Por Claudio Ochoa

A manera de respiro, diversos artistas cubanos están poniendo en auge una canción, “Patria y Vida”, para llamar la atención en la isla y en el mundo sobre la ausencia de libertades y la pobreza que los agobia, durante más de 60 años de opresión.

Coincide su llamado y contrasta su situación con la torpeza cometida por el gobierno colombiano, poderosos empresarios y parte del Congreso Nacional, entre otros interesados, al pretender imponer una despiadada “reforma tributaria” (así llaman en Colombia el raponazo anual adicional de los gobiernos), que dio oportunidad a todo tipo de vándalos, incluidos conocidos políticos y sindicalistas de añejo estilo, quienes detrás de su fuero promueven la destrucción, el incendio y el caos.

Contrasta esa ausencia de libertades en la isla castrista con el exceso de autonomías y privilegios que tienen los destructores de Colombia. Allá peligra la libertad de andar por la calle y terminar en una cárcel, con cualquier atrevimiento a denunciar el sistema.

Claman los de “Patria y Vida”:

“…Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada

A punta de pistola y de palabras que aún son nada.

No más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas

Ya no gritemos Patria y Muerte sino Patria y Vida

Y empezar a construir lo que soñamos, lo que destruyeron con sus manos.

Que no siga corriendo la sangre, por querer pensar diferente

Quién le dijo que Cuba es de ustedes, si mi Cuba es de toda mi gente…”

Acá los grupos organizados, en sindicatos, amparados en banderas políticas, en “todas las formas de lucha”, pueden sabotear la actividad diaria cerrando vías, derrumbando monumentos, quemando propiedad ajena, destruyendo lo que encuentran a su paso y atentando contra la autoridad, y poco castigo ocurre, casi nada.

Normalmente estos protagonistas (incluida los de la contraparte) quiebran la ley, se benefician de la casa por cárcel, ganan por el vencimiento de términos, jueces que se apegan a errores en la captura, manejan a su favor la opinión pública o reciben apoyos judiciales no tan santos.

Es lo que estamos viendo y viviendo durante estos oscuros días, al amparo de la legítima protesta y con la ayuda de un gobierno, además de ciego ante la corrupción, ignorante en sus diversas responsabilidades, manejado por organismos internacionales victimarios y sumamente debilitado. Al punto que los “neo salvadores” de Colombia están ganando más y más legitimidad, pues muchos ciudadanos incautos, ante la ausencia y fallas de Gobierno, están cayendo en sus redes, y van camino a las elecciones legislativa y presidencial, para ser atrapados por manos populistas, destructores de riqueza y creadores de más pobreza.

El combate es de extremas contra extremas y en el centro y en la base las clases media y pobre, cada vez más golpeadas. Quienes han aprovechado la pandemia para enriquecerse y despilfarrar, atropellando aún más nuestra economía, se ofrecieron como salvadores a través de la torcida fiscalista, y están atorados en su propio invento. La otra extrema insiste e insiste en tocar por fin a los potentados, ya es hora, y como el gobierno depende de ellos, no los tocará, y su contraparte persistirá y persistirá en el “legítimo” paro y sus secuelas.

Así nos coge el inicio de campaña electoral y los caóticos tienen un delicioso menú en sus manos, con ingredientes aportados por el gobierno y sus socios en el legislativo y compadres empresariales. Más destrucción, más pobreza, más desgobierno.

Desde la isla apuran los preparativos. ¿Cómo que cogieron a delincuentes colombianos facilitando la “nacionalización” de cubanos y venezolanos? ¿Para qué los primeros, acaso no tienen todo lo que desean en su Venezuela?  ¿Para qué los venezolanos, acaso el doctor Duque no les ha ofrecido todas las garantías? Claro, mejor su incursión electoral con papeles de colombianos, con falsa identidad y ciudadanía. Otra ventaja a su favor…

Duros días nos esperan y es nuestro deber de colombianos parar a los dos caudillos extremistas, quitarles el oxígeno. Que desde ya se presenten en el escenario las varias alternativas centristas y ayuden a frenar el combustible que viene alimentando el paro y el vandalismo. No más Petro, no más Uribe, que esta confrontación y sus falsas esperanzas cesen. Organicémonos alrededor de nuevos nombres, nuevas opciones, que los hay los hay. No sea que, en pocos años, muy pocos, terminemos sumándonos al movimiento de los artistas cubanos, “Patria y vida”, una vez hayamos perdido lo poco que tenemos, como es el derecho a la libertad.

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