Dra. Dª. Ana Haro García, Farmacéutica y Tecnóloga de los Alimentos, Diplomada en Nutrición. www.puleva.es
La jalea real es el alimento de la abeja reina y responsable de su gran tamaño, su enorme fertilidad y su gran longevidad. En la nutrición humana, la jalea puede resultar el complemento dietético perfecto de una dieta saludable en situaciones de especial desgaste, por su gran riqueza nutritiva, siempre que se emplee en la dosis adecuada.La jalea real mejora el rendimiento físico y mental, ayuda a la capacidad de aprendizaje y a la memoriaLa jalea real es una sustancia líquida, de color blanco y aspecto viscoso, segregada exclusivamente por abejas obreras jóvenes, de unos 5 a 14 días de edad. No se trata de la transformación de una materia prima, como es el néctar en el caso de la miel, sino de una sustancia que es secretada por las glándulas hipofaríngeas y mandibulares de las abejas, cuando disponen de polen, agua y miel.
En principio, la jalea sirve de alimento para todas las larvas de la colmena durante sus tres primeros días de vida. Después, sólo las larvas destinadas a ser reinas continuarán siendo alimentadas con jalea real pura, el resto de las larvas serán alimentadas con una mezcla de miel, polen y agua. Asimismo, la jalea representa para la reina el alimento durante toda su vida, lo que la hace más longeva en relación con sus congéneres, alcanzando los cinco años de vida (a diferencia de las obreras y zánganos, con una esperanza de vida de 30-45 días), le confiere un mayor tamaño que las obreras (entre un 30% y un 40% más), y unos órganos sexuales más desarrollados que garantizan su fertilidad a lo largo de toda su vida (ponen más de 2000 huevos al día), en comparación con las obreras que los presentan atrofiados.
El sorprendente efecto de la jalea sobre las larvas de la abeja sugirió que se valorara su aplicación en humanos. En medicina empírica se ha aconsejado durante mucho tiempo su uso como remedio eficaz frente a distintas patologías aunque sin constatación científica alguna que evidenciara sus propiedades curativas.
Desde hace años, cada vez son más los estudios científicos encauzados a descifrar su compleja composición y esclarecer el porqué de sus beneficiosos efectos sobre la salud del organismo. Los resultados obtenidos son reveladores y muy satisfactorios en muchos aspectos.
Las abejas no tienen capacidad para almacenar jalea real, sólo la producen cuando la necesitan, para cubrir las necesidades de sus larvas o para el mantenimiento de la reina. La cantidad que producen es muy pequeña, tan sólo se pueden recoger ciertas cantidades de jalea del excedente que queda en las celdillas de las larvas reales y cuyo depósito supera claramente las necesidades alimentarias de la larva.
Los apicultores han ingeniado distintos métodos para la obtención de jalea real en cantidad adecuada. Su aplicación requiere que las colmenas estén huérfanas, es decir, sin la presencia de la abeja reina, y construir celdas con larvas obreras recién nacidas, susceptibles de ser adoptadas por abejas nodrizas, que intentan hacer con estas larvas nuevas reinas, llenando las celdillas con jalea real. Además, para estimular la producción de jalea real, se dota a la colmena de una alimentación artificial (miel, polen y agua) adicional. A los tres días, se lleva a cabo la cosecha, retirando la larva de la celda para después extraer la jalea real de cada una de las celdillas. Aún así, la producción de jalea real por colmena es muy pequeña y no supera los 300 g de jalea/colmena/año, en la mayoría de los casos.
La composición de la jalea real es muy variada, dependiendo de varios factores, entre ellos, de la edad de las abejas y de la alimentación que hayan recibido. Es rica en agua (67%), pero también es una excelente fuente de hidratos de carbono y proteínas (11% y 12,5%, respectivamente). Además, aporta pequeñas cantidades de ácidos grasos, vitaminas, minerales, enzimas, aminoácidos, etc.
Todos estos compuestos sólo constituyen la fracción más conocida de la jalea real, quedando aún componentes por descubrir y a los cuales poder atribuir sus propiedades, que se creen debidas a la sinergia existente entre los mismos. En este sentido, las investigaciones prosiguen con el fin de dilucidar y ratificar sus potenciales efectos sobre el organismo.
Al igual que ocurre con otros productos apícolas, como la miel o el polen, son numerosos los beneficios atribuidos al consumo de jalea real en humanos. Entre los más destacables están los siguientes:
Por todas estas propiedades, cabe pensar que la inclusión en la dieta de este producto ofrece numerosas ventajas nutritivas, preventivas, e incluso curativas de ciertas carencias nutricionales, e igualmente puede resultar muy aconsejable como coadyuvante en la prevención y tratamiento de ciertas dolencias, aunque se mantienen abiertas las correspondientes líneas de investigación al respecto.
La jalea real está especialmente indicada para deportistas, niños con mucha actividad, ancianos, o en personas que sufren estrés y sobreesfuerzo (tanto físico como psíquico) como, por ejemplo, estudiantes en época de exámenes. Sin embargo, no es una panacea universal y conviene ser cautelosos en su utilización y hacerlo siempre bajo prescripción facultativa.
Un aspecto importante a considerar es la dosis a la que se debe consumir. La jalea real es un buen complemento de la dieta en situaciones puntuales, durante breves períodos de tiempo, y es muy importante respetar las dosis.
No es recomendable su administración prolongada en cantidades excesivas. Si se ingiere en gran cantidad, la jalea produce cefalea, aumento de la tensión arterial, aumento del ritmo cardíaco y náuseas.
Está contraindicada en la enfermedad de Addison (insuficiencia crónica de las glándulas suprarrenales).
No se recomienda para asmáticos o personas que sufren de alergias, ya que podría causar reacciones alérgicas severas, en personas obesas y diabéticas. Sin embargo, para estas últimas ya se pueden encontrar en el mercado jaleas reales a las que se les ha sustituido la sacarosa por otro azúcar que si toleran, la fructosa.
Para un adulto, la dosis diaria recomendada es de aproximadamente medio gramo, nunca se deben sobrepasar los 1000 mg/día. Generalmente se aconseja hacer tratamientos de 2 meses y un intervalo de descanso de 2 a 3 meses, tras el cual se valora la posibilidad de reiniciar el tratamiento.
Para los niños, la dosis es normalmente entre el 30 y el 50 por ciento de la dosis del adulto.
Para consumirla, con ayuda de una espátula pequeña de plástico o madera (el metal está desaconsejado por las reacciones químicas que pudiera desencadenar), se toma una pequeña cantidad del tamaño de un grano de arroz y se coloca debajo de la lengua. De esta forma, la jalea es absorbida a nivel sublingual y pasa directamente a sangre. Es preferible tomarla por las mañanas antes de desayunar.
En el comercio, la jalea se puede encontrar fresca, mezclada con miel, polen o liofilizada. La jalea real pura debe ser conservada a menos de 4º C, o bajo cero, para que no pierda sus propiedades. Se deteriora rápidamente por acción de la luz solar, el oxígeno del aire, la humedad y, principalmente, por el calor. Por su elevada acidez, ataca a los metales, por lo que se deben usar para su envasado materiales plásticos o vidrio color topacio.
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