Esteban Jaramillo Osorio
Sé que están nítidos en tu memoria tu primera cancha, tu primer equipo, tu primer gol y tu primer triunfo, si eres futbolero como yo.
Tan bellos recuerdos, como tu primer beso, tu primera novia y tu primera faena de alcoba, nerviosa y adolescente.
Tengo un balón en mis ojos, y otro en mi boca. Es mi fiebre de estadios, tribunas, canchas, cabinas de transmisión y artistas con el don de la alegría, con destreza en sus pies.
En mis estimulantes discusiones sobre fútbol, que incluyen, en ocasiones, rivalidades, celos y una abierta predisposición crítica, exhibo mi pasión por el fútbol bien jugado, con la pelota bien tratada, con el arte en mentes y pies como relevo de las prácticas circenses.
Con la ciencia que transforma, sin las mentiras que lo prostituyen, o las métricas que lo reducen a una simple y matemática expresión.
Con sus millones de rostros y los miles episodios. Tan incierto, tan hipnótico y tan encantador. Con tantas formas de verlo, de sentirlo y de contarlo
Quisiera un tercero ojo, para no perderme el mínimo detalle, de este juego vertiginoso a veces tan puro, tan emotivo y seductor.
Yo, que quiero morir en un estadio, micrófono en mano. Yo que toco de primera, que disfruto los centros con roscas, que aplaudo gambetas, amagues y esquives, que me inclino reverente ante un túnel, una doble pisada en velocidad, un gol olímpico, un amague de bailador, una chilena o la magia de un taco en la antesala a la red.
Disfruto el fútbol de potrero, admiro las defensas rocosas, los ataques demoledores, los goleadores que adornan o simplifican la maniobra en el área de gol y los creadores con cualidades sin fin.
Yo no admito el fútbol sin polémicas. Que no vislumbro el juego sin un árbitro. El que Valdano llama “Placer infinito”, o Vásquez Montálban, el prolijo escritor español, “Una religión en busca de un dios.”
El fútbol sin delitos y sin trampas, con el placer de verlo o de jugarlo.
Futbol “Dinámica de lo inpensado” de Dante Panzeri o “Simplemente futbol”, como lo denomina en ESPN, Kike Wolf.
El fútbol con dioses de carne y hueso de obscenos sueldos y escandalosas transferencias. Mitos e ídolos reconocidos por sus habilidades, impulsados por el marketing, héroes de pasarelas, con músculo, tatuajes, hábiles exhibicionistas con extravagantes vidas. Que producen noticias hasta tomando un café.
Amo el fútbol, señores, a pesar de sus máscaras, de su hipocresía. Mi pasión no tiene fin.
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