Por José Luis Ramírez- Ediario.com.co

El secretario de Gobierno de Bogotá, Luis Ernesto Gómez, enfrenta por estos días un de los retos más complicados que le ha puesto la vida en sus 38 años de existencia: ayudar a evitar el contagio masivo de una enfermedad totalmente desconocida para las pasadas y presentes generaciones de la humanidad. El coronavirus.

Luis Ernesto Gómez ha sacado a flote sus dotes de maestro -que las tiene como docente de maestrías de Gobierno y de Derecho Laboral en varias universidades de Bogotá- para hacerles entender a las personas que el Covid-19 no es un juego sino una verdadera amenaza y que todo depende del comportamiento de cada uno. Literalmente, se ha dado a la tarea de salvar vidas.

Dijo que “sorprende que aún muchas personas no dimensionan el desafío de salud que estamos enfrenando. En tan solo 24 horas en Italia murieron 651 personas y hoy en las calles de Bogotá hay personas que no tienen ninguna necesidad de estar por fuera de sus casas”,

En los últimos cinco días, para el secretario de Gobierno las noches se han hecho más cortas y los días más largos: entra y sale de su lugar de residencia para monitorear el cumplimiento de la cuarentena, que es clave para reducir el impacto del coronavirus en la salud y en la vida de los bogotanos.

En su recorrido por la ciudad este economista y politólogo, que desde el 1 de enero ocupa la Secretaría de Gobierno, no ha tenido inconveniente de pararse en medio de las protestas para persuadir a los vándalos de reclamar por las vías pacíficas, y ahora se enfrenta a quienes no se están tomando en serio en Bogotá el peligro que representa el contagio masivo del coronavirus.

En sus desplazamientos por las localidades selló 767 establecimientos que no podían operar y amonestó a los responsables de sedes bancarias que están autorizadas para funcionar, pero no estaban respetando la medida de no permitir aglomeraciones de más de 50 personas.

Uno de los casos con que se encontró, por ejemplo, fue el de un latonero que estaba ejerciendo su oficio como si no pasara nada en el mundo, imbuido en su trabajo, sin tener consciencia del peligro que estaban corriendo él, su familia y sus vecinos, por ejercer una labor que no está autorizada ni es esencial en medio de la emergencia por el Covid-19.

En el primer día de cuarentena, por ejemplo, tuvo que amonestar con el apoyo de la policía a más de 500 personas que salieron a las calles sin tener autorización para prestar o requerir un servicio esencial. Se sellaron 67 negocios, entre ellos la gran mayoría que no podían operar.

Dura tarea le espera a este joven ejecutivo que se ha dado al servicio de la comunidad. Ha tenido que dedicarse a explicarles a los ciudadanos en las calles que las medidas que se están aplicando no so caprichosas. Incluso le ha tocado sellar negocios, multar ciudadanos y a conductores que se resisten a guardar su carro: 372 fueron amonestados en un día.

Sin importar la indisciplina y resistencia de algunas personas, él continuará perseverando, utilizando su capacidad de persuasión, fortaleza que ha demostrado tener.

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