Por Édgard Hozzman

–“¿Con quién hablas?”, me preguntó mi hijo Nicolás que estaba en el segundo piso de la casa.

–Con el maestro Rubén Darío, le contesté.

–Cuidado le despedaza el celular con esa voz, me volvió a decir Nicolás.

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«Mi primera Vuelta partió de Santa Marta. Niño se cayó y era el gran favorito», recuerda. Foto Blu Radio.

Así es. Rubén Darío Arcila Monsalve tiene la voz más fuerte de la radio colombiana. Los Shure tiemblan cuando suelta su melodiosa y bien manejada sonoridad para narrar lo que más le gusta: el ciclismo.

Cada miércoles, en la mañana, hablamos un rato y en esos diez minutos imparte una clase sobre los más recientes acontecimientos del ciclismo. Es quizá uno de los hombres más cultos del país. Ha leído un sinnúmero de escritores y una gran cantidad de libros de la exquisita literatura mundial. Posee un léxico impecable y combina frases con figuras literarias que se reflejan en sus transmisiones. Los oyentes quedan extasiados y las mujeres simplemente dicen: “¡Tremendo poeta!”.

“Me dicen Poeta, un apodo cariñoso y de alto rango. Pero es tremenda responsabilidad para alguien que- como yo- lee a Barba Jacob, Silva, Arciniegas, Neruda, Carranza con enorme reverencia y admiración. Puedo tener destellos, relámpagos, pero los mencionados maestros son Dioses de la palabra que iluminan todo el tiempo”, cuenta mientras suelta una de sus estruendosas carcajadas y ahora sí temo por mi celular.

Rubencho, como le dicen sus seguidores, es marca de éxito de las transmisiones deportivas. La gente lo busca en el dial. Saben, además, que es símbolo de buenos augurios, cuando él narra, a los pedalistas colombianos les va bien.

Y es que el maestro ha recorrido buena parte de la geografía de América y Europa y los más exigentes estudios de la radio internacional. Ha pasado por todas las cadenas, ha hecho tantos programas para la radio y televisión que ni él mismo sabe no se preocupa por estadísticas.

Tiemblan esos micrófonos cuando habla Rubencho. Foto Colombia.com

“Entre Tours, Giros Vueltas al Táchira, Guatemala, Giros, Guillermo Tell, Comunidad Europea, Mundiales en Suiza, Austria, Italia…perdí la cuenta”, dice ahora sin desparpajo.

Un miércoles del 2012, le pregunté: “¿dónde anda maestro?”. “En Guatemala”, contestó. “Estoy narrando la vuelta de este país y haciendo unos programas”, agregó.

“Hágame el favor y se devuelve para Colombia que allá lo necesitan”. Y regresó, se fue a los olímpicos y transmitió la medalla de oro de Mariana Pajón. Todos los colombianos lloramos con la narración y cuando sonó el himno nacional las lágrimas impedían que habláramos.

Hace años le tocaba transmitir desde cabinas telefónicas a las orillas de las carreteras, sentía la lluvia, el calor o respiraba el olor de los bosques. Ahora cuenta con un estudio con gigantescas pantallas de televisión, información al segundo vía internet y modernos celulares. Ayuda del satélite y café o agua helada sobre la mesa.

Rubencho, el poeta, el periodista, el hombre que vive intensamente el ciclismo, sufre y llora con los logros de nuestros escarabajos en tierras extrañas, le ha contado a Colombia en un lenguaje coloquial, el que entendemos todos.

–Maestro, ¿usted también ha llorado narrando?

–Clarooooo. Fue cuando triunfó Lucho Herrera. ¡Qué ciclista! En ese año el equipo era de puros criollos, puros colombianos. Era la primera vez. Estábamos ahí día a día, durmiendo con ellos, respirando etapa por etapa. Esta vez con Nairo, la actuación de Esteban Chaves por el podio le añadió dramatismo a la carrera. Lo de Atapuma fue la ñapa.

Georgina Ruiz Sandoval, "La Goga", y Rubén Darío Arcila, "Rubencho"
«Trabajar con GOGA tan cerca, compartiendo desde el desayuno hasta el último pedalazo, es reconfortante para cualquier profesional. Sabe mucho.», dice. Foto Caracol Televisión.

–¿Algo lo ha deslumbrado?

–El triunfo de Martín Ramírez en la Douphiné Liberé del año 84. Esos ciclistas superaron la prueba de la nieve, temperaturas bajo cero, cronómetro individual. Sin médico, sin uniformes, con las uñas, apenas terminaron dos hombres – Wilches y Ramírez- contra la poderosa banda de Hinault, Lemond, Pascal Simon, Phil Anderson. Tengo fotos colgado de una bocina telefónica transmitiendo para Colombia por RCN.

–¿Qué le admiraba a Martín Emilio Cochise?

–Cochise Rodríguez el mejor pasista. Su primera etapa la ganó en el Valle.

–Maestro, son 46 años narrando ciclismo…

–Juemadre, ¡cómo pasa el tiempo! Yo iba de jovencito al velódromo a ver a los hermanos Saldarriaga, Ramón Hoyos, Mario Escobar y “papaya” Vanegas. El Speaker oficial era Julio Arrastía Brica. Tomaba ubicación solo de tal manera que el túnel me quedara de frente. Por esa boca aparecían los ciclistas de la Vuelta a Colombia, salían de la oscuridad a la pista llena de luz.

Mi primera transmisión fue una Vuelta de la Juventud en 1973. Salió de Neiva y ganó Julio Alberto Rubiano. Y en todos estos años el mejor ciclista que he visto se llama Eddy Merckx, lo llamaron justamente “El Caníbal”. Corría todo el año y todo lo ganaba. Un monstruo.

Claro está que la historia ahora la dirá Colombia. Nos demoramos un poco en aprender y si hasta hace unos años los diez ciclistas de la historia del pedal eran Nairo Quintana, Santiago Botero, María Luisa Calle, Álvaro Pachón Morales, Cochise Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra, Rigoberto Urán, Rafael A. Niño y Álvaro Mejía, ahora tenemos que decir que hay más de 30 excelentes pedalistas.

–¿Ya está listo para las jornadas de este año y habrá más “Paso a la victoria”?

–Completamente y téngalo presente. Serán muchos los podios en este 2019.

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