Saltarse el desayuno tiene un componente genético, según ha demostrado un estudio publicado en «The American Journal of Clinical Nutrition» y firmado por los científicos Hassan Dashti y Richa Saxena, del Centro de Medicina Genómica del Hospital General de Massachusetts, y por Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia e investigadora en el Hospital Brigham and Womenn’s de la Universidad de Harvard, entre otros expertos.

La investigación se planteó debido a la existencia de estudios contradictorios sobre si es bueno o no saltarse el desayuno. «La obesidad siempre se asoció al hecho de saltarse el desayuno, pero lo que no se sabía era si la persona se saltaba el desayuno con la intención de adelgazar porque estaba obeso o si sucedía lo contrario, es decir, que por saltarse el desayuno tenía una mayor predisposición a padecer obesidad», explica Marta Garaulet.

Así, el estudio ha confirmado que saltarse el desayuno es «causa» de obesidad y no «consecuencia» tras definir cuáles son los genes que están implicados en este proceso.

¿Cómo se ha llegado a esta conclusión? El estudio, que ha secuenciado el genoma de unas 200.000 personas, refleja las distintas variantes genéticas asociadas con el hábito de desayunar. «Gracias a una metodología denominada randomización mendeliana, el estudio genético ha permitido comprobar ese factor de causalidad.

Las personas analizadas mostraban un índice de presencia de estas variantes genéticas de 0 a 6 puntos. Aquellos que tenían el factor 6 de riesgo son los que tenían una mayor tendencia genética a saltarse el desayuno», aclara. Esto indica que hay una tendencia de nacimiento, genética, a saltarse el desayuno, pero aún así esto se puede cambiar, no estamos predestinados, dice Garaulet, podemos elegir si queremos o no desayunar.

Pero no solo depende de eso ya que Marta Garaulet, experta en cronobiología, indica que son muchos los factores que influyen en el riesgo de padecer obesidad, como los «ritmos circadianos». Así la experta cita otro estudio reciente, publicado en «International Journal Obesity» cuyas conclusiones revelan que si una persona es de «cronotipo matutino» o alondra (los que llevan a cabo las principales actividades voluntarias por la mañana) tiene el doble de probabilidad de tener un peso saludable si desayuna un alto contenido de energía, que si se salta el desayuno o consume en él pocas calorías.

Este mismo estudio revela que los de «cronotipo vespertino» o búhos (los que llevan a cabo las principales tareas voluntarias por la tarde o noche) tienen cinco veces más riesgo de padecer obesidad si consumen la mayor cantidad de energía durante las dos horas previas al descanso. «Esto quiere decir que, aunque existen pautas que puedan aplicarse a todo el mundo como el hecho de que comer más por la mañana es mejor que cenar tarde, a las «alondras» les hace bien desayunar fuerte y a los «búhos» les hace muy mal cenar tarde», concluye Garaulet.

Pero entonces, ¿engorda saltarse el desayuno?

Si, saltarse el desayuno es causa de obesidad, pero esto no quiere decir que a todos nos engorde, la cuestión es más compleja según revela Marta Garaulet, quien indica, no obstante, que lo que sí es probable es que las personas que se salten el desayuno tengan una mayor facilidad de engordar si el ambiente en el que se mueven es obesogénico, es decir, si comen más de lo que necesitan, o se mueven menos, si comen según sus emociones, y se dan otros factores que también influyen en que engordemos.

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