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No es fútbol, es circo 

Por Esteban Jaramillo Osorio 

El pelotudo que se para en las pelotas… La Estupidinha*

Una travesura, o fútbol circo. Alarde técnico teatral, estrepitoso, de vieja data. Inefectivo, provocador, que un sector del público con hilaridad celebra.

Habilidad con ordinaria acrobacia, que popularizan de nuevo Francisco Becerra de Medellín, Néiser Villarreal de Millonarios y Memphis Depay de Corinthians, con agresivas reacciones de sus oponentes.

No es fútbol, fútbol puro, pese a los defensores argumentados en el peligro de un juego sin osadía y atrevimiento, algo muy distinto a la insolencia.

El Fútbol es algo distinto. Es la habilidad hecha espectáculo. Útil para los triunfos, recreo para los hinchas, con aplausos y recuerdos imborrables. Talento que alimenta el colectivo popular en las tribunas.

Una «paradinha», o la «estupidinha», como algunos la llaman, es incomparable a un túnel, un sombrero, una doble pisada, una cola de vaca, una gambeta en espacio reducido, una chilena, un taquito, un cobro de falta perfecto y de chanfle o un gol olímpico.

Lo entienden a la perfección quienes jugaron en los estadios o en potreros, en la escuela o en las calles. Quienes alguna vez, o mil veces, golpearon con deleite un balón.

Verdaderos son los requiebros mágicos del fútbol cuando es arte.

Con las nalgas hacía goles Arnoldo Iguarán, cuando jugaba en Millonarios, o detenía la pelota Giovanni Hernández para demostrar destreza y soltura. Con la cabeza, en sucesivos toques, conducía La gambeta Estrada el balón, camino a la red para, luego, celebrar sus goles.

Con la espalda anotaba Ronaldinho. Con baile y amagues, Mágico González, un salvadoreño, y Willington Ortiz, ataban “el cuero” a sus guayos, para eliminar contrarios como vendavales.

En la pelota se sentaba Cruyff cuando era entrenador. También, hace años, lo hizo Villarete con la Selección Colombia. En cueros (en pelotas) varios hinchas recorrieron impúdicos el campo de juego. Al Pibe, Michel le tocó las zonas nobles (las pelotas).

Lo anterior no fue delito. Tampoco lo es pararse en el balón. No da cárcel, pero al reincidir merece castigo por parte del árbitro.

Es una habilidad que encandila, pero es improductiva. También lo hice, de nada sirvió y alguna vez por poco me descalabro. Es circo. No es fútbol. 

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