El pollo y el huevo siguen siendo los alimentos preferidos para los colombianos. La avicultura es uno de los sectores de la economía colombiana que ha mostrado un crecimiento sobresaliente en los últimos años. Hace una década, un colombiano disfrutaba en promedio 198 huevos al año, y hoy alcanza las 365 unidades, lo que representa un crecimiento del 84 % en el consumo per cápita. En el mismo periodo, la producción nacional pasó de 12.000 millones a 19.500 millones de huevos, consolidando al huevo como uno de los alimentos más importantes en la dieta de los colombianos por su aporte nutritivo, versatilidad, calidad y fácil acceso.
Familias agricultoras en Estados Unidos cultivan soya sostenible, uno de los principales insumos en la dieta de las aves. Este cultivo aporta entre un 35 y 40 por ciento de proteína, además de aminoácidos esenciales, ácidos grasos insaturados, vitaminas y minerales fundamentales para el desarrollo de los pollos. Gracias a estas familias estadounidenses, que han cultivado la tierra por generaciones, se garantiza un abastecimiento estable y de alta calidad para la producción avícola en Colombia.
En 2024, Colombia importó más de 2,49 millones de toneladas de soya, según cifras del Fondo Nacional de la Soya (FNS). De este total, 1,70 millones de toneladas correspondieron a torta de soya, 443.542 toneladas a grano y 337.414 toneladas a aceite. Mientras tanto, la producción nacional alcanzó cerca de 200.000 toneladas, lo que muestra una amplia oportunidad de crecimiento local y, al mismo tiempo, el rol estratégico que cumplen aliados comerciales como Estados Unidos (EE. UU.) en el abastecimiento del país.
La soya sostenible asegura que los pollos consumidos en el país sean alimentados con un insumo que no solo aporta nutrición, sino que también refleja prácticas agrícolas responsables. Con estos cultivos se tiene como propósito proteger el suelo, promover la biodiversidad y contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, reafirmando el compromiso con la mitigación del cambio climático.
Luis Bustamante, líder de sostenibilidad para Latinoamérica de USSEC, señala que, “la soya estadounidense aporta valor en toda la cadena: es un insumo clave para la nutrición animal y humana, se cultiva bajo estándares que reducen el impacto ambiental y promueven la salud del suelo, y fortalece la competitividad de las industrias que dependen de ella. Su producción sostenible no solo garantiza un suministro confiable, sino que contribuye a construir sistemas alimentarios más resilientes para la región”.
El dinamismo de la avicultura refleja un compromiso con la seguridad alimentaria del país y la generación de empleo en toda la cadena productiva. Colombia avanza en consolidar un modelo de producción que combina nutrición, sostenibilidad y desarrollo, pilares que fortalecen al sector y lo proyectan como un motor de bienestar para las próximas generaciones.
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