Por Inés Sanmartín – www.angelusenespanol.com

ROMA – Mientras la presión del gobierno contra la Iglesia católica sigue creciendo en Nicaragua, también crece la presión para que el Vaticano rompa su silencio, con más de 60 ONG y asociaciones civiles que han enviado una carta al Papa Francisco instándole a «no dejarnos solos.»

Dicen que la «persecución y el odio del régimen contra la Iglesia católica no tiene justificación», porque la jerarquía no ha hecho otra cosa que «cumplir el mandamiento del amor y el consuelo a los más débiles y oprimidos.»

El presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, acusan a los obispos de ser cómplices de un intento de golpe de Estado. Sin embargo, los que se dirigen a Francisco escriben que lo único que han hecho es buscar una solución pacífica y democrática a la profunda crisis que consume al país.

«Conocemos las enormes responsabilidades que recaen sobre sus hombros en estos tiempos difíciles y complejos para la humanidad», escriben las 61 organizaciones en su carta al Papa. «Nicaragua es un país pequeño y empobrecido, pero somos un pueblo que sólo quiere vivir en paz y libertad».

«Somos un grupo de ciudadanos nicaragüenses obligados a vivir en el exilio huyendo de la violencia, la persecución y la violación permanente de nuestros derechos humanos», escribieron.

Monseñor Rolando José Álvarez, obispo de Matagalpa, Nicaragua, aparece en esta captura de pantalla de un video en Matagalpa mientras la policía antidisturbios bloquea la puerta. El obispo dijo que la policía le impedía a él, a seis sacerdotes y a seis laicos salir de las oficinas diocesanas locales. (Foto Captura de pantalla del CNS/YouTube)

También mencionaron que «desde hace varios años vivimos esta crisis política en Nicaragua, que se ha agravado en los últimos meses. Somos víctimas de la violencia oficial de un Estado bajo el control y dominio de Daniel Ortega, su esposa Rosario Murillo y sus ciegos seguidores».

Aunque sólo los nicaragüenses en el exilio firmaron la misiva, «la sociedad civil y las organizaciones territoriales que están dentro de Nicaragua y expuestas al terrorismo de Estado la suscriben de forma anónima.»

El obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, lleva nueve días bajo un virtual arresto domiciliario, después de que la policía bloqueara las oficinas de la diócesis, dejándole a él, a cinco sacerdotes y a seis laicos dentro, sin acceso a comida ni agua.

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El perseguido obispo de Nicaragua implora por su vida.

Crux ha podido confirmar con fuentes cercanas a la situación que el gobierno quiere a Álvarez en la cárcel o en el exilio, y está intentando una negociación con el Vaticano. Si el Papa ordenara su salida de Nicaragua, sería el segundo obispo obligado a exiliarse: Monseñor Silvio Báez, auxiliar de Managua, vive en Miami desde finales de 2019.

Si Ortega decidiera exiliar a Álvarez sin la orden del Papa, habría un precedente: Durante su primer gobierno en la década de los 80, obligó a Mons. Pablo Vega a salir de la nación centroamericana en 1986, acusándolo de oponerse al régimen.

En la carta enviada al Papa Francisco, las organizaciones compartieron los diversos abusos y violaciones a los derechos humanos que la «dictadura» de Ortega ha cometido contra el pueblo, como el asesinato por parte de paramilitares y policías de más de 380 personas, «víctimas de la represión estatal.»

Actualmente, hay al menos 180 presos políticos en el país.

«En Nicaragua prevalece la impunidad y el régimen ha sumido al país en un estado de excepción de facto», escriben.

En 2018, cuando una serie de masivas protestas pacíficas se convirtieron en semanas de violencia perpetrada por las autoridades, los obispos fueron invitados por el gobierno de Ortega para presenciar y facilitar el diálogo nacional, que fracasó debido a la intransigencia del régimen. Un esfuerzo similar fue encabezado por el representante papal en Nicaragua, pero también fracasó. A principios de este año, el gobierno obligó al arzobispo a abandonar el país.

«Nuestros pastores no pueden ser acusados de haber promovido un golpe de Estado», escribieron. «La Iglesia en Nicaragua está siendo perseguida y martirizada por un régimen que se dice cristiano y católico, que manipula las manifestaciones externas de religiosidad y devoción mariana con fines políticos y con ello ofende la fe católica.»

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