Por Gilberto Castillo, miembro academia de historia de Bogotá
“Ricaurte en san Mateo, en átomos volando, deber antes que vida con llamas escribió”. Es éste, quizá, el acto más heroico que se plasmó en las estrofas de nuestro glorioso Himno Nacional de cuya letra es autor Rafael Núñez con una música maravillosa del compositor Oreste Síndice que lo convierte, según dicen, en el segundo himno más lindo del mundo por su melodía.
Y es que Antonio Clemente José María Bernabé Ricaurte y Lozano de Peralta, llamado el héroe de San Mateo, si murió en la batalla de esa hacienda que, entre otras cosas, era de propiedad del Libertador, pero no murió porque hiciera salir a sus soldados de la gran casa de la hacienda para él, en un acto heroísmo, prenderle fuego de un disparo a unos barriles llenos de pólvora y matar a un sinnúmero de realistas. Sí murió ese 25 de marzo de 1814, en dicha batalla, pero de un lanzazo y un disparo, y fue el mismo Bolívar quien lo encontró tirado boca arriba y con las espaldas quemadas por el sol.
La historia la cuenta, tal como sucedió, Luis Perú de la Croix en su libro: Diario de Bucaramanga, y el mismo Bolívar la confirmó de manera certera en una charla con su estado mayor durante el Congreso de Cúcuta.
Al respecto dice el libertador: “Yo soy el autor del cuento, lo hice p`a entusiasmar a mis soldados, p’a los enemigos realistas y dar la más alta idea de los militares granadinos”. Más allá de esta versión, de nada sirven las llamadas aproximaciones que algunos quieran hacer del hecho. La versión de la Croix que vivió al lado de Bolívar y conoció mucho de su vida a lo largo de diez años, es absolutamente cierta y aún más contundente la del mismo Bolívar que confiesa su mentira piadosa.
Era el capitán Antonio Ricaurte, como más se le conoce, descendiente, como muchos de nuestros héroes libertarios, de la más encumbrada élite neogranadina. Su apellido Lozano de Peralta, por el lado de su madre, lo muestra como nieto del Marqués de San Jorge, el hombre más rico y prominente del nuevo Reino de Granada a quien Arturo Abella en su libro, el Florero de Llorente llamó, burlonamente, el héroe del chocolate santafereño y razones no le faltaron. Era también sobrino directo de Jorge Tadeo Lozano de Peralta, mártir de la independencia, fusilado por Pablo Morillo, porque como dice el mismo Abella: “La oligarquía criolla se rebeló contra los antepasados padre o abuelos (españoles) a quienes debía sangre, religión y estilo. Cuando fue madura y poderosa, hizo la revolución” y así, suplantando su propia sangre se apropiaron del gobierno y de todos sus estamentos para crear una oligarquía muy criolla y muy fuerte.
El desarrollo completo de estos hechos los puede encontrar en mi libro: Hilos de Sangre y otras historias, así se formó la oligarquía en Colombia.
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