Por Álvaro Ayala
María Claudia Tarazona, viuda del senador Miguel Uribe Turbay, pidió lo único que no habrá nunca en Colombia, justicia y paz. Es imposible pedir justicia y paz en el reino de la impunidad. En este país de odios y envidias, el de Miguel Uribe Turbay, no será el último asesinato. ¿Quién es el siguiente en la lista? Dios mío bendito, dicen nuestras santas madres y abuelas.
El país está como lo quería el presidente Gustavo Petro. Es el arquitecto de lo que estamos viviendo. Aquí todo es grave y nada es serio. Lo único seguro es que será un homicidio más para elevar las cifras de inseguridad y que en la próxima alocución presidencial será minimizado.
La apertura de la investigación por el magnicidio del senador Uribe, la firmaron en una mesa coja. El Centro Democrático no cree en la actual fiscalía. Tiene miles de razones y motivos. La ciudadanía tampoco cree en la justicia y en esta ocasión posee pruebas forenses.
Luego, el presidente Gustavo Petro se adelantó a decir que fue la junta del narcotráfico con sede en Dubai, un fetiche creado por sus delirios aurelianos. Entre más explicaciones ofrece, más le crece la nariz. Puede ser su próxima cirugía estética.
Posteriormente, sin sentencia de un juez salieron con el cuento que al senador Uribe Turbay, lo mandó a matar el terrorista alias zarco Aldinever, por orden del terrorista alias Iván Márquez, de las Farc. Y, que a Aldinever lo mataron en Venezuela. Fácil y simple echarle la culpa a un muerto. Peor aún, no hay acta de defunción del occiso, requisito indispensable para certificar una muerte dentro de un proceso. Es absurdo que autoridades den por válido y legítimo un comunicado de un grupo terrorista. Nos salieron con cuenticos a nosotros que tenemos librería.
Asesinaron al hijo de la asesinada Diana. ¿Quién es el autor intelectual del crimen? ¿Si las farc ejecutaron el acto a quién le hicieron la vuelta? Esa es la verdad que se requiere y la que nunca vamos a obtener de las autoridades competentes. El pueblo y el derecho exigen desenmascarar a los determinadores que dieron la orden en Bogotá. El tiempo que pasa y las hipótesis que lanzan para desviar la investigación son los mayores enemigos del esclarecimiento del crimen.
En la calle que todo lo saben, ya dicen quien fue el que lo mató. El veredicto del pueblo se vuelve verdad cuando la justicia es incapaz. Las autoridades dicen que llegarán hasta las últimas consecuencias, pero no han encontrado la dirección.
Terminamos hoy con un servicio social. Los mercenarios del mundo preguntan si los 50 millones de dólares ofrecidos por el gordo Maduro, son vivo o muerto. Hasta Diosdado lo está pensando. Hugo Carvajal, alias el pollo y exjefe de inteligencia venezolano, quien está próximo a ser condenado en EEUU es uno de los tantos que prendió el ventilador contra el cartel de los soles.
La calle hace preguntas fuertes. ¿Si Iván Márquez lo entrega, le pagan la recompensa y los gringos le perdonan sus pecados? El dron para hacerle la vuelta a Maduro vale siete mil quinientos dólares en EEUU. Para comprarlo no hay necesidad de mostrar el ID ni pasaporte. Venta libre para mayores de 18 años, dice la letra chiquita de la caja de cartón en que viene empacado. También lo venden por Amazon.
Decía el emblemático miembro del cartel de Cali, alias «Rasguño»: «Se duerme tranquilo hasta cuando los gringos ofrecen recompensa por su cabeza».
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