Por Luis Felipe Salamanca

Orar puede ser…
un rosario de recuerdos,
un poema melodioso,
un salmo de alabanza,
un canto de confianza,
un clamor, un pedido,
unas gracias,
un silencio roto,
un ramillete de loores,
un mar de exclamaciones,
un lamento o varios,
un gemido en la desolación,
una manifestación de júbilo
o un compromiso de cariño;
algo que se escribe o se sugiere,
un beso lanzado al aire
como buscando el cielo,
un aroma de flor en primavera,
una corriente de aire que refresca,
una cálida brisa que acaricia,
un sonido claro y diáfano
o un susurro casi imperceptible,
un pétalo más otro, más otro,
un trazo para muchos ilegible,
una luz en el ocaso,
o un suspiro en la alborada
y un largo etcétera…
Pero eso sí, será siempre una
expresión de fe y amor a Dios
y una apuesta a la esperanza.

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