La verdad: le tienen pánico.

No lo conocen. De pronto no lo vieron como se desenvolía en las canchas. Fue un delantero con grandes habilidades, con goles inolvidables y con celebraciones con salto de rana.

Controvertido. Con decenas de historias en la cancha, en los camerinos y, desde luego, fuera de ellos. En los equipos donde ha participado ha dejado una huella imborrable por sus goles, sus comentarios, sus alegatos. Nunca tuvo cerrada la boca a la hora de criticar a compañeros, directivos, entrenadores y técnicos, pero también se preocupaba por el golpe que recibía un compañero y fue el primero en felicitar a un colega por un gol o por un hecho destacado.

Creció con una costumbre de no saber qué era una derrota. Lloraba ante la adversidad, por las dificultades, pero también era débil ante las amistades que le llevaron por caminos no santos.

Peleador. Pendenciero. Con el madrazo a flor de labios porque así creció, así vivió y los concursantes de «Survivor» –tan sólo Macnelly– saben cómo son 90 minutos de intenso juego, con tribunas repletas con hinchas que no propiamente arrojan agua bendita sino todo tipo de exclamaciones.

Una cosa es echar chistecitos, preparar uno plato de comida, aprender un libreto, jugar con carticas y otra entrenar una semana, salir a una cancha, de pronto lluviosa, o quizá con un sol abrasador, con gente que aplaude al final cuando lo ven sudar la camiseta y tener a los periodistas criticando, al técnico culpando, al empresario regañando.

No es fácil.

De pronto los seleccionadores de «Survivor» pusieron allí a una persona que no cuaja con un grupo de tiernas personas que no conocen una agresividad como se vive en una cancha, recibiendo patadas, puños y faltas de toda índole. Porque un delantero que no caiga al menos 10 veces en un partido, no moja la camiseta, no luce y el público no lo perdona.

De pronto en un partido le va bien. Mete uno o varios goles. Lo alaban. Lo ensalsan. Recibe los mejores comentarios y las páginas de los diarios se despliegan en comentarios, pero en el próximo encuentro todo es distinto y quedan en el olvido los piropos.

En «Survivor» no comprenden a Wilder. Por eso hay unión para sacarlo, a como dé lugar, porque él, les gana en fuerza, gana todas las inmunidades posibles, tiene una memoria de alto nivel, lucha, es rival, camina solitario, juega solo, es un «extraterrestre» en La Isla de los Famososo.

No olviden que ha jugado 300 partidos como profesional y ha metido 118 goles. Ha sido tres veces campeón. Ha estado en las drogas, en las pandillas y salvó su vida de un atentado con una granada.

UN DURO CAPÍTULO CONTRA WILDER

Toda clase de epítetos le echaron a Wilder para ofenderlo y sacarlo de casilla y él, cayó en el juego.

Llegó el momento en el que Camilo Pardo y Wilder Medina negocian con Tatán Mejía los alimentos que deberán comprar en la tienda Survivor. Por el lado del exfutbolista, no tiene muchas opciones, teniendo en cuenta sus insuficientes monedas. 

Asimismo, cada una de las tribus se someterán a la prueba de inmunidad grupal, en donde todo se define, ya que la unificación está más cerca que nunca. 

Juan del Mar tuvo un gesto con Amazonas, pero a Wilder Medina no le agradó la idea. 

Las reglas de juego fueron las siguientes: tres participantes se tendrían que sentar; en el caso de Koi, solo Federico Rivera se sentó. 

Organizando planes y estrategias conel «mostruo».

Ahora, comenzó lo importante, defender del honor para salvarse del temido Concejo Tribal. El equilibrio, así como la concentración, jugaron a favor de participantes como Catalina Londoño. 

Sin duda, uno de los retos más complicados que han que tenido enfrentar las celebridades. 

Finalmente, la tribu Amazonas se consagra como la vencedora de la inmunidad grupal, en donde las emociones quedaron a flor de piel. 

Cabe resaltar que, en el próximo Concejo Tribal de Koi, Aco Pérez estará presente, debido a las decisiones de Camilo Pardo. 

El juego sigue. Igual se conocerán más a las personas. Pero ya se vislumbra la final y el rating no perdona.

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