18 países, pero siempre se quedaba con su Palmira del alma y no podía dejar a un lado su acento con el “ve, mirá, oís” y tantos dichos vallecaucanos.

Jaime Agudelo como «Jaimito» uno de sus más famosos personajes. Foto Caracol Televisión.

En las entrevistas contaba que había nacido en el popular barrio de La Colombina en Palmira y que en su casa natal había una placa que decía: “Se vende leña”.

En 1961 viajó con su hermano para cantar –una de sus pasiones—y durante varios años conformó con “El mocho” Sánchez, Álvaro Lemon, Pedro Nel Martínez,  y “Humberto Martínez Salcedo” el grupo “Los ruanetas” con el cual grabaron varios álbumes para CBS temas como “La calle del Pecado”, “La colombina”, “El kokoroy”, “Caro Carolina”, “La Sirena”, “Tengo”, “Compae Pancho”, “Caballo viejo”, “Las coplas del ja, ja, ja” y “La loca Margarita”, entre otros.

Jaime Agudelo fue una de las figuras de la televisión en el Siglo XX. Estuvo en la época en la cual sólo había dos canales y se transmitía en blanco y negro. Fue ganador, incluso, del mítico “Antena de la Consagración” como mejor humorista de Colombia. Participó durante años en la campaña «Una escuelita en su corazón» y jugó fútbol en el equipo de las «Estrellas de la Televisión» con el fin de recolectar fondos para ayudar miles de personas.

Trabajó con Montecristo, estuvo en “Operación Ja Ja” con Fernando González Pacheco-Castro y fue uno de los líderes de “Sábados Felices”. Siempre vivió agradecido con Caracol Televisión.

Hace nueve años sufrió una caída, fue remitido a un centro hospitalario, pero días después, el 21 de diciembre, no soportó más y partió para el cielo con otro objetivo: seguir divirtiendo y haciendo feliz a quien se le pase por delante.

¡Qué gran personaje!

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