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En Colombia las mujeres trabajan más y ganan menos

En plena semana internacional de la igualdad salarial, la Corporación para el Desarrollo de la Seguridad Social (CODESS) advierte que la brecha entre hombres y mujeres sigue siendo una deuda pendiente en el país. 

La desigualdad no se explica por falta de leyes. Desde la Constitución de 1991 hasta la reciente reforma laboral de 2025, pasando por la Ley 1496 de 2011 que ordena igualdad de pago entre géneros, Colombia cuenta con un marco normativo sólido y en línea con estándares internacionales. La ley existe. Lo que falta es que se cumpla. 

Las cifras del DANE son claras: en 2021-2022 la brecha salarial fue de 6,3%. Pero ese promedio oculta disparidades profundas. En el sector formal la diferencia es de 5,2%, mientras que en el informal llega al 28%. En otras palabras, la informalidad multiplica por seis la desigualdad salarial. 

El panorama se agrava al mirar más allá del sueldo. En el trimestre diciembre 2024 – febrero 2025, la participación laboral femenina fue 23,6 puntos porcentuales más baja que la de los hombres; la tasa de ocupación, 25 puntos menor; y la desocupación, casi el doble. A esto se suma la carga del cuidado: según la Encuesta de Uso del Tiempo, las mujeres destinan el 17,6% de su jornada a tareas no remuneradas, frente al 5,2% de los hombres. 

“La brecha salarial no es un fenómeno aislado, es el reflejo de desigualdades estructurales que afectan el acceso, la permanencia y las condiciones de trabajo de las mujeres”, señaló Roberto Sierra, director de CODESS. 

Otros factores, como el nivel educativo o la segregación ocupacional, también profundizan las brechas. Un estudio del sector salud revela, por ejemplo, que los posgrados de enfermería no se reconocen salarialmente, incluso cuando implican mayor complejidad en la atención. 

Para CODESS, la conclusión es clara: la ley es necesaria, pero no suficiente. Persisten tres barreras estructurales: la distribución desigual del trabajo de cuidado, la alta informalidad y la segregación laboral. Superarlas exige políticas públicas con enfoque de género que vayan más allá del papel y ataquen la raíz de la desigualdad.

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