Por Guillermo Romero Salamanca

¿Qué haría usted si de repente se encuentra al Papa en la cocina? Durante la visita pastoral de Juan Pablo II a Colombia –que se realizó entre el 1 y el 7 de julio de 1986—visitó a Bogotá, Chiquinquirá, Popayán, Medellín, Bucaramanga, Armero, Tumaco, Cartagena, Barranquilla y Santiago de Cali y fue allí donde ingresó, de un momento a otro a la cocina del Seminario.

Aura Ligia estaba preparando los alimentos cuando el pontífice abrió la puerta, se dirigió al lavaplatos, abrió la llave, se lavó las manos y cuando se las secaba con el trapo de las ollas, entonces ella, aún asombrada, le alanzó un limpión sin usar y se ganó una sonrisa.

Ese era Juan Pablo II. Sencillo. Práctico. Al Papa polaco le fascinaba esquiar y practicó este deporte hasta los 73 años. Es recordada la historia de un chiquillo que se lo encontró en la pista. Los dos hicieron un par de bajadas por la montaña. El pequeño le decía a su mamá que estaba esquiando con el Papa. La señora no creía hasta que el mocito se lo presentó.

Hace 13 años, millones personas lloraban en el mundo entero. Fallecía Juan Pablo II, el Papa 264 de la iglesia católica. Desde hace 3 años se le llama San Juan Pablo II porque fue canonizado por el papa Francisco.

Karol Jósef Wojtyla nació en Wadowice, Polonia el 18 de mayo y murió el 2 de abril de 2005. Su pontificado empezó el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte.

Toda su vida estuvo llena de lecciones. Doña Emilia, madre de Karol, decía que su pequeño Lolek sería un gran hombre.

En 1927, después de que el piloto americano Charles Lindbergh cruzó el Atlántico con su aeroplano, le preguntaron al pequeño Karol:
– ¿Tú que querrás ser cuando seas grande?

– Seré piloto –respondió.

– ¿Y por qué no sacerdote?

– Porque un polaco puede llegar a ser un segundo Lindbergh, pero no puede llegar a ser Papa.

No fue aviador, pero recorrió 1.140.000 kilómetros. “¿No se supone que debo ser el Papa de todo el mundo?”, solía decir.

El 16 de octubre de 1978 a las 13.45 la deportista polaca Wanda Rutkiewicz llegó a la cumbre del monte Everest. Hasta ese momento, ningún montañista polaco había conquistado esa cima, ella era también la primera mujer europea que lo conseguía. Ese mismo día y hora, monseñor Karol Wojtila fue  elegido como Papa 264 de la Iglesia.

El 10 de junio de 1979, Wanda se encontró con él en Cracovia, durante su primera peregrinación a Polonia y le entregó una piedra conmemorativa de ese evento. Juan Pablo II le comentó:

-El buen Dios quiso que en ese mismo día los dos subiéramos tan alto.

Para Juan Pablo II todo era normal.

Monseñor Slawomir Oder, sacerdote encargado de promover la causa de canonización de Karol Wojtyla, contó una historia sobre losucedido cuando un periódico publicó fotos del Papa en traje de baño, lanzándose a la piscina de Castel Gandolfo.

“Cuando la noticia llegó a colaboradores del Papa, cundió el pánico: “¡Una foto del Santo Padre en bañador!”. Parecía que la Iglesia tendría que afrontar una crisis de comunicación.

Cuando le informaron, Karol Wojtyla comentó, como si se tratara de lo más normal del mundo: “¿De verdad? ¿Y dónde lo podré ver publicado?”.

“Y es que le daba igual”, comenta monseñor Oder. «Lo que parecía algo gravísimo, pasó como algo totalmente normal, que no afectaba ni a la vida ni a la misión del Santo Padre».

Era un hombre de memoria prodigiosa. Amante del teatro, la poesía y el canto. Poco después que el poder cambiara de manos en Polonia de los nazis a los comunistas, él y sus compañeros seminaristas volvieron al seminario, pero las cañerías se habían congelado y las letrinas se encontraban en un estado de profundo caos. Sin inmutarse contribuyó a limpiar todo.

Según él mismo, el día más feliz de su vida fue cuando canonizó a la hermana Faustina como la primera santa del milenio. Con la venta de sus libros “Cruzando el umbral de la esperanza”, contribuyó con la reconstrucción de iglesias destruidas en Yugoslavia.

San Juan Pablo II tenía una ética laboral increíble, y uno de sus secretarios le describió como un “volcán de energía”. Trabajaba entre 12 y 16 horas diarias. Escribía unas 3.000 páginas anuales. Se sabía los nombres de los obispos, de los porteros, de los conductores y de los diplomáticos que le visitaban. Fue el primer Pontífice en visitar una mezquita.

Le fascinaba reír y reírse de él. Era el Papa de la alegría, de la esperanza y de la paz mundial.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=d4-pbQnZQv0




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