Por Guillermo Romero Salamanca

¿Doctor y puedo tomar licor?, es una de las preguntas recurrentes después de formular a un paciente.

La inquietud aumenta en ciertas temporadas: festividades de mitad de año, el día de la madre o del padre, Amor y amistad y desde luego, las fiestas de fin de año.

Diversidad de alcoholes etílicos. Foto CGBUY

Las bebidas alcohólicas son aquellas que tienen etanol, ese líquido volátil y de olor suave que se obtiene a partir de la fermentación de azúcares y que, desde luego, está mezclado en cervezas, vinos, vodkas, ginebras, whiskies, aguardientes, rones, chicha, guarapos y el aparente e inofensivo masato.

“El alcohol etílico o también conocido como etanol es una de las sustancias psicoactivas más consumidas en el mundo industrializado. A dosis moderadas es un ansiolítico socialmente aceptado; tras ingerir pequeñas cantidades se registra una relajación y desinhibición del individuo con una mayor capacidad para relacionarse. No obstante, si se mantiene la ingesta de alcohol, se produce una pérdida gradual del control, con progresiva disminución de la conciencia y en último extremo puede llegar a producirse la muerte por depresión respiratoria. Todos estos efectos no son más que la muestra de la creciente y profunda depresión del sistema nervioso central (SNC) que provoca el consumo de alcohol”, explica la profesora Esmeralda Salazar, del Acta Odontológica venezolana.

“Lo cierto es que el consumo de alcohol genera cambios en la interacción con diferentes fármacos”, concreta el doctor Juan Guillermo Ortiz, director de la Clínica de la Universidad de La Sabana.

“El consumo de alcohol etílico puede modificar de forma importante el efecto de los fármacos. El metabolismo de los fármacos se altera de forma distinta cuando el consumo es agudo o crónico”, comenta la doctora Esmeralda Salazar.

PUNTOS CLAVE

  • “En pacientes que consumen alcohol de manera crónica se produce una inducción de las enzimas hepáticas que da lugar a un aumento de la tasa de biotransformación y una disminución de la actividad de algunos fármacos como, Warfarina, acetaminofén, antidiabéticos orales y rifampicina. Por este motivo, los alcohólicos presentan tolerancia a estos medicamentos y necesitan dosis más altas de estos fármacos para conseguir el efecto terapéutico deseado, excepto si llegan a una situación de cirrosis hepática en la que está disminuida la función hepática y por lo tanto la biotransformación”, agrega la estudiosa de estas mezclas.
  • Dice también que el consumo agudo de alcohol, es decir, de forma ocasional, “produce la inhibición de las enzimas hepáticas involucradas en la biotransformación, observándose un aumento de las concentraciones de algunos fármacos como benzodiacepinas, fenobarbital, fenitoína, clorpromacina, clometiazol y ciclosporina, pudiendo prologarse su actividad farmacológica, así como una mayor incidencia de efectos adversos”.
  • “La ingesta aguda de alcohol con fármacos depresores del SNC como son los fármacos ansiolíticos, hipnóticos, opioides, antihistamínicos, entre otros, produce una mayor alteración psicomotora porque además de la inhibición del metabolismo se potencia el efecto depresor del SNC de cada uno de ellos”, señala la doctora Esmeralda.
  • El alcohol también puede aumentar el riesgo de lesiones de la mucosa gástrica además de prolongar el tiempo de hemorragias cuando se ingiere juntamente con antiinflamatorios no esteroideos.
  • El licor no se debe ingerir con acetaminofén ya que se incrementa el potencial tóxico a nivel hepático de este analgésico-antipirético tan ampliamente utilizado tanto en la población pediátrica como en el adulto.
  • “En otras situaciones se ha observado que al administrarse alcohol y ciertos medicamentos conjuntamente, se inhibe el metabolismo del alcohol, esto hace que la concentración del alcohol etílico en sangre aumente de manera desproporcionada lo que provoca una serie de manifestaciones clínicas desagradables en el paciente tales como náuseas, vómitos, sudoración y enrojecimiento de la cara, a los pocos minutos de la ingestión alcohólica, este fenómeno se conoce como efecto anta Buse. Entre estos medicamentos están el disulfiram, algunas cefalosporinas (cefamandol, cefoperazona, cefotetán), la clorpropamida, el ketoconazol y el metronidazol”, explica la doctora.

Lo grave: combinar licor con medicamentos puede ocasionar efectos contrarios o disminuir el efecto terapéutico deseado, lo que limitará el apropiado control de la enfermedad, poniendo en peligro la salud y la vida del paciente.

Cuadro de www.actaodontologica.com/ediciones/2003/1/interacciones_medicamentos_alcohol.asp


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