Por Guillermo Romero Salamanca

Se calculaba en los años ochenta, que cada minuto sonaba en las emisoras de Hispanoamérica una canción, un arreglo o una producción de Juan Carlos Calderón. Era el rey. No tenía tiempo sino para la música, no le importaba que fueran las 3 de la mañana para llamar a un artista y pedirle que cambiara una palabra de una canción.

“No estaba hecho para este mundo”, fue lo primero que dijo la inolvidable Paloma San Basilio cuando conoció la noticia de su muerte, hace 5 años, el 26 de noviembre del 2012. Los titulares de primera página en los diarios españoles lo reportaron,  el mundo de la música guardó silencio, las batutas quedaron en el atril y los micrófonos de estudios de grabación no recibieron sonidos.

No tenía los ocho años cuando ya estaba estudiando música en su natal Santander en España. A los 22 años grabó su primera canción y comenzó a espigar éxitos. Quizá la primera que le dio renombre fue “Las cartas amarillas” con Nino Bravo, aquella que decía: “Y busqué entre tus cartas amarillas / Mil te quiero, mil caricias/ Y una flor que entre dos hojas se durmió/ Y mis brazos vacíos se cerraban/ aferrándose a la nada, intentando detener mi juventud”.

Y luego le hizo los arreglos a dos marcas mundiales: “Libre” y “América” con la portentosa voz de Nino Bravo.

Los artistas comenzaron a buscarlo. Iban y venían canciones para figuras como Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Camilo Sesto, Amaral, Estela Núñez, Alejandra Ávalos, Ana Belén, Ángela Carrasco, David Bustamante, Marcos Llunas, Edith Márquez, Emmanuel, Paloma San Basilio, Massiel, Ricky Martin, Miguel Ríos, Cecilia, Chayanne, Herb Alpert, Sheena Easton, Mari Trini, Mocedades, Alberto Cortez, Rocío Durcal, Myriam Hernández, José José, Luis Miguel, Sergio y Estíbaliz, María Conchita Alonso, Pablo Ruiz y Verónica Castro entre otros.

Nunca paró de escribir tanto letras como música. En 1973 el mundo de la balada en español se deleitó con “Eres tú”. ¿Quién no entonaba en esos años los estribillos de esa canción interpretada por Mocedades? “Cómo una promesa, eres tú, eres tú, como una mañana de verano, como una sonrisa, eres tú, eres tú, así, así eres tú”.

Jóvenes quinceañeros repetían una y otra vez la canción. Las emisoras debieron organizar programaciones con toda esta bonanza de éxitos. Locutores como Gonzalo Ayala, Armando Plata, Jaime Echeverry Loaiza, Marino Recio, Rafael Ávila, entre otros, hicieron buena parte de sus carreras presentando los hits de Juan Carlos Calderón.

Era una máquina productora de triunfos. “Cariño mío, no sé qué hacer/ seguir callada y seguir con él. O ser sincera y serte fiel / Cariño mío ya no sé qué hacer”, interpretó Paloma San Basilio y escenarios de Buenos Aires, México, Bogotá, Caracas, Quito, Lima, Miami, Nueva York y tantas y tantas otras ciudades repetían el coro.

En los ochenta, Juan Carlos Calderón tenía dos maletas, una en Madrid y otra en Los Ángeles. Cruzaba el Atlántico y los Estados Unidos con el fin de hacer éxitos. Había vivido antes en América, pero la vida española lo seducía más. Componía en España y grababa al otro lado del mundo.

Dentro de este trasegar compuso Noche de Copas, que decía su coro: “Fue una noche de copas, fue una noche loca/ besé otros labios olvidé tu boca, manché tu imagen, me perdí, yo sola y esa es la historia” y lo cantó María Conchita Alonso. Millones de discos se vendieron en esos años y luego le escribió a la misma venezolana, ese tema que invadió los audios de muchos amantes de la música romántica: “Acaríciame, tan suave como el aire amor, tan fuerte como el huracán que ciega mi mente. Acaríciame y empápame de tu ternura amor, contágiame de esa locura, que hay en tu vientre”.

Así era Juan Carlos un enamorado de la música, un poeta errante, un compositor del amor, de la locura de la pasión. Así vivió su vida. Es un mago para hacer éxitos. Si se colocaran sus discos uno sobre otro, bien podría ser tan alto como la Torre Eiffel.

En octubre del 2012 fue internado en una clínica de Madrid. Su caminar se hizo lento, a sus 74 años seguía pensando en canciones, pedía partituras para poner allí notas, escribía algunas frases, pero el corazón no le aguantó más poesía y se marchó al cielo de los artistas el 26 de noviembre de ese año.

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