Por Esteban Jaramillo Osorio
Las dispendiosas disputas entre dirigentes y futbolistas, con amenazas de paro, discusiones por descansos, sueldos por encima o debajo de la mesa, tajadas de tv, mesas de conciliaciones, con protagonistas obstinados en su silencio, como rechazo a la ley con burlas públicas, deberían dirimirse como las grandes citas futboleras, con disparos desde el punto penalti.

Sería una encarnizada disputa, con lanzadores elegidos por los dos grupos en discordia. Ejecutantes y porteros, de diferente procedencia.

Uribe, por un lado, Petro por el otro. Tan acostumbrados ellos a dividir el país con sus odios enfermizos y sus sofocos públicos, obligados a competir en los escenarios donde los deportistas lo unen a través de sentimientos y emociones genuinas. Juanes aquí, Shakira allá.

A todos les gusta la pantalla y tendrían enardecidas las tribunas. Se venderían todas las boletas. Santos ausente, enfrascado en su nuevo libro de autoelogio y profilaxis.

Sánchez Cristo en un bando y Sarmiento Angulo en el otro, sin la ayuda del VAR de la justicia.

Podría ser como aquella disputa de Nacional cuando ganó la primera copa Libertadores. O la del Once Caldas, cuando el pueblo, mi pueblo, fue a la gloria. Pregúntenle a Higuita y Henao lo que es parar un penalti… y a Valentierra, lo que es cobrarlo.

!Ay Manizales del alma!

Al final, como en las contiendas políticas, no habrá ganadores ni perdedores. Todos se adjudicarán el triunfo. Y el futbol volverá a sus cauces.

De pena máxima como en Colombia, en el pasado, se casaron muchos con la novia encinta y revólver en la cabeza.

Se evitarían casos como el de Santiago Nasar, ultimado por los hermanos Vicario, bajo la sospecha de ultraje a su hermana, Angela, como lo relata con su realismo mágico, García Márquez, en su «Crónica de una muerte anunciada.» De penalti pudo preservar su vida.

Desde el punto penal, todo se arregla. Así algunos jueguen con la ventaja que da la técnica.

Uno, además, patearía Shanon de Lima, la de James, para admirar sus curvas. Otro Loreley, la de Falcao, amenizado con sus canciones religiosas. No habrá opción de cobro para Bacca y Tesillo por sus fallos en el mundial y copa América.

Es que el fútbol tiene cosas bellas.

De esa manera el balón volvería a lo suyo, sin las manchas por discusiones estériles desde los escritorios, deliberaciones pueriles, o micrófonos condicionados por contratos, estómagos o bolsillos.
¿No les parece?
Lo digo como lo pienso, así me cueste.

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