Por Claudio Ochoa

Es el “hombre” más apreciado y conocido en el barrio bogotano de Rionegro, en donde anda a sus anchas y sin ningún peligro que provenga de humano. Más bien corre riesgos vehiculares. Es administrador ad honoren y trabaja cuando le viene en gana. No es pordiosero, pero desde diversas fuentes recibe alimentación gratuita. Tiene nombre de estilista, pero más bien es puro criollo. No es estrella de las artes, ni prócer, pero le han dedicado tres pinturas, una de ellas a manera de mural.

Este “hombre”, así lo identifica su padre Germán Moreno, es un cuatro patas mezcla de Chiguagua con Pincher. Aunque Camilo, el hijo de Germán, asegura que no, que su linaje proviene de Pincher con Dóberman pequeño.

Germán opera el Montallantas El Mono, y junto a su esposa Leonor e hijos cohabita desde hace unos 14 años con Saimon. Este personaje originalmente residía en una peluquería, a donde llegó pensionado por un ciudadano que no pudo aguantarlo en su apartamento, pues se hacía en cualquier rincón y a cualquier hora. Durante una de sus peluqueadas en este establecimiento, Camilo fue flechado por el entonces llamado Simón, y le propuso al estilista que se lo canjeaba por una fina chaqueta. Y así fue.

Originalmente su nombre fue Simón, así, Simón popularmente designado. Para agregarle un toque de distinción, Camilo lo bautizó “Saimon”. Saimon Moreno. Con todas las de Ley.

ENAMORADO Y COMETODO

Germán, también conocido entre sus amigos y clientes como el “Mono” pasa buena parte de su jornada junto a Saimon. Cuando este era joven –dice— se venía conmigo a diario, desde nuestro apartamento, detrás de mi bicicleta. Pero ahora, con la carga de los años duerme hasta tarde y en cuanto quiere, le abren la puerta de la casa y se viene solo, residimos cerca del montallantas.

Por esa época era muy enamoradizo, al punto que un día se acercó alguna señora pidiendo se lo prestara, pues su perrita estaba en celo. En medio del diálogo, cuando volteamos a mirar, ya el “hombre” la tenía montada. Novias es lo que ha tenido Saimon, hemos estado en inconvenientes con algunos vecinos, pues ha dejado embarazada a más de una y habrá dejado unas 20 crías.

Bueno, y qué tal se comporta este hombre, le preguntamos. Parece un gato —dice el Mono—le gusta mucho la leche, come de todo, es todoterreno. Tánto callejea, como que ha creado defensas y no sufre de ningún mal, apenas los achaques propios de la edad, unos 15 años de vida. Está muy atento a lo que uno anda comiendo, y si uno se descuida, se le vuela lo que sea digerible.

Es solo orejas y apenas le falta hablar, es muy juicioso en su popó y en su chichí. Antes obedecía cuando se le pedía que se sentara o diera la mano, ahora ya no lo hace, no come cuento y es muy independiente. Agrega que también es un buen vigilante, cualquier ruido sospechoso, avisa.

 GUIA EN MEDIO DE TALLERES

Don Saimon Moreno es un conocedor de la zona de talleres de Rionegro, al nor occidente de Bogotá.

Su padre adoptivo Germán (su otro progenitor es Camilo) nos cuenta que el cuatro patas anda libre y felizmente en su área de influencia, se conoce desde la avenida Suba hasta los límites con Los Andes y desde la calle 100 hasta la 91. Antes iba a la Castellana. Tanto de ida como de regreso, esperaba a que el semáforo se pusiera a favor de los peatones y se pegaba a ellos para pasar la avenida, y me tocó castigarlo, para que no lo volviere a hacer, pues de todos modos corría riesgo.

En su andar por el barrio siempre hay alguien que le comparte un bocado, en señal de cariño y simpatía. Es lo que inspira este negrito y chiquito, con algunas canas fruto de muchos años, aventuras y goces.

UN SUSTO MUY BERRACO

Entre las anécdotas con Saimon, el Mono relata lo ocurrido durante un tur familiar a Coveñas. En medio de la fiesta, al hacer un descanso en Calenturas, Saimon se salió del carro y nadie se dio cuenta. Al rato de andar por la carretera lo notamos, y a regresarnos, preguntado por muchas partes si alguien había pillado a un perrito negro, chiquito y orejoncito. Fue cuando un policía nos dijo que había visto a un cuatro patas parqueado en el peaje, que miraba con atención a cuanto carro blanco pasaba. Nuestro carro era de ese color. Listo, fuimos a ese sitio, y allí estaba el “hombre”. Llanto general, fueron dos horas muy berracas, se salvó el paseo, fue un susto muy berraco.

Saimon es vital para la familia Moreno, reconocen mamá Leonor y su hermanita por adopción, María Alejandra, joven comunicadora social. Leonor está convencida de poder escribir una biografía sobre este personaje, a quien consideran administrador honorario del Montallantas El Mono, en donde dispone hasta de cama y comedor propios.

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