Por Óscar Javier Ferreira

José Manuel Pachón, vivió la época de oro de las radionovelas. Recordaba la época de oro en la Radio Nacional de Colombia, junto a Fabio Camero y Teresa Gutiérrez, entre muchos otros radios actores.

Manuel Pachón atribuye a la formación que recibió en la Radiodifusora Nacional de Colombia, la destreza con que se desenvolvió en la radio privada, cuyos dramatizados requerían voces entrenadas y versátiles, capaces de pasar rápidamente de un personaje a otro.

El público recuerda a Manuel Pachón por su estelar actuación en «Dejémonos de Vainas», con su personaje «Don Heriberto», y “Don Isidro” en “El Encantador” y “Don Heriberto” en “Dejémonos de vainas”, entre muchos otros.

Sus últimos años fueron muy difíciles, triste y olvidado por un Estado que nunca se ha procurado por el devenir de los artistas y deportistas, en su vejez.

Despedimos con un gran aplauso a Manuelito Pachón. Poco a poco se marchan los grandes maestros de los dramatizados y la actuación. Lástima que la ingratitud y el olvido, sean sus compañeros al final del camino.

Otra hubiera sido su historia, si hubiera nacido en México.

JOSÉ MANUEL PACHÓN UNO DE LOS GRANDES PIONEROS

La nostalgia es invadida por José Manuel Pachón. Es uno de los actores más viejos de Colombia y quien ha quedado en el olvido mediático y artístico, pues en la actualidad su talento sigue envejeciéndose con él.

José Manuel nació en 1937. Transcurridos seis años, inicia su carrera como actor influenciado por su padre. Se une a los primeros elencos de radio (Grupo Escénico Infantil de la Radiodifusora Nacional) que hacían radionovelas en Colombia y en el momento eran el boom comunicativo de entretenimiento. En medio de su inocencia e ingenuidad de niño, Pachón tomaba su trabajo como un juego, debía subirse en asientos muy altos para poder grabar las voces de sus personajes, debido a que los micrófonos estaban fijos para determinada estatura; era grande de corazón, pero no de altura.

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Él, que hizo personajes célebres como Alberto Limonta, en la serie de “El derecho de nacer” aprendió con disciplina “el arte de improvisar” ya que en el radioteatro no disponían de medios de grabación, por lo tanto, era una falta grave equivocarse en su discurso y además esto era sancionado económicamente. Pachón, además de la nostalgia, cuando relata su vida actoral, también es notable el reflejo de contentura y seguridad al hablar sobre historia de los medios de comunicación. Por ejemplo, en su narración remonta el año de 1954, que fue una fecha importante en el gobierno del General Rojas Pinilla, porque este envía al entonces director de radio, Fernando Gómez Agudelo, a traer a Colombia el modelo televisivo desde el extranjero.

En el regreso de Gómez, Pachón comenta que este último reunió los elencos de radio diciendo: “¡Ah carajo! Traje la televisión al país, pero no hay con quién hacerla. Entonces nos tocó empezar con este elenco”. En el momento en que las radionovelas pasan al formato de imágenes, emocionado Pachón dice: “A mí me consideraban el mejor galán y los escritores me conocían y me oían, por ende, querían siempre que los personajes que hacía en la radiodifusora, los hiciera en la televisión.

Al principio fue muy duro, temblaba mucho del miedo, pero fui cogiéndole confianza a ese arte”. Su paso por la televisión, dejó personajes como “Don Isidro” en “El Encantador” y “Don Heriberto” en “Dejémonos de vainas”, entre muchos otros. Manuel Pachón indicó que en los inicios de la industria televisiva era muy mal paga la actuación en comparación con lo que es hoy.

Él tenía un sueldo de $100 mensuales y aunque era poco, gran parte de ese dinero ganado en su oficio, lo gastó en lo que fue su debilidad de joven: salir con mujeres haciéndoles costosas invitaciones a cenas y fiestas. Además de actor, fue un bohemio empedernido, un artista poco convencional, un insaciable de la vida. Pachón cuenta que desde el año 2000 su salud empezó a deteriorarse y sus ahorros desaparecieron en las cuentas de los hospitales a los que debía acudir constantemente, también son los mismos hospitales los que le deben su voz de radio novelista, ya que en su segunda cirugía a corazón abierto una enfermera tocó sus cuerdas vocales y su voz cambió para siempre.

En la actualidad no ha tenido estabilidad económica. Con disgusto, refuta la situación por la que pasan los actores colombianos, pues la labor cultural que realizan en el país, no es amparada por prestaciones sociales, servicios médicos, cesantías, ni jubilaciones, ni pensiones.

Así mismo, el actor colega de Pachón, Luis Fernando Orozco, se remonta a la época en que como compañero de set de Manuel competía por ser el galán de la telenovela y cuenta cómo la vida los llevó a cambiar de profesión, además, señala que, con los años, los dos artistas se convirtieron en vendedores: “vendimos el carro, el apartamento y hasta la nevera, para poder sobrevivir”.

Orozco con una sonrisa melancólica se refiere a Pachón como un hombre entregado al arte, un obstinado que amó más a su carrera que a sí mismo, lo describe como alguien lleno de vida y con ejemplo de perseverancia. “A Manuel y a mí nos une el agradecimiento hacia la Asociación Gestión de Actores”, Orozco dice esto, ya que los dos actores reciben una pequeña pensión que les ha designado la asociación como apoyo por sus años de trabajo.

Y, por último, en cuanto a su opinión personal, Pachón se refiere a sí mismo como “un viejito llorón”, pero a pesar de su nostalgia al hablar de su labor y de sus sueños cumplidos, con sus casi 81 años, todavía le falta un sueño por cumplir, y es ver la profesión del actor dignificada, incluida como una profesión como las otras. “No todos tenemos la dicha de que la gente nos reconozca en la calle, mis programas aún salen en televisión y mis vecinos me felicitan, eso me hace sentir grande”, concluye Pachón.

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