Por Guillermo Romero Salamanca-Comunicaciones CPB

Sonó el teléfono y era él, el hombre que más sabe de latín y griego en Colombia. Sólo atiné a decirle: «ecce ego quia vocasti me!». El profesor Teodoro Gómez, sorprendido tradujo: “Aquí estoy porque me has llamado”.

Él es un verdadero amante nato del latín y del griego. En todas las reuniones en el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) es consultado por alguna palabra: ¿De dónde viene sortilegio?, le inquiere alguien y él, ahí mismo comienza a contestar: “Viene del latín sors, sortis, suerte y legere, leer. Es decir, la adivinación del futuro mediante las artes mágicas. De sortis también están consorte, sortija, y sortilegio, entre otras…”

Y así puede ser con una decena de palabrejas más.

Es tanto su amor por el latín que tiene el blog “Clepsidra Teodoro” con más de 25 mil lectores.

Oriundo de Manzanares, Caldas, salió muy joven para Bogotá a estudiar Filosofía en la Universidad Nacional. “Para mí esa institución fue un paraninfo de personajes ilustres como Jaime Jaramillo Uribe, que era un gran historiador y el decano de Filosofía y Letras, Rafael Maya, poeta piedracielista, Edelvis Pacioti y el lituano Jousas Saranka, quien me dictaba griego. Uno de mis compañeros de pupitre fue el actor Gustavo Angarita”.

ENTRE CAMILO TORRES Y CARLOS LLERAS

“Camilo Torres era el líder en esos años. Acababa de llegar de Bélgica, donde había estudiado en la Universidad Católica de Lovaina. En esa época bullía el comunismo por doquier. Él era un sacerdote distinto a todos, empezando porque no usaba sotana como los demás y llegaba con una chaqueta a la universidad. Nos daba charlas entre socialismo y religión. Criticaba a la clase dirigente y expresaba sin temores cómo se debería de manejar el país. Tenía una oratoria agradable y los estudiantes le dábamos aplausos y vítores por sus expresiones”.

“A la universidad también iba Gilberto Vieira. Era tal el comunismo que imperaba que uno en la calle se encontraba con un condiscípulo y se saludaba con “Hola camarada, ¿cómo estás?”. Y claro, si uno no asistía a las famosas asambleas, lo bautizaban con el remoquete de “esquirol”, es decir traidor”. Ese era el ambiente en la Universidad, aunque varios estudiantes disentíamos, porque nos animaban otros grandes ideales de futuro, especialmente por sendero de la vida académica, centrados más en la convergencia que en la divergencia social.

“En esa época no había pedreas, porque las ideas se exponían simplemente. Sin embargo, a medida que la agitación crecía se echaban al aire las consabidas frases de “abajo el gobierno” y “a derrocar a la clase política”.

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En la Feria del libro de 2118 con Andrea Macrolongo autora de El idioma de los dioses.

–¿Y estuvo en el abucheo a Carlos Lleras?

–Claro que sí. Eso fue el 24 de octubre de 1966, con motivo de la inauguración de un edificio donado por la Fundación Rockefeller. Carlos Lleras Restrepo, presidente electo en ese momento, visitó la Universidad Nacional de Colombia. Se sabía que era cascarrabias y entonces se comentó que al principio se le harían preguntas suaves para que tomara confianza, pero una vez que se levantara una pancarta, se comenzaría con una silbatina para que no olvidara su presencia en la Universidad. Minutos antes nos repartieron los pitos plásticos que vendían en el Ley. Cuando el presidente comenzó a recibir los tomatazos, pidió protección y se lo llevaron al segundo piso. Uno de los asistentes fue Enrique Santos Montejo, Calibán y los muchachos le decían que no fuera a publicar nada malo de la universidad o de lo contrario, le cogerían su carro a piedra. No fue fácil esta situación de controversia, porque reinaba una honda controversia de posiciones ideológicas.

–¿De dónde nace su anhelo de estudiar Filosofía?

–“Yo soy caldense, de Manzanares, un apacible municipio del oriente, con personas muy amables y muy cordiales. De allá son también Humberto de la Calle, el gran escritor Bernardo Arias Trujillo y el investigador Joaquín Montes, entre otros.

“De allá nació mi afición por el cafecito que despierta el ánimo. Y cuando se invita a alguien a tomar un tinto quiere decir que es para dialogar, tal como lo hacía Platón con sus amigos con el ágape, que era un simposio donde se tomaba algo o se comía cualquier bocado, pero que era una oportunidad para dialogar y argumentar. Así empezó la Filosofía ese sabio Platón, cuando la gente llegaba a preguntarle sobre lo humano y lo no humano”.

“Preguntar mueve la razón humana. Cuando se comienza con interrogantes, empieza también la Filosofía a funcionar. Sócrates iba al areópago, que era un campo de preguntas. Para que la educación se mueva, para que exista la producción se requieren los interrogantes. Un periodista es un pedagogo que hace preguntas: ¿qué? ¿quién? ¿dónde? ¿cómo? Lo mismo pasa con los abogados que dicen “Deme el hecho y te daré el Derecho”. Da mihi facta ego dabo tibi ius.

Y, desde muy pequeño, preguntar ha sido mi vida. De ahí esa pasión por filosofar.

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Con su señora Cecilia y su hija Dorita en la Universidad de la Sorbona.

–Una de sus virtudes también es la de pedagogo.

–Sí, para ser profesor se debe tener vocación. Yo estudiaba en la Universidad y me di cuenta que a nosotros los filósofos nos tocaba escribir, pero teníamos un problema: escribir para publicar, había que tener buena plata. Yo tenía un amigo, era profesor del Salesiano León XIII quien me comentó que había una vacante y acepté. Cuando uno está estudiando necesita plata, fui y comencé a dictar Filosofía y Literatura. El contacto con los estudiantes es apasionante. Los jóvenes, decían los griegos,  NeaniaV son los ejecutores de las cosas nuevas.

Miles de estudiantes han pasado por sus clases. Y cuando de hablar de educación, habla de su extenso recorrido.

Fui docente del Colegio Salesiano León XIII, el mejor colegio de Bogotá, en deportes, educación física y teatro, de donde egresó el dramaturgo Luis Enrique Osorio. Allí conocí a los padres Rosario Bacaro, autor de libros de Filosofía y al P. Javier de Nicoló, fundador de la República de los Niños de la calle.

En 1967 fui profesor del Colegio Nacional Pinillos de Mompox, antes Universidad San Pedro Apóstol, la primera Universidad de la Costa. Allí publicamos periódicos murales para los “Centros literarios”, amenizados con vallenatos, oratoria y teatro. Debatimos la Revolución de los Universitarios  de la Universidad de la Sorbona  en el Barrio Latino de París, en Mayo de 1968, que impactó al mundo, con el líder Daniel El Rojo, al enarbolar la bandera de la Postmodernidad, con el Grito estudiantil de “Prohibido Prohibir,” que puso en jaque el principio de la autoridad y exaltó la inteligencia emocional postmoderna de hacer lo que nos dé la gana, el instinto, el capricho  –palabra que viene de capra = cabra, más locos que una cabra–,  en lo que estamos ahora.

En 1970 fui de los profesores fundadores de la Escuela de Administración de Negocios, EAN, dirigida por el Dr. Perico Afanador y los Hermanos Crisien, en su primera sede, en un edificio al sur del Parque Caldas, contiguo a la Empresa de Teléfonos de Bogotá.

En este mismo año me inicié en el Colegio Nacional Camilo Torres, de Bogotá, de donde egresaron ilustres personajes como Jaime Posada, director de la Academia de la Lengua, Diego Uribe Vargas, Lucho Garzón y el cantante Víctor Hugo Ayala.

En 1971 me vinculé a la Universidad La Gran Colombia, como docente y director del Centro de Ética y Humanidades, que es la columna vertebral de la Universidad. Fui presidente del Honorable Plenum de la Universidad y actualmente miembro de la Honorable Conciliatoria.

Con el Dr. José Galat fui miembro fundador del Canal Internacional de Teleamiga. formamos el Consejo de Fundadores “Ictus” que dio origen al canal.

En la Universidad de la Salle de Bogotá, fui docente por 31 años, igualmente en la Universidad Militar Nueva Granada y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en La Libre y en la Pedagógica Nacional.

En uno de sus viajes periodísticos por Londres.

–¿De dónde nace su amor por el latín?

–como estudiante de Filosofía, debía tener el conocimiento claro de dónde provienen las palabras. Tuve la fortuna de ser alumno de Edelvis Pachioti, una profesora que tenía una manera de hacer que sus estudiantes se enamoraran de su materia.

–¿Y por qué decide lanzar su blog Clepsidra Teodoro?

–Muchos creen que el latín es una lengua muerta, pero está más viva que nunca. Es la base de nuestro idioma. Si se quiere aprender, se debe estudiar latín. Un día determiné lanzar un blog. Ahora tengo más de 25 mil lectores.

Estoy terminando un libro: gramática latina con novedosos conceptos, diagramas y métodos.

AMOR OMNIA VINCIT, el amor vence todas las cosas.

–Profesor, ¿se está escribiendo bien en Colombia?

–Hay gente que escribe muy bien: William Ospina, Gustavo Castro Caycedo, muy claro, con mucha investigación. Gabriel García Márquez, ha batido el récord.  Lo grave, eso sí, es que ha muerto la poesía, la de ahora no tiene la inspiración, ni la musicalidad, ni la armonía de otro tiempo. Me encantaban los poemas de Guillermo Valencia, Porfirio Barba Jacob, José Joaquín Casas Castañeda…

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En clase de latín en la Universidad La Gran Colombia.

–¿Cómo fue su ingreso al CPB?

–Yo dirigía muchos periódicos para los estudiantes de los colegios y las universidades. Un buen día, Carlos Mora me insinuó ingresar al CPB.

Me dijo: “Usted que ha sido profesor, pero también ha dirigido revistas como “Horizontes” del Colegio Salesiano, editada en la imprenta de la “Hípica” y “La Meta”, “Valores Humanos” para la Universidad La Gran Colombia, “Inquietudes” para el Camilo Torres, entre otros, debe ingresar al Círculo de Periodistas de Bogotá.

De eso hace ya más de 10 años.

El CPB es una institución de muchísimo valor. Esta organización mueve el pensamiento en Colombia. Cada año, en todo el país, la gente espera La Noche de Los Mejores, donde participan más de mil periodistas de todo el país, de las zonas más alejadas y todos llegan con ideas novedosas y con trabajos donde se entrecruzan la tecnología y el pensamiento.

He sido prejurado de Tesis de grado y he visto muchos trabajos dignos de todos los premios.

Gracias a la labor de Gloria Vallejo, el CPB se ha proyectado en las Academias de La Historia, de la Lengua, en las diversas facultades de Comunicación social y Periodismo de las Universidades y en el Ministerio de las Tic ha sido clara su participación. Hay que felicitar también a la Junta Directiva del CPB., que al lado de la Señora Presidente Gloria enaltecen a nuestro gremio con magnífica labor, ad honorem.

–¿En qué ha trabajado en el CPB?

— Pertenecí a la Comisión de revisión de los estatutos, en compañía de los periodistas Sylvia Jaramillo, Clarita López y Alfonso Murillo, Jairo Ruiz y en la Comisión de ética con los periodistas Sylvia Jaramillo, Ana María Alzate, Luis López y Carlos Piñeros, comisiones en las cuales hemos podido apreciar a fondo la filosofía, la trayectoria, la organización, los fines y los recursos técnicos y humanos del CPB y también sus dificultades y las notables ejecutorias del gremio y de sus participantes.

IURIS PRAECEPTA SUNT HAEC: HONESTE VIVERE, ALTERUM NON LAEDERE, SUUM CUIQUE TRIBUERE

–Profesor Teodoro, ¿usted por qué considera que Gnaeus Domitius Annius Ulpianus imparte una Buena lección de vida?

–No se sabe a ciencia cierta ni dónde nació ni en qué año, pero se calcula como 200 años antes de Cristo y Ulpiano desarrolló su trabajo en Roma como base de la jurisprudencia. Lo dijo: “Los preceptos del Derecho son: vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo que es suyo”.

Si todos cumplimos con estos mandamientos, las cosas serían más sencillas. Así debe ser nuestra vida, nuestro comportamiento y la regla principal de la justicia.

–Beatus es?

–Beata vita perfecta est.

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